
                                        Título original: Punch-drunk 
                                        love
                                        País y año de producción: 
                                        Estados Unidos, 2003
                                        Dirección: Paul 
                                        Thomas Anderson
                                        Guión: Paul Thomas 
                                        Anderson
                                        Con: Adam Sandler, Emily 
                                        Watson, Philip Seymour Hoffman
                                        Duración: 94 minutos
                                        Calificación: 
                                        No apta para menores de 12 años
                                        Género: Comedia 
                                        / Drama / Romance
                                        Sitio Web: http://www.punchdrunklove.com/
                                      
                                        
                                        
                                        
                                        Reseña argumental: Barry 
                                        Egan (Adam Sandler) es un confiable hombre 
                                        de negocios a cargo de una pequeña 
                                        empresa de artículos para baño. 
                                        Bajo su aparente aspecto de hombre sumiso 
                                        y calmo, se esconde un carácter 
                                        explosivo e incontrolable, tal vez acentuado 
                                        por sus siete hermanas, para las que Barry 
                                        nunca ha dejado de ser el niño 
                                        pequeño de la casa. Pero en el 
                                        denso torbellino de emociones que lo torturan, 
                                        parece surgir un rayo de luz, cuando Lena 
                                        (Emily Watson) entra en su vida. Esta 
                                        original comedia romántica marca 
                                        un cambio en la carrera del talentoso 
                                        Paul Thomas Anderson (Hard Eight, 
                                        Juegos de placer, Magnolia) 
                                        que aquí propone una historia supuestamente 
                                        luminosa y encantadora. Palma de Oro a 
                                        Mejor Director en Cannes 2002.
                                        
                                        
                                        
                                      
                                      
                                      Con tan solo tres películas, 
                                        PT Anderson ya había llegado a 
                                        una temprana culminación. La extensa, 
                                        por momentos excesiva Magnolia 
                                        (1999), llevaba los rasgos estéticos 
                                        del director a su límite. Es decir, 
                                        todo lo que uno notaba parcialmente en 
                                        Vivir del azar (Hard 
                                        Eight, 1996) y Juegos de placer 
                                        (Boogie Nights, 1997), era puesto en evidencia. 
                                        Por eso un cambio era necesario. Un film 
                                        que rompiera con lo que uno podría 
                                        llegar a esperar de Anderson sin que se 
                                        tratara de un producto adocenadado o impersonal. 
                                        Entonces llega Embriagado de amor 
                                        (Punch-drunk love, 2002).
                                        
                                        
                                        Si bien, hasta ahora, todos los trabajos 
                                        de PT Anderson habían tratado directa 
                                        o indirectamente con la idea de la familia, 
                                        generalmente rota, y como los individuos 
                                        necesitaban ese contexto familiar, aunque 
                                        debieran construirse en base a otros lazos, 
                                        a veces dentro de entornos no bien vistos 
                                        por la sociedad (solo basta recordar a 
                                        los jugadores de Vivir… 
                                        o a los pornógrafos de Juegos…), 
                                        éste, en vez de tomar más 
                                        a un grupo de seres humanos como objetivo 
                                        de su (muy compasiva) mirada, toma a un 
                                        individuo particular: Barry Eagan.
                                        
                                        
                                        Que Barry sea interpretado por Adam Sandler 
                                        no es casual. Tal vez todo esto sea una 
                                        sorpresa para críticos perezosos 
                                        y espectadores prejuiciosos, pero Anderson 
                                        ha realizado la película de Sandler 
                                        que debería terminar con todas 
                                        las películas de Sandler. Me explico:
                                        
