LA
CONSOLIDACIÓN DEFINITIVA

Desde el pasado 28 de octubre al 3 de noviembre
tuvo lugar en Buenos Aires la quinta edición
del BARS, un festival que a esta altura es un
referente absoluto al momento de dar a conocer
los trabajos de corte fantástico más
importantes que se producen en el mundo, con muchos
materiales independientes y dando especial hincapié
a una producción argentina que está
comenzando a crecer. Esta vez el evento copó
el Complejo Tita Merello, de Suipacha y Lavalle,
exhibiendo funciones en las tres salas, a diferencia
del año pasado donde solo funcionaba el
recinto principal. También se superó
la cantidad de espectadores; 7.500 en total, respecto
a los 5.000 de la edición anterior; todo
en una semana. Mejoró el nivel de películas,
esta vez seleccionadas para competir, e incluso
la organización, hecha por muy pocas personas
pero que lograron dar forma a un festival que
viene pisando cada vez más fuerte, repercutiendo
a nivel local e internacional.
Hubo sección
competitiva de cortos y largos, otra de cortos,
medios y largometrajes fuera de concurso (que
incluían clásicos, preestrenos y
películas que no pasarán por circuito
comercial), un panorama argentino, un espacio
dedicado al cine fantástico mexicano con
merecida retrospectiva al desconocido Christian
González (más de 70 películas
en menos de 20 años) y con el apoyo de
la Embajada de México en Buenos Aires,
una muestra de cine hindú y un homenaje
a Narciso Ibáñez Menta. Y hablando
de desaparecidos también estuvo la versión
"faustiana" de El agujero en
la pared (1982), dirigida por el recientemente
fallecido David José Kohon, que se había
estrenado en Argentina en junio de 1982, durante
los últimos días de la Guerra de
Malvinas, lo que hizo que pasara casi desapercibida
en su momento.
Y una cosa importante:
el buen trato que siempre ha dado el BARS a la
prensa extranjera, en medio de la locura y el
caos que implica la organización de un
festival entre tan pocas personas. Queremos agradecer
especialmente (y en orden alfabético) a
Darío Lavia, Maggie Maslach, Pablo Sapere,
Gabriel Schipani y toda la gente (actores, realizadores,
guionistas, colaboradores) que anduvo en la vuelta.
DE LO QUE SE VIO: EUROPA Y ASIA

Savage Island
Una verdadera sorpresa fue Rojo Sangre
(2004), escrita y protagonizada por Jacinto Molina
(o Paul Naschy, su seudónimo cuando actuaba).
De rabiosa tendencia autobiográfica Naschy
interpreta a un veterano actor desocupado que
mientras sale a buscar trabajo va conociendo distintos
realizadores jóvenes que ignoran el exitoso
pasado del protagonista en cine, y también
a viejos conocidos que ya ni se acuerdan de él
(en 1993 la Filmoteca de Madrid le había
rendido un homenaje). Eso no solo hace que el
personaje principal quede desconcertado sino también
que vuelque algunos inconformismos sobre la mecanizada
y desalmada sociedad de hoy día, canalizando
su rabia e impotencia a través de asesinatos
tan artísticos y llamativos como los cometidos
por Vincent Price contra aquellos que lo criticaban
como actor en Teatro de sangre
(Douglas Hickox, 1973), solo que las ambientaciones
teatrales (inspiradas en obras de Shakespeare)
son sustituidas por disfraces de Iván,
el terrible, y Jack, el destripador. Una historia
sólida, inteligente, fluida y con muy buenos
pasajes de suspenso y terror, no exenta de notables
toques de humor negro y un meticuloso trabajo
visual que evoca sus adoradas películas
de la Universal y la Casa Hammer.
De España
también pudimos ver otro largo, esta vez
experimental, titulado FAQ (2004),
que vislumbra en un futuro no muy lejano hechos
que se están dando de manera cada vez menos
sutil en el presente. En una sociedad futurista
donde el hombre es absolutamente manipulado, a
veces sin darse cuenta (como casi siempre), el
barcelonés Carlos Atanes logra un trabajo
más que interesante, enmarcándose
dentro de esos cineastas auténticos, diferentes,
dedicados a crear sus propias herramientas expresivas.
