UNA FASCINANTE INCURSIÓN
EN LO DESCONOCIDO
*

Stanley
Kubrick hizo solamente trece largometrajes en
su carrera, una cantidad muy magra si se calcula
que empezó a dirigir películas en
1953 y su último trabajo data de 1999.
Pero el realizador, nacido el 26 de julio de 1928
en el Bronx (Nueva York), y fallecido en Inglaterra
el 7 de marzo de 1999, no se comprometía
en proyectos que no le interesaban y solía
tomarse su tiempo en planificarlos y llevarlos
a cabo. Su último film, un thriller titulado
Ojos bien cerrados (Eyes
Wide Shut), fue terminado en Londres bajo
total secreto y su realización demoró
un año, período en el cual tuvo
prácticamente secuestradas a sus estrellas
Tom Cruise y Nicole Kidman con prohibición
de adelantar cualquier dato sobre el argumento.
Kubrick fue uno de los últimos creadores
solitarios y personales del cine actual. No se
le puede clasificar dentro de ningún género
determinado y sus films no se parecen entre sí,
salvo por su lenguaje cinematográfico atractivo
y siempre innovador. El autor de Dr. Insólito
(1964), Naranja mecánica
(1971), Barry Lyndon (1975) y
El resplandor (1980) tuvo también
fama de ser exigente y despiadado, rasgos que
adquirió a través de su independencia
creadora, luego de compromisos como Espartaco
(1960) y Lolita (1962). Y esa
independencia creadora provino del éxito
obtenido por 2001: Odisea del espacio,
que se estrenó en Nueva York el 3 de abril
de 1968, luego de tres años de trabajo
y una costosísima y elaborada técnica
en materia de efectos especiales, diseñados
por él mismo.
EL UNIVERSO Y DESPUÉS - Resumir
en pocas palabras la temática de 2001:
Odisea del espacio es una tarea tan compleja
como el propio film. En 1965, Kubrick inició
la elaboración del libreto sobre El
centinela de Arthur G. Clarke, lo que le
llevó doce meses. La organización
de la producción en Londres insumió
otros seis meses, con sistema óptico de
70 milímetros y un presupuesto de U$S 6.500.000,
más de la mitad del costo total del film.
La duración original de 156 minutos se
abrevió luego del estreno a 139 y los cortos
los hizo el propio Kubrick.
El libreto amplió
la novela de Clarke y está dividido en
tres partes: "La alborada del hombre",
"Misión Júpiter, 18 meses después"
y "Júpiter y más allá
del infinito". Sucintamente, la película
muestra al hombre primitivo hace cuatro millones
de años, iluminado por un monolito presuntamente
extraterrestre colocado allí para estimular
su inteligencia. El primer resultado es la agresividad
de los primates, que aprenden a utilizar armas
para matar a sus semejantes. Una elipsis impresionante
muestra una nave espacial que se dirige a la Luna,
donde se ha descubierto otro monolito similar
que envía señales a Júpiter.
La misión Discovery se dirige hacia allí,
pero la computadora HAL 9000, que controla la
nave, se rebela y debe ser desconectada por el
único sobreviviente de la tripulación.
En el espacio cercano a Júpiter, el monolito
conduce al viajero a través de una puerta
estelar, pasando a otra dimensión donde
la medida del tiempo no existe. El viajero se
transforma entonces en un ser superior, que regresa
a la Tierra para enfrentar una nueva era en la
evolución de la humanidad.
CLAVES
METAFÍSICAS - La primera idea
que surge inequívocamente es la de una
concepción del universo basada en una inteligencia
superior que controla los actos de la humanidad,
desde la alborada del hombre hasta un futuro lejano.
El monolito (negro, rectangular, liso) sería
el símbolo de ese conocimiento total que
el hombre no puede alcanzar, pero que busca denodadamente
desde el principio de los tiempos. Reflexiones
varias inducen al espectador a pensar en su propio
origen y en el gran misterio de la creación
(o de la vida), pero luego el film conduce a enigmáticas
conclusiones, algunas temibles (la máquina
se rebela, pero siempre puede ser controlada,
aunque su agonía sea casi humana y aterradora)
y otras sujetas a la libre interpretación.
Muchas claves resultan significativas (el superhombre
de Nietzsche, reforzado en la banda sonora por
los compases de Así habló Zaratustra
de Richard Strauss), otras meramente gráficas
(el número tres, con el Sol, la Luna y
la Tierra alineados más de una vez, luego
abolido cuando se pasa a la cuarta dimensión)
y algunas inevitablemente satíricas, como
el comportamiento de los astronautas en la Luna,
o ciertos paralelismos entre los primates del
comienzo y los hombres del siglo XX. De todos
modos, la película remueve inquietudes
filosóficas, promueve discusiones científicas
y provoca adhesión o rechazo ante sus postulados
sobre el origen del hombre y su destino, que muchos
consideran conceptualmente ambiguo o meramente
fantasioso o ingenuo.

