LA VUELTA DEL CINE CATÁSTROFE
El mar se come la
tierra; una de las fotos que integran los
afiches de la película.
El pasado viernes 28 de mayo se estrenó
mundialmente El día después
de mañana (The Day After
Tomorrow), ejercicio de cine catástrofe
co-escrito y dirigido por el alemán
Roland Emmerich, el mismo realizador de
películas como Stargate:
La puerta del tiempo (1994), Día
de la Independencia (1996) y Godzilla
(1998), entre otras de igual o mayor importancia.
Denominado
por algunos compatriotas suyos como el "Steven
Spielberg alemán" Emmerich ha
tenido muy buenos resultados con sus labores
en taquilla, y este nuevo trabajo probablemente
supere la barrera de los 100 millones de
dólares solo en Estados Unidos.
Dennis
Quaid (Traffic, Desafío
al tiempo, El poder del
amor, Bienvenidos al paraíso,
Sospechoso, Muerto
al llegar, Viaje insólito)
es el protagonista de El día
después de mañana.
No hace mucho lo pudiste ver en Lejos
del paraíso, de Todd Haynes,
y en breve lo verás en el thriller
Cold Creek Manor, junto
a Sharon Stone y bajo dirección de
Mike "Adiós a Las Vegas"
Figgis, además de en la nueva versión
de El Álamo. Hombre
de larga trayectoria Quaid tuvo que lidiar
(y de ahí sus esporádicas
apariciones en la pasada década)
con su adicción al alcohol. Lo acompaña
el joven Jake Gyllenhaal (Donnie
Darko, Una buena chica,
La vida continúa,
Cielo de octubre) y el
veterano Ian Holm (La Comunidad
del Anillo, El secreto
de un poeta, El dulce porvenir,
Las locuras del Rey Jorge,
Alien: El octavo pasajero),
entre otros.
¿DE
QUÉ VA LA COSA?
A diferencia,
justamente, de Día de la
Independencia, El día
después de mañana
no encierra tanto de ciencia ficción
sino algo que podría darse en un
futuro no muy lejano con el planeta Tierra.
¿Qué
pasaría si estuviéramos al
borde de una nueva Era de Hielo? Ésta
es la pregunta que tiene obsesionado al
climatólogo Jack Hall (Dennis Quaid).
La investigación de Hall indica que
el calentamiento global podría provocar
un cambio abrupto y catastrófico
en el clima del planeta. Los extractos glaciales
que han perforado en la Antártida
revelan que un fenómeno de esta índole
sucedió antes, diez mil años
atrás. Y ahora está alertando
a las autoridades de que podría volver
a suceder si no actúan con presteza.
Pero su advertencia llega demasiado tarde.
Todo comienza
cuando Hall ve cómo se desprende
de la Capa de Hielo de la Antártida
un pedazo del tamaño de Rhode Island.
Después, una serie de graves eventos
climatológicos comienzan a suceder
alrededor de la Tierra: granizos del tamaño
de una toronja sacuden Tokio, huracanes
cuyos vientos rompen récords azotan
Hawaii, una nevada cae en Nueva Delhi, y
luego una serie de tornados deja devastado
a Los Ángeles.
Una llamada
de un colega en Escocia, el Profesor Rapson
(Ian Holm), confirma los peores miedos de
Jack: estos intensos eventos climatológicos
son síntomas de un masivo cambio
global. El derretimiento de los casquetes
polares ha derramado demasiada agua dulce
en los océanos y ha alterado las
corrientes que estabilizan nuestro sistema
atmosférico. El calentamiento global
ha llevado al planeta más allá
de sus extremos y lo ha colocado en vísperas
de una nueva Era de Hielo. Y todo sucederá
durante una mega tormenta global.
Mientras Jack previene a la Casa Blanca
del inminente cambio climático, su
hijo de 17 años, Sam (Jake Gyllenhaal),
se encuentra atrapado en la ciudad de Nueva
York, donde él y sus amigos han estado
compitiendo en un concurso académico.
Ahora Sam deberá lidiar con la severa
inundación y las gélidas temperaturas
de Manhattan. Después de haberse
refugiado en la Biblioteca Pública,
el adolescente logra contactar a su padre
por teléfono. Jack solamente tiene
tiempo para darle una advertencia más:
quédate adentro pase lo que pase.
Una vez
que comienzan evacuaciones masivas hacia
el sur, Jack se dirige a la ciudad de Nueva
York para salvar a Sam. Pero ni siquiera
Jack está preparado para lo que está
a punto de pasarle a él, a su hijo
y a su planeta.
NATURALEZA
FEROZ
Nuevamente Emmerich hace pelota al Planeta
Tierra aunque el equipo mismo, durante la
filmación, tuvo que soportar fenómenosmeteorológicos
en carne propia.
En julio
de 2002, durante la preproducción,
una mortal granizada azotó la región
central de China. Los granizos eran del
tamaño de huevos y la tormenta mató
a 25 personas y dejó a numerosas
víctimas con heridas graves en la
cabeza. La tempestad arrancó árboles,
despedazó cientos de parabrisas de
automóviles, provocó grandes
apagones y destruyó algunos edificios
en la zona norte de la provincia de Henan.
Al mes siguiente,
regiones de Europa fueron devastadas por
lo que se llegó a catalogar en ese
continente como las "Inundaciones del
Siglo". Durante casi tres semanas,
lluvias torrenciales sacudieron las zonas,
inundando el sistema de tren subterráneo
de Londres, diezmando viñedos y huertos
de olivos al norte de Italia, y llevándose
a turistas que se encontraban en la costa
del Mar Negro en Rusia. Al menos, 108 personas
murieron y cientos de miles tuvieron que
ser evacuadas.