Su obra maneja conceptos "orwellianos"
y los pasea por autoridades, científicos
y hasta los propios medios de comunicación
(en este caso, la publicidad). El título
rima con "fuck" (el contexto de la película
da para una expresión como esa) pero en
realidad son las iniciales para Frequently Asked
Questions y por cierto que aquí tratan
de contestarse varias preguntas a través
de planteos utópicos cuyas conclusiones
saltan a la vista y hacen de su realizador un
hombre a seguir en sus futuros proyectos.
De Islandia y
en coproducción con Estados Unidos vimos
1.0 / One Point Zero (2004),
con Jeremy Sisto, Deborah Unger y Lance Henriksen
entre los protagonistas principales. Es inevitable
recordar el surrealismo de Eraserhead
(1978) de David Lynch y en especial el experimentalismo
de Pi (1998) de Darren Arronofsky
cuando vemos la historia de este programador informático
trabajando para una gran empresa, viviendo en
un edificio absolutamente gris y decadente, y
con personajes (habitantes de dicho lugar) que
se debaten entre un mundo real y el propio que
va creando el protagonista a través de
paranoias y persecuciones varias. A pesar de lo
extenso del relato los directores Jeff Renfroe
y Marteinn Throsson se las ingenian para sumergir
al espectador en las convincentes atmósferas
que crean e incluso gracias a los perfiles y la
dimensión de peso de los distintos personajes
que se cruzan con este experto en computación
al que comienzan a sucederle cosas inexplicables
y que tratará de develarlas puerta a puerta.
Desde China llegó
El ojo (2002), de los hermanos
Oxide y Danny Pang. La historia gira alrededor
de una joven que recibe un transplante de córneas
para poder ver. Y lo logra, pero también
comienza a observar siluetas difusas, además
de otros espectros no muy amigables. A partir
de ahí, e inmersa en una paranoia total,
la joven decide salir en busca de la persona que
le había donado las córneas, junto
a un psiquiatra. Filmada en Hong Kong (lugar donde
nacieron los realizadores) y Tailandia la película
presenta pasajes absolutamente pavorosos, escenas
realmente aterradoras, reforzadas por un trabajo
de sonido como hacía tiempo no se veía
en una cinta de horror. La artesanía que
utilizan los Pang para transmitir el miedo y en
especial los lugares y momentos poco comunes que
se eligen para dar rienda suelta a las fantasmales
apariciones hacen de El ojo un
estupendo ejercicio terrorífico, sin dejar
de reconocer que la historia cuenta con algunos
minutos que podían haber quedado en la
sala de montaje.
De América
del Norte nos encontramos con la canadiense Savage
Island (ojo; no confundir con el bodrio
homónimo que protagonizó Linda Blair
hace ya un par de décadas), lugar donde
un niño es atropellado accidentalmente
y luego su extraña familia lo reclama...
a cambio del bebé de la pareja principal,
que había ido a la isla del título
por una reunión familiar. Ahí se
desencadena mucho suspenso y horror, que evoca
la demencia y la locura de las familias de El
loco de la motosierra (1974) de Tobe
Hooper, y Las colinas tienen ojos
(1977) de Wes Craven, además de algunas
tomas nocturnas de bosques que recuerdan a las
de El Proyecto Blair Witch (Daniel
Myrick y Eduardo Sánchez, 1999), aunque
sin la sutileza de los mencionados antecedentes,
por más que la desesperación y la
violencia se hacen sentir, más allá
de algunos actores que de tan malos que son restan
algo de credibilidad a un asunto que pudo haber
acentuado aún más el terror de los
climas que se intentaban fabricar.
USA Y ARGENTINA

Tremendo amanecer
Bajando un poco en el mapa llegamos a Estados
Unidos para Capitán Sky y el Mundo
del Mañana (2004), personalísimo
trabajo del joven debutante Kerry Conran y un
declarado homenaje a las viejas seriales cinematográficas
(Buck Rogers, Flash Gordon),
a sagas como Star Wars e Indiana Jones (herederas
del cine que Lucas y Spielberg consumían
de pequeños) y fundamentalmente a clásicos
de ciencia ficción de la década
del ´50 (las referencias al comic tampoco
faltan a la cita), más que nada desde un
punto de vista conceptual y que se vuelcan en
las intenciones del villano de la película,
que preferimos no nombrarlo, ya que algunos nostálgicos
van a llevarse una sorpresa (digitalizada). Un
futuro retro (la acción se ubica a fines
de la década del ´30), sería
más bien la definición exacta, para
una obra que cuenta con un excelente diseño
de producción (todo digital, con actores
filmados en pantalla azul) aunque con una historia
que pudo haber sido mucho más fluida y
dinámica.