REPERCUSIONES - Lo cierto es que la película
sigue produciendo efectos a cuatro décadas
de su estreno, porque su deslumbrante parte visual
no ha sido aún superada (ni siquiera por
las nuevas técnicas digitales) y porque
su condición de gran espectáculo,
rico en sugerencias y fascinante como experiencia
sensorial, la ha convertido en una especie de
mito del cine moderno, tal vez la obra maestra
más significativa de los últimos
30 años. Su estreno en Montevideo (cine
Ambassador, 16/07/69), en gran pantalla y seis
bandas de sonido estereofónico, fue un
acontecimiento inolvidable y hay que aclarar que
solamente de ese modo (y no en la pantalla de
TV, con imagen recortada) se puede apreciar la
magnificencia del film. Fue un éxito mundial
y en los EE.UU. recaudó U$S 56 millones,
una fortuna para la época.
Dentro de lo mucho
que se escribió sobre la película
y las interpretaciones sobre un final ambicioso
y hermético, valen las palabras del propio
Kubrick en una larga entrevista a la revista Playboy
en 1968, porque resultan proféticas: "Es
indudable que estamos entrando en una mecanarquía,
y que nuestra ya compleja relación con
la máquina se irá volviendo más
compleja a medida que la inteligencia de la máquina
aumente. Tendremos que compartir el planeta con
máquinas cuya inteligencia y habilidad
sobrepasarán en mucho las nuestras. Pero
esa interrelación - si el hombre sabe dirigirla
inteligentemente - puede tener efectos enormemente
enriquecedores para la sociedad. Mirando hacia
un futuro todavía lejano, supongo que no
resulta inconcebible que llegue a aparecer una
subcultura de computadoras-robots que decida que
ya no necesita del hombre. Usted habrá
oído seguramente la historia de la computadora
más perfecta del mundo: los científicos
pasan meses tratando de establecer cuál
será la primera pregunta que le propondrán.
Al fin, dan con la mejor: ¿Existe Dios?
Tras unos momentos de destellos luminosos, aparece
una ficha con la respuesta: AHORA SÍ."
DOS ERRORES - Aunque puede decirse que
todo lo que se muestra en la película aún
puede ocurrir, hay dos cosas que seguramente no
van a estar. Una es la concepción de la
memoria de HAL 9000, un enorme dispositivo que
hoy se reduciría a una caja de pocos centímetros
cuadrados. La otra es la nave que conduce al Dr.
Heywood Floyd (William Sylvester) desde la Tierra
a la plataforma espacial: nítidamente se
observan las letras de Pan-Am, porque seguramente
nadie imaginó en 1968 que esa compañía
pionera desaparecería en los próximos
años.

BROMAS Y DOLOR - La famosa computadora
HAL 9000, que controla la nave Discovery, juega
al ajedrez con los astronautas, habla con voz
profunda (de Douglas Rain) y llega a experimentar
sentimientos y comportamientos humanos, debe su
nombre a un chiste: simplemente se tomaron las
letras anteriores a las tres que componen IBM.
No hay chiste en cambio con la terrible agonía
de la computadora cuando es desconectada por David
Bowman (Keir Dullea), en lo que se ha definido
como el asesinato más lento y cruel de
la historia del cine.
SECUELAS - En 1984, la Metro utilizó
otra novela de Clarke para realizar una secuela
llamada 2010, dirigida esta vez
por Peter Hyams. El impacto ya no fue el mismo
al no tener un director con la fuerza y el temperamento
de Kubrick. Keir Dullea aparecía brevemente
como un fantasmal Bowman. Hacia 1998 se especuló
que Clarke (80) y Kubrick (69) se volverían
a juntar para filmar la tercera novela titulada
3001, donde reaparece el otro
astronauta Frank Poole (Gary Lockwood), que flotó
mil años en el espacio luego de ser expulsado
de la nave Discovery por la computadora HAL 9000
(Kubrick falleció en 1999).
* La nota fue publicada
en el libro del mismo autor: El cine tal
cual era: Recuerdos desde la butaca (Fin
de Siglo, 2008). |