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Pasó el IV Festival de Cortos y Largos de Punta del Este
LEJOS DEL GLAMOUR

por Alejandro Yamgotchian (diciembre, 2005)




El cojonudo, de Federico Álvarez





Durante los días 2, 3 y 4 de diciembre de 2005 tuvo lugar en el cine Cantegril el IV Festival de Cortos y Largos de Punta del Este, organizado por mALCINE: Taller de Cine Independiente de Maldonado, que reunió trabajos de varios países y hasta de departamentos uruguayos, y con especial hincapié en la parte de cortometrajes, donde el evento se tornó competitivo.

Para destacar hubo tres cosas: el buen nivel, en general, de los trabajos seleccionados, el hecho de que algunos de estos provenía de gente muy joven, y finalmente que, como tantas veces, quedó demostrado que las ideas son más importantes que los lujos de producción al momento de ser realizado un trabajo.

Lamentablemente, la gente no acompaño en el número esperado para esta ocasión, algo frecuente en eventos de esta naturaleza, pero no necesariamente por falta de difusión o precios de las entradas (de hecho el festival siempre fue con entrada libre). Los propios organizadores nos confesaban que cuesta mover un poco a la gente en Maldonado como para que asista a un evento de estas características.

La organización fue buena e incluso se realizó un intervalo el día sábado, donde pudimos compartir junto a colegas y cineastas una taza de café con un rico budín casero. Lejos de las superproducciones y despliegues, se notó el gran esfuerzo de un puñado de personas, casi todos de Maldonado, que apuntaron a armar un evento donde el buen cine estuviera presente, incluso el del interior del país, de donde se vieron trabajos de la localidad fernandina y también del departamento de Colonia.


LA MANO VINO MOVIDA...

El festival comenzó el viernes con Furtivo, del argentino Nicolás Tannchen (presente en el festival), largometraje donde un joven va compartiendo experiencias con cuatro mujeres. Un trabajo de cuidada elaboración visual, de búsquedas de indentidades y sensaciones, que compone un retrato sensible y maduro, de real interés y que se inscribe perfectamente entre uno de los puntos altos dentro del creciente cine argentino.

A partir de las 20:30 se exhibieron los más nuevos trabajos del grupo Área 4, compuesto por estudiantes de la Escuela de Cine del Uruguay, quienes volvieron a sorprender con mucho humor y toques bizarros, derivados en parte de los primeros trabajos de Peter Jackson y Sam Raimi, algo a lo que también se habían adherido los integrantes argentinos de la productora FARSA.

De aquí salieron dos premios del jurado (integrado por Enrique Raymondi, Rosario Infantozzi y Alberto Farina): el primero para Les escaliers fruitiers, de Maximiliano Contenti, un ingenioso trabajo de apenas sesenta segundos donde la mayor parte del tiempo se ven distintas frutas que van cayendo de una escalera... hasta el último plano, donde se sale de la armonía y hasta lo experimental, y todo cobra sentido.

El segundo al que hacíamos referencia es El viscoso ataque de la supermosca humanoide, de Manuel Facal, oriundo de Maldonado y que recientemente se hizo acreedor a una mención (Mejor Corto Bizarro) con Romeo contra la muzarella lisérgica asesina, en el pasado festival de cine Buenos Aires Rojo Sangre. También aquí obtuvo una mención del jurado.

De Pablo Praino, otro de los fernandinos que integra Área 4, se vieron Una de kung fu, Otra de kung fu y Otra más de kung fu, desopilante trilogía que incluye premio en el concurso Video Relámpago (a Una de kung fu, organizado por Cinemateca Uruguaya) y mucho humor, acción y, por supuesto, artes marciales.

El especial culminó con la exhibición de Achuras, largo de Manuel Facal considerado como la primera película de zombies uruguaya.

Cerca de la medianoche llegó el turno de una de las mejores películas de terror hechas en los últimos tiempos en Argentina: Habitaciones para turistas, del español (radicado en La Plata) Adrián García Bogliano, donde un grupo de jovencitas se ven varadas accidentalmente en un solitario pueblo del Gran Buenos Aires y a merced de lo que parece ser un despiadado asesino serial. Una labor donde se pueden apreciar las múltiples influencias de directores italianos, como Lucio Fulci y Darío Argento, filmada completamente en blanco y negro, y con un resultado sorprendente, que le han valido varios premios y también la posibilidad a su realizador de ir a filmar a Los Ángeles.