Llegando al "River
Plate", otro ejercicio que nos llamó
la atención fue Tremendo amanecer
(2004), película argentina en la que un
humano opta por convertirse en vampiro para dar
con el paradero de su amada, a través del
tiempo. Este no es un vampiro que huye de crucifijos
ni tampoco tiene colmillos, sino que canta y toca
la guitarra por la noche en un boliche, mientras
bebe el líquido rojo por estrictas cuestiones
de supervivencia, más que por placer. A
su cruce sale un policía corrupto y de
los más bajo, aparte de un curioso "Van
Helsing" que pone una pizca de bienvenido
humor a un relato que se vuelca más bien
(un poco como el Drácula
de Coppola y por qué no el del propio Bram
Stoker) hacia un costado más romántico
que terrorífico. Lo que resalta aquí
es la buena estética empleada por el guionista
y realizador rosarino Gustavo Postiglione, también
evocando al cine mudo a través de algunos
pasajes en blanco y negro (que recuerdan más
que nada a los de la notable Martín:
El amante del terror, aunque las intenciones
de George Romero eran otras), reforzada por la
fotografía de Héctor Molina y la
edición de Lucio García. Junto con
Mala carne (2003) de Fabián
Forte, que ya se había visto en la pasada
edición del BARS, otra vuelta original
al tratamiento de los vampiros en el Río
de la Plata, dentro de un cine fantástico
argentino que apunta a seguir creciendo.
Los inquilinos
del infierno (2004) es otro largo de
la vecina orilla, dirigido por Damián Leibovich
y Juan Cruz Varela, y se guarda algunos buenos
sobresaltos, dentro de una historia por ahí
algo extensa, que pudo ser más ágil
pero que igual tiene sus virtudes. Una joven alquila
un apartamento, luego del trágico suicidio
de su madre, aunque se da cuenta que los vecinos
y hasta el portero del edificio tienen actitudes
algo extrañas hacia ella. Si a eso se le
suman misteriosas desapariciones y espectros que
comienzan a deambular por su nuevo hogar... Esta
es una historia de fantasmas sostenida en parte
por la buena actuación de su protagonista
Ana Karina y también por algunos pasajes
donde lo visual termina pesando más que
un relato standard dentro de un subgénero
escasamente cultivado en el Río de la Plata
y que aquí logra salir a flote y con prestancia.
En el elenco también aparecen el veterano
y conocido actor Délfor Medina, y la mítica
y siempre llamativa Edda Bustamante, aquí
como médium que intenta combatir los espectros
del edificio.
El corto Argentina bizarra (1997)
de Gustavo Mendoza, por su parte, tuvo el mérito
de formar en tan solo 15 minutos un panorama realmente
medular y obviamente conciso del cine bizarro
argentino, a través de testimonios, como
el del conocido Diego Curubeto (periodista y autor
de Cine Bizarro: 100 años de películas
de terror, sexo y violencia) y otras
presencias (y voces) que van desde Isabel Sarli,
pasan por el Capitán Piluso (Alberto Olmedo)
y llegan a Narciso Ibáñez Menta,
de quien su realizador Mendoza está haciendo
un documental donde recoge testimonios sobre la
legendaria figura, recientemente fallecida. El
criterio de selección de Argentina
bizarra es sumamente meritorio (el propio
Mendoza nos confesaba que le sobraron horas y
horas de entrevistas). Entre el terror, la psicodelia,
lo exploitation y otros subgéneros no menos
representativos, este trabajo también está
contado con mucho humor y del bueno; en un momento
dos hombres pelean con leños encendidos
escuchándose de fondo el sonido de sables
láser, dignos de Star Wars. Un espacio
aparte merece la voz diáfana de un locutor
anunciando a El vampiro negro
(1953) de Román Viñoly Barreto no
solo dando una reseña de la historia sino
también haciendo un análisis de
la obra, entonado al mejor estilo de un alumno
de escuela al que la maestra lo está escuchando.
Fue curiosa la
inclusión en el BARS de una secuela como
la de Noche de brujas, la quinta parte y en celuloide.