                                        
                                        A través de su filmografía 
                                        (porque es mucho más responsable 
                                        que se trata de sus películas, 
                                        dado que, salvo en este caso, no hay un 
                                        director verdadero detrás de sus 
                                        trabajos, y podría considerársele 
                                        como el mayor ejecutor de estos), Sandler 
                                        ha hecho un tratado sobre la furia. Sus 
                                        personajes (como Little Nicky, como el 
                                        aguador) son seres simples, un poco tontos, 
                                        infantiles, pero en realidad honestos, 
                                        que se enojan porque el mundo simplemente 
                                        no los toma en cuenta o directamente se 
                                        burla de ellos. Entonces crean un mundo 
                                        interior, basado en su necesidad de pertenecer 
                                        a algún lado. Pero sus películas 
                                        no tratan acerca de superar ese mundo 
                                        y pertencer al mundo "real" 
                                        (que es horrible, tanto en las películas 
                                        de Sandler como fuera del cine), sino 
                                        de llevar a otros, quizás un poco 
                                        mejor ajustados, para que se dieran cuenta 
                                        de que no estaba nada mal. Una especie 
                                        de contradicción entre el deseo 
                                        de ser aceptado y el aferrarse a uno mismo. 
                                        Estas criaturas sandlerianas están 
                                        llenas de ira, y ésta tiende a 
                                        explotar cuando alguien se atreve a reír 
                                        de sus idiosincracias. A veces, incluso, 
                                        deben aprender a manejar esa rabia y utilizarla 
                                        para llevar sus vidas a buen puerto. 
                                        
                                        
                                        Todo esto ocurre en Embriagado…. 
                                        Es decir, se trata más de una película 
                                        Sandler que de una película Anderson, 
                                        al menos en la parte temática. 
                                        La constitución del guión 
                                        de una película como La 
                                        mejor de mis bodas (The Wedding 
                                        Singer, Frank Coracci, 1997, mi favorita 
                                        de Sandler), por poner un ejemplo, se 
                                        basa en la siguiente combinación: 
                                        perdedor querible + interés romántico 
                                        + lucha contra el mal. El resultado es 
                                        final feliz.
                                        
                                        
                                        El hecho de que estas películas 
                                        sean comedias hace que casi nadie las 
                                        tome en cuenta, que nadie siquiera intente 
                                        analizarlas un poco. Que Sandler sea un 
                                        (gran) comediante proveniente de la TV 
                                        américana sólo empeora las 
                                        cosas. Y que el humor de todos esos films 
                                        sea muy gracioso ya es directamente imperdonable 
                                        por mucha gente seria. Lo cual demuestra 
                                        el nivel de miopía de los seres 
                                        humanos. Anderson, sin embargo, no es 
                                        un miope y vio lo que la mayoría 
                                        de los seres humanos dejaron pasar por 
                                        alto.
                                        
                                        
                                        Y es que tanto el universo PT Anderson 
                                        como el universo Adam Sandler no están 
                                        nada lejanos. Ambos están obsesionados 
                                        con la furia, la opresión, la incomodidad, 
                                        la incomunicación. Son seres que 
                                        ven el mundo al lado suyo y quieren gritar 
                                        por el espanto que contemplan. Pero lo 
                                        expresan de formas diferentes, y Anderson 
                                        logró con mayor suerte que su mensaje 
                                        fuera escuchado. Aparentemente el policia 
                                        interpretado por John C.Reilly en Magnolia 
                                        es más convincente que el Sr. Deeds, 
                                        aunque sean bastante parecidos. 
                                        
                                        
                                        Quizás esto se deba a que en su 
                                        mayor parte toda la filmografía 
                                        de PT es completamente seria. Con la excepción 
                                        de ciertos tramos de Juegos de 
                                        placer , la única película 
                                        con leves atisbos de ironía de 
                                        Anderson, todos sus films son parcos. 
                                        El humor es casi nulo en Magnolia 
                                        y directamente inexistente en Vivir 
                                        del azar. Lo cual no quiere decir 
                                        que sus films sean maratones de depresión 
                                        insufribles y aburridos. Más bién 
                                        todo lo contrario. Esto se debe no solo 
                                        al estilo frenético y exaltado 
                                        que transmiten constantemente Juegos… 
                                        y Magnolia (Vivir... 
                                        es su film más calmo en este sentido), 
                                        sino a la completa falta de distancia 
                                        en la mirada de Anderson. Su cine esta 
                                        lleno de emociones, no hay ni la menor 
                                        frialdad, lo cual nos lleva a aceptar, 
                                        por ejemplo, una lluvia de ranas cerca 
                                        del final de Magnolia 
                                        sin que por un momento dudemos de la credibilidad 
                                        de algo tan poco probable.
                                        
