TROYA SIN DIOSES Y HOLLYWOOD RECREANDO
MITOS
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"Los mitos, como base de nuestra
civilización, han sido las estructuras
sobre las que se ha afianzado todo el sistema
cultural, ideológico y social que
ha ido evolucionando a lo largo de los siglos,
pero cuyo legado ha permanecido hasta nuestros
días".
La reflexión de Elena Galán
Fajardo, que reposa en su ensayo sobre Cine
y Mitología, nos acerca
cada vez más a lo que Hollywood está
planteando poco a poco, luego de que el
cine fantástico que se dedicaba a
narrar historias de héroes y leyendas
de la mitología griega y romana está
en franca recuperación, tomando en
cuenta el éxito de las series de
televisión de Hércules
o Xena, la consagración
de Ridley Scott con su Gladiador,
el fenómeno épico de Tolkien
llevado al celuloide por Peter Jackson o
el mejor y más básico de los
ejemplos: llevar lo mejor de La
Ilíada bajo la dirección
del alemán Wolfgang Petersen (La
tormenta perfecta, Enemigo
mío y Air Force
One / Avión Presidencial).
Amalia Martínez, en su libro Televisión
y narratividad, explicaba que:
"los mass media (sobre
todo la televisión, por ser el medio
más accesible) cumplen la función
de la perpetuación y propagación
de leyendas, sagas, fábulas, como
lo hiciera la tradición oral de antaño",
razón por la cual no es de extrañarse
que dicho intento de Hollywood por recuperar
el género que se gastó a finales
de los años sesenta tenga más
adeptos ahora que la tecnología lo
permite.
En este panorama se puede entender cómo
los estudios retornan a la idea de invertir
una fuerte cantidad de dinero en una superproducción
que llevara a la pantalla grande obras inmortales
o personajes que cambiaron el curso de la
historia.
Así tomaron a la guerra de Troya,
que muy pocas veces se ha llevdo al cine,
y la conviertieron en la primera apuesta
real sobre la temporada de "blockbusters"
en Estados Unidos. En la historia del cine,
Robert Wise dirigió en 1956 Helena
de Troya, con Rossana Podestá,
y hacia 1962 los italianos Giorgio Ferroni
y Giorgio Rivalta dirigieron La
guerra de Troya y La leyenda
de Enea, respectivamente, mientras
que en ese mismo año Gordon Mitchel
trabajó en La ira de Aquiles.
Como último ejemplo de la épica
de Homero, la televisión desarrolló
un proyecto titulado Helena de Troya,
con Rufus Sewell (Dark City / Ciudad
en tinieblas), con menos que aceptables
resultados.
Como un pequeño repaso, veamos cómo
es el relato. Esparta y Troya están
de guerra porque el Príncipe Paris
de Troya rapta a Helena, la esposa del Rey
Menelao de Esparta. Menelao pide ayuda a
su hermano Agamenón y, junto a muchos
guerreros griegos, entre ellos Aquiles,
forman un ejército que procede a
invadir la impenetrable ciudad de Troya.
Wolfgang Petersen, el artífice de
la joya titulada Das Boot / El barco
y de La historia interminable /
La historia sin fin recrea con
un presupuesto de 185 millones de dólares
esta saga de la mitología griega
con buenos resultados en la taquilla mundial
(46.5 millones de dólares recaudados
en Estados Unidos y hasta 54 en el resto
del mundo en un fin de semana), pero algo
decepcionantes si se comparan al clásico
de la literatura.
Ciertamente, para ver Troya,
mejor leerse el libro y disfrutar de una
agradable cinta bélica sin mayores
consagraciones dramáticas o actorales,
salvo por un elenco que en su conjunto parece
ser correcto, sin detallar en el hecho de
que Diane Kruguer es bella, pero su belleza
no basta para darle mayor profundidad a
Helena, o que sea el veterano elenco (Peter
O'Toole, Brendan Gleeson, Brian Cox y Julie
Christie) el que saque la cara por sus protagonistas.
Posiblemente el mejor de los aciertos en
Troya lo tiene el guionista
David Benioff (maravilloso cuando adapto
su libro La hora 25 para
el filme de Spike Lee), quien omite las
intervenciones de los dioses griegos, llevando
la historia a nudos emocionales y desarrollando
más el carácter humano de
algunos personajes como el de Aquiles (un
correcto Brad Pitt).
Además, Troya tiene
un recurso tecnológico y estético
impecable, pero nunca impresionante, que
evoca ciertos días en que se producía
un espectáculo cinematográfico
"de padre y señor nuestro".
Así, desde que anunciaban los avances
meses atrás, veíamos miles
de barcos preparándose para el ataque.
Claro está, estos navíos fueron
creados por Framestore CFC, la mayor compañía
de efectos visuales y animación por
ordenador de Europa, inspirados posiblemente
por los esutios WETA, los responsables de
las maravillas de la serie El Señor
de los Anillos, de Peter Jackson.
Hasta se dijo que los encargados de los
efectos visuales emplearon un software denominado
"endorfina", basado en las investigaciones
sobre neurobiología del movimiento
humano de la Universidad de Oxford, que
crea personajes virtuales con rasgos de
personalidad propios, que les permiten tomar
decisiones 'por sí sólos'
en escenas en las que aparecen miles de
soldados.
Como dato curioso de la producción,
los productores se encontraban filmando
en Marruecos, pero cuando estalló
el conflicto en Iraq se tuvieron que mudar
a Baja California.
En fin, La Ilíada
y su hermana La Odisea
fueron entendidas en su tiempo como una
sola obra: la historia sobre la Guerra de
Troya, y la historia sobre Odiseo, uno de
los héroes de la guerra; por eso
es que se recomendaba la lectura comprometida
de ambos.
Recientemente consultaba con unos estudiantes
de colegios secundarios si ellos habían
leído alguna de estas obras. La respuesta
era: "Humm, la verdad… no,
pero espero mejor a que la den en el cine".
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