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MI AMIGO PAULIE


Título original
: Paulie
País y año de producción: Estados Unidos, 1998
Dirección: John Roberts
Guión: Laurie Craig
Con: Tony Shalhoub, Gena Rowlands, Hallie Kate Eisenberg
Duración: 91 minutos
Calificación: Apta para todo público
Género: Aventuras / Comedia / Infantil





Reseña argumental: Una niña tartamuda se disgusta al ver que sus padres deciden alejarla de su mascota, un lorito inteligente y parlanchín que sin querer causa un accidente hogareño. La pequeña ave, luego de un largo viaje de aventuras y nuevas amistades, va a parar a un laboratorio, donde traba amistad con uno de los empleados del lugar, quien intentará ayudarlo a reencontrarse con la niña.


Curiosidades: La película se estrenó a fines de 1998 en Uruguay y salió editada en video por Ronlay poco tiempo después y en una edición limitadísima, a tal punto que muy pocos videoclubes la tenían. De a poco fue convirtiéndose en un verdadero clásico familiar aunque aún no tan conocido. De ahí que AVH decidiera lanzarla nuevamente en video.



NO HAY SEMILLAS QUE VALGAN

Una niña tartamuda se encariña demasiado con su nueva mascota (un lorito llamado Paulie que habla y piensa como los seres humanos) pero los padres no ven mejor solución que llevarse al ave, luego de un accidente hogareño donde el pobre loro, sin quererlo, se vio involucrado. Por ende la pequeña permanece en Los Ángeles, mientras que el animalito va a parar a un laboratorio en Nueva York. Pero este último no pretende quedarse atrás y, con la ayuda de un empleado del lugar, decide atravesar todo Estados Unidos para reencontrarse con ella. Y tanto las amistades como los obstáculos que el ave encuentra en el camino le dan pie a la guionista Laurie Craig para realizar algunos apuntes sobre la condición humana.

La película está dirigida básicamente a los niños aunque los adultos también la pueden (y de qué manera) disfrutar. Mi amigo Paulie combina la ternura y el humor que piden las plateas infantiles con una cuota de simpatía y afecto (gentileza también del director John Roberts) que trata de ingeniárselas para llenar el ojo de la persona mayor. El trabajo de Stan Winston, especialista en animaciones computarizadas, se florea con toda la gracia que emana de la conducta y los movimientos del lorito, mientras que por detrás corren algunos apuntes que confirman lo que muchos siempre han pensado: que los animales son más buenos que muchos seres humanos. Ejemplos hay varios y van desde personajes que usan al lorito con fines de hurto hasta otros que hacen gala de la más pura maldad y egoísmo (los padres de la niña, el dueño de un laboratorio con sus animales enjaulados).

Hay excepciones, claro, y eso se refleja en la propia película, a través de los contactos que el lorito va haciendo en el camino: el dueño de una taberna que se las arregla con muy poco para ser feliz, el propio amigo (inmigrante ruso) que se toma el tiempo para escuchar y luego termina jugándose la ropa en su trabajo para ayudarlo, y en especial el trabajo de una mujer con mayúsculas y que no necesita presentación, aquí encargada de aportar uno de los pasajes más conmovedores de la película: Gena Rowlands, quien interpreta a una mujer necesitada de compañía, que vive en una casa rodante y que ve en Paulie a un inesperado gran amigo. Ella decide apoyarlo en su misión, estando gravemente enferma. Y hay que ver la dimensión que va cobrando esta especial relación, que culmina con una secuencia magistral en un bosque, donde la mujer, prácticamente ciega, le pide al lorito que le describa el atardecer en las colinas, quizá el último que llegue a presenciar en su vida.

Este tipo de películas infantiles que provienen de Hollywood llegan una vez cada tanto. Si en el momento de su estreno en cines (año 1998) quien esto escribe no se animaba a calificarla como un clásico instantáneo y, al mejor estilo de los que aparecen comentando en las cajitas de video, como una película perfecta para toda la familia, pues ahora sí. Una de las ideas de Laurie Craig no era solo entretener a los más chicos sino también hacerlos pensar. Ahí es donde radica el otro gran acierto de una obra que había llegado silenciosamente a nuestro país (tanto en cine como cuando salió en VHS, en una limitadísima edición de la desaparecida RONLAY) y que bien merecida tiene su reedición en video.

Alejandro Yamgotchian

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