                                        
                                        Embriagado de amor resulta 
                                        un film en que dos mentes poderosas como 
                                        la de Sandler y la de Anderson se encuentran, 
                                        demostrando sus pocas diferencias y sus 
                                        muchas coincidencias. Pero ambos se encuentran 
                                        depurados, sacándose de encima 
                                        las cosas que no eran esenciales en su 
                                        cine, para que se escuche fuerte y claro 
                                        todo lo que tienen que decir. Es entonces 
                                        que Embriagado… 
                                        es un film incómodo, extraño, 
                                        lleno de momentos en que uno no sabe si 
                                        reírse o qué. 
                                        
                                        
                                        Barry Eagan (Sandler) es un ser solitario, 
                                        alienado, que trabaja en un negocio que 
                                        vende unas sopapas aparentemente irrompibles. 
                                        Sin prológo, introducción 
                                        o preámbulo se nos introduce en 
                                        la primera escena de la película. 
                                        Barry esta sólo, en su oficina, 
                                        aparentemente trabajando antes de hora. 
                                        Cabe remarcar que en esa primera escena 
                                        la cámara lo encuentra en un plano 
                                        general, apretado en un costado del cuadro 
                                        (Anderson siempre usa formato wide), en 
                                        un escritorio lamentable y con un traje 
                                        azul chillón que le queda un poco 
                                        apretado (aquellos que vayan a verla observen 
                                        con cuidado, a medida que la película 
                                        avanza, el traje de Sandler, que le empieza 
                                        a quedar un poco más suelto, y 
                                        da la sensación de que camina más 
                                        libremente). Cuando alguien le pregunte 
                                        posteriormente por qué está 
                                        usando ese traje el simplemente va a decir: 
                                        "No sé…".
                                        
                                        
                                        De la misma forma en que Barry trabaja 
                                        en un lugar opresivo, impersonal y desagradable, 
                                        también vive en un edificio de 
                                        apartamentos con las misma características. 
                                        Su vida es básicamente un infierno, 
                                        y a ese infierno contribuye mucho su familia, 
                                        constituida por siete hermanas que lo 
                                        presionan y lo martirizan, contando alegremente 
                                        traumas infantiles de Barry como si fueran 
                                        chistes, cuando en realidad se deberían 
                                        tratar más seriamente. Sandler 
                                        se muestra en la escena de la cena familiar 
                                        a la defensiva, asustado, con miedo de 
                                        lo que pasa al lado suyo (cuñados 
                                        y especialmente hermanas), pero también 
                                        de sí mismo (el manejo facial y 
                                        corporal del sr. Adam es increíble). 
                                        Toda esa opresión hace que Barry 
                                        explote en arranques de furia absurda 
                                        y súbita. Explosiones que el espectador 
                                        comprende y comparte, dado que la película 
                                        tiene un tono absolutamente subjetivo, 
                                        que lleva a quien la ve a la cabeza de 
                                        Barry. Esto se debe no solo al extrañísimo 
                                        ritmo y estilo de la película o 
                                        a la percusiva, discordante banda sonora 
                                        de Jon Brion, sino también a que 
                                        es una película sin desvíos 
                                        de personajes. El film nunca se separa 
                                        del todo de Barry-Adam, no considera otros 
                                        puntos de vista de la situación. 
                                        Incluso una subtrama que parecía 
                                        tener importancia (los budines y las millas 
                                        de viaje) es cerrada imprevistamente. 
                                        Y esta falta de elementos accesorios hace 
                                        que uno quiera y acepte a un personaje 
                                        que en otros ojos solo sería un 
                                        tonto, un loco, un perdedor, o, en el 
                                        mejor de los casos, un simple excéntrico. 
                                        
                                        
                                        
                                        Aparte, Barry esta sólo. No sabe 
                                        comunicarse con los demás, porque, 
                                        como él dice, no sabe cómo 
                                        es la otra gente. Esa soledad incluso 
                                        lo lleva a llamar a una línea de 
                                        sexo telefónico. Necesita hablar 
                                        con alguien, aunque sea sólo a 
                                        través del teléfono. Los 
                                        encuadres encuentran a Barry alienado 
                                        en su propio hogar. Un ejemplo es cuando 
                                        está sentado, apretado tanto por 
                                        la mesa a su lado como por el mueble que 
                                        tiene a su otro costado, para que luego 
                                        la cámara haga un paneo y deje 
                                        a Barry hacia un costado, revelando todo 
                                        un espacio desocupado que no habíamos 
                                        visto antes. La charla telefónica 
                                        no hace nada más que incrementar 
                                        ese aislamiento y sensación de 
                                        incomodidad, como demuestra el corte "hachazo" 
                                        con el que se pasa desde el final de la 
                                        conversación hacia el dormitorio 
                                        de Barry (una secuencia que no dura nada, 
                                        y que deja al espectador perplejo). Pero 
                                        además de incrementar esos sentimientos 
                                        negativos, le trae aún más 
                                        problemas cuando la mujer con la que habló 
                                        le intente chantajear y luego mande a 
                                        cuatro "hermanos rubios" para 
                                        que lo golpeen.
                                        