En 1991 los afiches para cine de esa película
estaban circulando por los distintos videoclubes
uruguayos. Se iba a dar en circuito comercial
con el título de Halloween 5: La
venganza de Michael Myers (1989) pero
al final la editó la desaparecida editora
UVH, vinculada básicamente a producciones
independientes, como ésta, donde al pobre
director y co-guionista Dominique Othenin-Girard
le cayeron con todo por el resultado que, a pesar
de su simpleza, tiene un llamativo trabajo fotográfico
de Robert Draper y algunas escenas muy bien hechas
(si vamos al caso el gran bodrio fue la sexta
parte, que la tomó Dimension Films, le
agregó los condimentos más caros
y resultó de lo más insulso dentro
de la extensa saga). De todas maneras Othenin-Girard
estaba fulero, y prueba de eso fue la co-dirección,
junto al argentino Jorge Montesi, de La
Profecía IV: El despertar (1991),
producto concebido para la televisión norteamericana
y que en Uruguay proyectó el desaparecido
cine California. Luego se dedicó a hacer
películas eróticas para la TV cable.
ÁREA 4: URUGUAY

RedRat: La rata retobada (2004) de nuestro
compatriota Guillermo Kloetzer fue el trabajo
que al final fue elegido como Mejor Cortometraje
del BARS 2004. Un roedor de laboratorio resucita
luego de un experimento y sale en busca de su
piel perdida, cayendo accidentalmente en un conflictivo
triángulo amoroso. Méritos hay varios,
comenzando por la novedad del cadáver real
de una rata animado por el grupo Títeres
Gira-sol (ganador de 9 premios Florencio) y siguiendo
por el buen humor que Kloetzer le otorga a la
historia (los personajes doblados al mejor estilo
de las traducciones hispanas de películas
que vemos en televisión abierta, a modo
de ironía, por ejemplo) hacen de RedRat
una obra llamativa hasta por su elaborada banda
sonora. El corto llegó a ser seleccionado
para el Festival Internacional de Cine Fantástico
de Sitges.
Kloetzer es parte
de Área 4, compuesta por jóvenes
realizadores de materiales fantásticos
y bizarros, egresados y estudiantes de la Escuela
de Cine del Uruguay, entre los que figura Maximiliano
Contenti, quien ya había presentado sus
trabajos en anteriores ediciones del Buenos Aires
Rojo Sangre. Su notable labor Miedo
se hizo acreedora al premio a Mejor Cortometraje
en el International Student Film Festival de Hollywood.
También fue responsable de otra brillante
obra titulada Mi domingo, sobre
la rutinaria jornada dominical de un teenager
y por la cual ganó el premio George Méliès
en el XXI Concurso de Cortos organizado por la
Embajada de Francia.
En estos momentos
(noviembre-diciembre, 2004) la gente de Área
4 está llevando a cabo una muestra con
sus trabajos ("Corto-circuito"; ver
más información en nuestra página
de "Cortitas y al pie") durante los
fines de semana en algunos boliches de Montevideo
(La Commedia, Amok und Oma y Living), entre los
que figuran la estupenda El rinrajista,
un falso documental con participaciones de Julio
César Gard ("en lo que tiene relacióne...
con el acápite") y Sánchez
Padilla, y la extravagante y no por eso menos
interesante La cabeza de Darwin
(las dos dirigidas por Guillermo Kloetzer y protagonizadas
por El Gran Gustaf) donde el protagonista es un
obsesionado por las mujeres que se deja llevar
por un producto que supuestamente le da la posibilidad
de conquistarlas aunque por debajo también
corre el tema de los estragos que en él
producen los efectos de la publicidad televisiva.
Los otros dos
integrantes de Área 4, Manuel Facal y Pablo
Praino, están en la postproducción
de un largometraje de terror nacional titulado
Achuras y del que ya se están
viendo los avances. Facal, el director, ya había
ganado premios en el Video Relámpago 2003
organizado por Cinemateca Uruguaya (entre estos
el de "Mejor Ficción Editada"
y "Mejor Realizador Joven" por Artsifartsi:
Un plan ambicioso), mientras que Praino,
co-guionista y productor de Achuras,
había dirigido la graciosa historia Una
de kung-fu, sobre malentendidos amorosos
que terminan en una descomunal y bizarra pelea
de artes marciales, con barrenderos incluidos.