En noviembre,
tan sólo tres días después
de que diera inicio la fotografía
principal en Montreal, Estados Unidos fue
objeto de severos climas y tornados. Solamente
en un día, un total de 75 tornados
tocaron tierra, provocando la muerte de
36 personas y daños en trece estados.
Además, la producción sufrió
a lo largo de cuatro meses lo que pudo haberse
convertido en uno de los inviernos más
gélidos en la historia de Montreal,
con temperaturas que, en numerosas ocasiones,
llegaron a alcanzar durante el día
los - 25º C.
En un ejemplo
incluso más extraño de cómo
la vida imita al arte, la capa de hielo
Larsen B en la Antártida cayó
al mar en marzo de 2002; pocas semanas después
de que Emmerich y Nachmanoff habían
escrito un escena que describía su
colapso. "En aquel entonces hicimos
la broma de que deberíamos de empezar
a filmar cuanto antes o si no íbamos
a hacer un documental", comentaba
Emmerich.
En vista de que estos eventos de la vida
real estaban sucediendo a la par con la
preproducción y filmación
de la película, Emmerich, Gordon
y Nachmanoff decidieron que El día
después de mañana
tenía que reflejar tan precisamente
como fuera posible las teorías científicas
modernas con respecto al calentamiento global.
"En el núcleo de cualquier
'película de desastres'
siempre tiene que existir algo verdadero,
algo real, para que el público se
pueda identificar con ello", afirmaba
Emmerich. "Lo que ya sabemos acerca
del calentamiento global y los cambios climatológicos
nos ha proporcionado un gran fundamento
verídico para la película,
y eso afecta directamente la credibilidad
de los personajes y del mundo que hemos
creado para ellos", concluía
el realizador.
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COMO PARA
ENTRAR EN CLIMA

La Estatua de la Libertad
casi sumergida; otro de los afiches promocionales.
El cine catástrofe en sí ha
tenido muchísimo que ver con fenómenos
meteorológicos, gentileza del gran
trabajo desplegado por los artesanos de
efectos especiales. A pesar de que tuvo
su gran auge en la década del ´70,
el mismo ya venía marcado por películas
donde se podían apreciar numerosos
desastres, como el volcán de Los
últimos días de Pompeya
(1935) de Ernest B. Schoedsack y con efectos
del troesma Willis "King Kong"
O´Brien, el terremoto de San
Francisco (W. S. Van Dyke II, 1936),
donde el equipo llegó a filmar parte
de la construcción del famoso Golden
Gate, y especialmente el Huracán
(1937) de John Ford, que se daba en la Polinesia
y que tuvo su remake homónima 42
años después, gracias al productor
Dino de Laurentiis, además de Cuando
los mundos chocan (Rudolph Maté,
1951), que terminó llevándose
el Oscar a Mejores Efectos Especiales e
inspiró en cierta manera a la espectacular
y muy bien hecha Impacto profundo,
dirigida por Mimi Leder y co-escrita por
el talentoso y subvalorado Bruce Joel Rubin,
en 1998.
Los ´70,
claro, constituyeron el gran boom del género,
y uno de sus más fehacientes impulsores
fue el ya fallecido Irwin Allen, que llegó
a producir recordados trabajos como La
aventura del Poseidón (Ronald
Neame, 1972) y secuela, dirigida por el
propio Allen en 1979, quien 5 años
antes había co-dirigido Infierno
en la torre junto a John Guillermin.
Pero el puntapié inicial de la época
fue Aeropuerto (George
Seaton, 1970), que cosechó varias
nominaciones al Oscar y originó tres
secuelas: Aeropuerto ´75
(con Linda "Camino al infierno"
Blair), ´77 (con
Christopher Lee) y ´79
(con Sylvia "Emanuelle" Kristel).
La pantalla grande también padeció
un Terremoto (Mark Robson,
1974) y una Avalancha (Corey
Allen, 1978), mientras que la televisión
llegó a emitir Condominium
(aquí la dio Canal 4), donde olas
gigantes arrasaban una zona balnearia.
El
segundo lustro de la década del ´90,
entre una notoria crisis de ideas en Hollywood
(hoy día la cosa es peor) e imágenes
generadas por computadora que iban en veloz
desarrollo, fue testigo de la resurrección
del cine catástrofe y en general
con ejemplos impresionantes en materia de
efectos especiales y hasta de historias
en sí. Prueba de esto último
fue la oscarizada Titanic
(James Cameron, 1997), la ya mencionada
Impacto profundo, a propósito
de meteorito que cae en el océano
y con quince minutos de efectos finales
para el asombro, y Una tormenta
perfecta (Wolfgang Petersen, 2000),
inspirada en un hecho real ocurrido en 1991
y que, a pesar de ser un poco extensa, tenía
cierta solidez en la historia y sus personajes,
del mismo modo que Impacto….
Otra que dio que hablar al momento de fabricar
desastres fue La furia de la montaña
(Roger Donaldson, 1997) y su erupción
volcánica, algunos momentos (computarizados,
claro) de Volcano (Mick
Jackson, 1997) y la ultrapromocionada Armageddon
(Michael Bay, 1998).
Habíamos dejado de lado El
núcleo (Jon Amiel, 2003),
ya que no la vimos por no tener el pase
libre durante 2003. En breve les traeremos
la reseña de El día
después de mañana,
algunos comentarios de El núcleo
(que ya está editada en DVD y VHS)
y un repaso a los trabajos principales (y
también menos conocidos) de Roland
Emmerich. |