                                        
                                        Lo que Barry necesita es a alguien que 
                                        lo entienda y que lo acepte como es. Ese 
                                        alguién que aparece en su vida 
                                        es Lena Leonard, interpretada por Emily 
                                        Watson, lo cual ya quiere decir algo. 
                                        Watson tiene, o al menos parece poseer, 
                                        una cualidad extraordinaria que podríamos 
                                        llamar gracia, una especie de encanto 
                                        angelical, que hace que ilumine cada escena 
                                        en que aparece. Incluso parecería 
                                        que un halo de luz la acompaña 
                                        en sus apariciones en pantalla (la película 
                                        esta llena de súbitas luces, generalmente 
                                        en líneas, que confunden al espectador). 
                                        Lena es un ser inteligente, adorable y 
                                        decidido. Es ella la que decide que es 
                                        momento de conocer a Barry. En su primera 
                                        cita como "pareja" (quizas la 
                                        escena más incómoda del 
                                        film), se revela a sí misma, contándole 
                                        cómo dejó el auto a propósito 
                                        en el depósito donde trabaja Barry, 
                                        solo para poder conocerlo luego de haberlo 
                                        visto en una foto que tenía su 
                                        hermana. Se muestra a sí misma 
                                        tal como es y fuerza a Barry a hacer lo 
                                        mismo. Lo cual puede ser un problema, 
                                        porque Barry se encuentra muy a menudo 
                                        mintiendo y negando lo que le sucede para 
                                        sentirse parte de lo que lo rodea. "A 
                                        veces no me gusto a mí mismo" 
                                        confiesa Barry a su cuñado, pero 
                                        Lena logrará, con toda su decisión 
                                        y amabilidad, que Barry se dé cuenta 
                                        de lo que le sucede, que lo acepte (como 
                                        cuando le confiesa a Lena que rompió 
                                        el baño del restaurant al que fueron 
                                        en su primera cita) y que utilice toda 
                                        esa fuerza que mantenía oculta 
                                        y que solo salía negativamente, 
                                        para llegar a un final feliz.
                                        
                                        
                                        Esto sucede después de que Barry, 
                                        presionado por demasiados lados (hermanas, 
                                        chantajeadores telefónicos, matones 
                                        rubios) decida irse a Hawaii a buscar 
                                        a Lena, a escapar de lo que lo está 
                                        matando y poder tomar conciencia y perspectiva 
                                        de todo. Necesita aferrarse a un punto 
                                        estable y eso es la decidida Lena, que 
                                        siempre debe dar los primeros pasos. Pero 
                                        Barry no es tonto, y entiende esto. Por 
                                        ello, e incluido por esa característica 
                                        de Lena, va a poner un orden a lo que 
                                        le sucede. Y va a ser feliz. Pero no esa 
                                        felicidad de arco iris, pajaritos y almas 
                                        bellas. Barry, como Bjork, va a ser "violentamente 
                                        feliz". "Tu rostro es tan 
                                        adorable que me gustaría agarrar 
                                        un martillo y rompértelo en cuarenta 
                                        mil pedazos" le dice Barry a 
                                        Lena, que no se queda atrás y le 
                                        contesta "Amaría sacarte 
                                        los ojos y después morderlos y 
                                        comerlos". El amor, en este 
                                        film, es un sentimiento de exaltación, 
                                        al igual que la furia y la violencia. 
                                        Y la felicidad que siente tanto Barry 
                                        como el espectador, al final, es demasiado 
                                        abrumadora. Tanto que dan ganas de agarrar 
                                        a alguien que uno quiere y abrazarlo demasiado 
                                        fuerte hasta que se salgan los pulmones 
                                        por la boca.