La misma también integra la programación
de "Corto-circuito" y llevó premio
en Video Relámpago 2004.
DARNA MANA HAI:
TERROR HINDÚ
por Adrián
Fedele, desde Buenos Aires

Se dice que la industria cinematográfica
que más films produce por año no
es, como todos piensan, Hollywood. En India tienen
un caudal de producciones muy superior al norteamericano
y que mueve millones de dólares en ese
país y en el resto de Asia y África.
A la meca del cine indio se la llama Bollywood,
en referencia al gran sitio de producción
y glamour cinematográfico mundial. Pese
a ello aun es muy difícil que estas películas
lleguen a los Estados Unidos y Europa y casi imposible
que se vean en Argentina, con alguna excepción
en pasadas ediciones del Festival de Cine Independiente
de Buenos Aires. Por eso la inclusión de
dos films de esa cinematografía en la programación
del BARS de este año ya es algo para celebrar,
ya que nos acerca no solo un cine desconocido
sino también a una cultura y costumbres
muy distintas a la occidental en algunos sentidos
y muy similar en otros.
Darna
Mana Hai (Prawal Raman, 2003) es una
pequeña gran muestra de lo que se puede
hacer dentro del genero fantástico fuera
de Hollywood, cuando se trabaja con dedicación
y existen organismos que apoyan el trabajo de
los artistas con respeto por la obra sin que ello
signifique necesariamente olvidar la parte comercial
del asunto. La profesionalidad de los rubros técnicos
apabulla, primero tal vez por prejuicios y segundo
por la inevitable comparación con las cinematografías
fantásticas locales. La fotografía
y el montaje, más allá de las obvias
diferencias artísticas y hasta de lenguaje,
están a la altura técnica de las
de Estados Unidos y Europa.
La
película cuenta como un grupo de adolescentes
se quedan varados en medio de un bosque junto
a una ruta durante una noche; hasta acá
nada distinto a una de genero clásica de
los setenta, The Texas Chainsaw Massacre
, o a algunos exponentes más cercanos como
Wrong Turn (Rob Schmidt, 2003).
Lo que la va haciendo interesante es que los jóvenes,
al refugiarse en una ruinas a esperar el amanecer,
se entretienen contando historias de terror. Estos
relatos empiezan a mostrar guiones más
originales y nos vamos acercando más a
las costumbres de la gente de la India. En el
primero, y tal vez el más occidental, vemos
como una pareja de recién casados que viaja
también por una ruta de lograda atmósfera
no logra llegar a fin de camino exactamente como
lo iniciaron. En otro nos encontramos ante un
estudiante cansado de que lo ignoren que consigue
un don muy especial que puede llegar a ser su
perdición y más adelante tendremos
a los típicos mercados callejeros donde
se venden productos con poderes más que
extraños. Los chicos siguen y siguen asustándose
hasta un final con sorpresa incluida, que hace
pensar que las vueltas de tuerca son algo casi
obligatorio en el país de M. Night Shyamalan.
El ritmo narrativo del cine indio, por lo menos
en este ejemplo, parece ser bastante más
rápido que el del cine de terror asiático
contemporáneo y es muy llamativo ver al
extremo que ha llegado la globalización
en un país como India, en donde la periodicidad
de los ritos ancestrales se mezcla con los celulares
y automóviles occidentales. Darna
Mana Hai es casi un reflejo de la sociedad
India del comienzo del siglo XXI, un film de terror
con estructura a lo Hollywood pero con una identidad
muy marcada, casi como el lenguaje de sus personajes,
que mezclan curiosamente su lenguaje regional
con el inglés durante todos los diálogos
del film.
MÁS LARGOS EN LA
MIRA
por Darío
Lavia, desde Buenos Aires

El contacto
(Chile, 2004) de Juan Pablo Arraigada - Año
2040: La humanidad enfrenta el cataclismo que
supone el alejamiento de la Tierra de la órbita
del Sol. Una empresa multinacional encargada de
mantener el orden envía una misión
tripulada a Marte, donde ha sido avistada una
nave extraterrestre. Los secretos que devela esta
misión son también aquellos que
han interrogado al ser humano desde épocas
inmemoriales. La película posee algunos
lazos con la ciencia ficción densa de Tarkovsky,
cerebral y compleja, pero posee efectos especiales
de gran categoría, que logran aportarle
credibilidad. Se supone que es la primera película
chilena de ciencia ficción, y uno quisiera
que sea la primera de una larga lista.
Corner
of Your Eye (Estados Unidos, 2003) de
Jesse Spencer - Tres amigos se contagian de una
especie de enfermedad venérea psicológica,
que les lleva a una alucinación colectiva
en la que, imposibilitados de dormir, comienzan
a mezclar la realidad con las ilusiones. Al principio
creen estar siendo observados por un ojo gigantesco
que se prende a las paredes y muebles. Más
tarde, se dan cita en un auditorio en el que primero
son actores y luego espectadores junto con muchos
otros. La película puede interpretarse
de distintas maneras, por ejemplo, como un intento
de razonar de manera objetiva los elementos subjetivos
de un sueño. Pero su realizador mantiene
que es una parábola sobre el amor visto
como enfermedad psicológica. Sea cual fuera
el enfoque, es un filme raro, que transita en
la extraña frontera que hay entre ciencia-ficción
y fantasía, y su valoración dependerá
de la afinidad del espectador por el mundo literario
de Philip K. Dick y el universo "surrea-lirante"
de David Lynch (de hecho las secuencias del auditorio
parecen haber sido tomadas de un sueño
calmo de Lynch).
Rock
´n Roll Frankenstein (Estados Unidos,
1999) de Brian O´Hara - Lo más notable
de esta película es, tal vez, una leyenda
que está casi en los títulos finales:
"Animales (especialmente cobayos) fueron
dañados y estropeados durante la realización
de esta película. Lo sentimos." De
esta manera el realizador se jactó públicamente
en un intento de provocar publicidad indirecta
sobre su obra. El costado amargo fue que sufrió
una acción legal auténtica... Citada
ya la principal atracción, procedemos a
reseñar la historia de un científico
necrofílico que intenta obtener partes
de diferentes estrellas del rock con el objeto
de armar una superestrella: las manos de Jimi
Hendrix, la cabeza de Elvis Presley, el anca de
Sid Vicious y el miembro viril de Jim Morrison.
Pero se ve obligado a reemplazar esta última
parte por el de Liberace, un pianista gay. Los
resultados son que el 'monstruo' sufre problemas
psicológicos que consisten en las situaciones
más grotescas que posee la película.
Hay fuertes críticas al mercado discográfico
y bromas efectivas, pero la película se
echa a perder por su extrema vulgaridad (especialmente
en la escena que el monstruo viola a un sacerdote
con ... Mejor lo dejamos como incógnita
al interesado en conocer que hay más allá
de lo grotesco).
Goreinvasion (Argentina, 2004)
de Germán Magariños. El Dr. Uri
Geller presenta la vida de un director que le
irrita mucho los cojones. Se trata de Roger Franco,
cineasta especializado en películas clase
Z. Su última película muestra la
historia de un simio que viola jóvenes
sabrosas. Durante este rodaje tiene lugar una
invasión extraterrestre de asesinos seriales,
con máscara de hockey y apetitos sexuales
desviados. La ficción se confunde con la
realidad y la realidad con la ficción,
y mientras las víctimas se apilan, Franco
consigue tomas inolvidables. Una típica
comedia gore de la productora Gorevision, que
incluye vísceras vacunas, sodomía
surrealista y actores que miran a cámara.
Hay parodias y homenajes a Tarantino, el nuevo-malo
cine argentino, las productoras independientes
y el sin sentido de estudiar cine con pretensiones
de artista.
EXTRAÑA INVASIÓN,
DE EMILIO VIEYRA
por Adrián Fedele, desde
Buenos Aires

Disponerse a ver la primer película de
ciencia ficción argentina y si encima es
en un festival del genero fantástico como
el BARS, puede ser una experiencia muy interesante
por varios motivos.
Primero hay que ponerse en situación, década
de los sesenta; el mercado cinematográfico
local hace posible que se filme en nuestro país
una coproducción con USA con el objetivo
principal de estrenarla en ese país. A
partir de esto la producción debe adaptarse
a ciertas arbitrariedades, que es lo que con el
paso del tiempo hacen del film un hallazgo imperdible.
La película debía ser hablada en
inglés (la muy buena copia que se vio en
el festival está doblada al español)
y por lo tanto al protagonista norteamericano,
Richard Conte (El Padrino), hubo
que agregarle actores locales como Edi Pequenino
y, aunque usted no lo crea, la actual periodista
emblema de Canal 13 de Buenos Aires, Mónica
Mihanovich. El casting de los mismos no se encaro
debido a los dotes de interpretación o
a la caracterización de los personajes,
sino a la necesidad de que estos hablaran el inglés.
Solucionado esto, el siguiente paso era conseguir
locaciones para hacer situar la historia en algún
pueblo de la llamada América Profunda,
en los Estados Unidos. El film finalmente fue
rodado en la localidad de El Palomar, no muy lejos
de Buenos Aires, y son muy buenos los cambios
hechos a la publicidad gráfica en las calles
como así también a los carteles
de señalización tanto públicos
como en las oficinas, el hospital estatal y hasta
en las supuestas dependencias del gobierno, donde
en una de las paredes descansa un retrato de J.
F. Kennedy. Para estar a tono, también
se eligieron especialmente los modelos de automóviles
a utilizar y se modificaron los aspectos de los
transportes militares que traen a las tropas del
Ejército de Estados Unidos al final de
la película. Y si por ultimo le sumamos
una historia 100% del cine fantástico del
Hollywood de la época, como La
invasión de los usurpadores de cuerpos
/ Muertos vivientes (Don Siegel, 1956)
o La guerra de los mundos (Byron
Haskin, 1953), la experiencia cierra de forma
perfectamente psicodélica.
El relato nos cuenta una invasión, pero
esta vez con un enemigo algo más invisible
que en las obras antes comentadas, ya que la amenaza
comienza cuando una misteriosa interferencia se
mete en las transmisiones televisivas y transforma
a los espectadores, especialmente niños
y ancianos, en catatónicos seres sedientos
de más televisión. En realidad solo
ven las rayas que los aparatos reproducen, y la
abstinencias de éstas les causa repentinos
ataques de rabia. Conte es un encargado de comunicaciones
que intentará dar con las causas del problema
y en el camino deberá enfrentarse a los
pobladores, cada vez más molestos y al
borde de una pueblada (otro elemento típico
del cine de este genero y de la sociedad norteamericana)
ante la inacción de las autoridades. Además
deberá lidiar con los militares que pretenden
solucionar el problema aplicando la fuerza, tal
vez el elemento menos fantástico de la
historia.
La película deja así la sensación
de que presenciamos algo que no debería
perderse ningún cinéfilo local,
aunque esto se debe en gran medida a las particularidades
que rodearon a la producción y que se mencionaron
más arriba.
LOS PREMIOS DEL FESTIVAL

The Last Horror
Movie
A continuación
los dejamos con la nómina de los trabajos
ganadores, que fueron entregados en la fecha de
cierre. Cabe acotar que a la noche tuvo lugar
una fiesta donde se eligió la Scream Queen
(Reina del Grito) 2004 y cuya premio era una participación
en una película del género.
Mejor Película:
The Last Horror Movie (Inglaterra)
Mejor Director: Greg Pak por Robot Stories
(Estados Unidos)
Mejor Guión: Greg Pak por Robot
Stories
Mejor Actor: Kevin Howarth por The Last
Horror Movie
Mejor Actriz: Elena Siritto por Habitaciones
para turistas (Argentina)
Premio del Público a la Mejor Película:
Habitaciones para turistas
Mencion especial del jurado por su concepto visual:
Miguel Coyula por Red Cockroaches
(Cuba / Estados Unidos)
Mencion especial del jurado como director revelación:
Adrián García Bogliano por Habitaciones
para turistas
Mención especial del jurado por la fotografía:
Héctor Molina por Tremendo amanecer
(Argentina)
Premios-estímulo entregados por Cinema
Gothika, Film Sharks y SBP (postproducción
digital, representación internacional,
edición en video): Tremendo amanecer
y Habitaciones para turistas
Premio- estimulo entregado por el Instituto de
Cine (estreno dentro de los Espacios INCAA): Tremendo
amanecer y Habitaciones para
turistas
Mejor Cortometraje:
Redrat: La rata retobada de Guillermo
Kloetzer (Uruguay)
Mejor Director de Cortometraje: Daniel Greaves
por Little Things (Inglaterra)
Premio del Publico al Mejor Cortometraje: Gorgonas
de Salvador Sanz (Argentina)
Mejor Corto Argentino: Gorgonas
de Salvador Sanz
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