Lamentablemente, y por atrasos imprevistos, la película de nuestro compatriota Ricardo Islas, Para matar a un asesino, exhibida con buen suceso en FantaPiria (Piriápolis de Película II) no pudo ser exhibida, quedando probablemente para otra ocasión.


... Y CON BASTANTES NOVEDADES


La rampa, de Lorena Fernández Cóppola




El sábado 3 la jornada comenzó más temprano que el día anterior, con la proyección de Abre el Helvético, del santafesino Juan Carlos Arch, documental que rinde un cálido tributo al viejo recinto coloniense del título, a propósito de la lucha de los habitantes de Nueva Helvecia por reabrir el único cine del pueblo, que dicho sea de paso ha vuelto a dar funciones con cierta regularidad.

Luego siguió una tanda de cortos, que se inició con el argentino La rampa (mención del jurado) de Lorena Fernández Cóppola, a propósito de la relación, a través del chat, entre una mujer que ha tenido un accidente y camina con muletas, y un hombre mayor que está en silla de ruedas y trabaja en un museo.

La función prosiguió con dos cortos mexicanos: Gabriela, de Mario Corona, sobre historia de padres contada por una niña que todavía no nació y que como novedad incluye imágenes de Montevideo y Punta del Este, además de Por mérito, de Mauricio Flores.

De Brasil se vio probablemente uno de los mejores cortos del festival: Domingo, de Joana Luz y María Clara Terra Escobar, que gira sobre una apreciada señora mayor que viaja en ómnibus por la ciudad, saludando a vecinos y amigos del barrio. La última toma, sin embargo, cuando llega a su casa y vemos su rostro frente al televisor, denota otro panorama, vinculado a la rutina, la soledad y el aislamiento.

Luego llegó el turno de dos trabajos colonienses: Frutos, de Domingo Rodríguez, y uno salido del Taller de Cine Colonia Este: Un paréntesis. El primero se centra en un joven al que siempre le empieza a ocurrir lo mismo, día tras día: va caminando de noche por una plaza y le cae una manzana de algún lado y en el mismo lugar. Un dicho sobreimpreso en el final dará sentido a todo lo visto... Fue otra de las que obtuvo premio.

Algunos escalones por encima se encuentra la segunda obra, sobre una hermana en silla de ruedas que advierte a la mayor de los peligros de la calle. Durante un viaje en ómnibus ocurre un insólito hecho donde un joven es despojado de su reloj... por la propia mujer. A veces la falta de memoria o más bien la paranoia puede jugarnos una mala pasada. Otro de los puntos altos del festival, realizado por alumnos residentes en Nueva Helvecia, algunos de los cuales estuvieron presentando el trabajo ante el público.

La segunda tanda de cortos de la tarde se destacó por la vistosa, cómica y hasta algo bizarra producción nacional de París Texas titulada El cojonudo, de Federico Álvarez, con actuaciones de Walter Reyno y Noelia Campo, y con momentos de notable humor más una cuidada y llamativa fotografía. La obra, premiada por el jurado, nos muestra a una pareja de jóvenes que se topa con un hombre misterioso, quien cuenta la historia del sujeto del título, un delirante español que lleva consigo una suma de dinero y que es albergado por una extraña familia en el campo, luego de quedar varado en la ruta.

De Uruguay también se exhibieron los cortos de Juma Fodde, que se caracterizaron por sus respectivos cortes experimentales y de forma: Dame la vida, La máquina del arte (con voz en off de Roberto Fontana) y especialmente Un viejo gordo inglés, otro más salido del Video Relámpago y que homenajea al maestro británico Alfred Hitchcock, a propósito del famoso McGuffin. A lo largo de los repartos pudimos notar la presencia de Hugo Angelelli, autor de un par de cortos cercanos a la línea de cine-arte de Fodde que recordamos de anteriores ediciones del Espacio Uruguay: No Fear y Audiovisual Performer.

Y de Argentina se vieron dos documentales: Creo, de Federico Peretti (el de Oscura noche), y Eremítico, de Ignacio Laxalde (codirector de Después de recién, premiado como Mejor Corto en Buenos Aires Rojo Sangre 2005) y Pablo A. Díaz, ambos de atendible nivel (el otro trabajo argentino en programa, Happy Cool, de Gabriel Dodero, no pudo ser exhibido).

El primero sobre un hecho lamentable ocurrido durante la dictadura militar argentina; cinco religiosos de la comunidad de Palotina habían sido brutalmente asesinados en la parroquia de San Patricio, situada en el barrio porteño de Belgrano. El joven organista, que sigue estando en el lugar, Rolando Savino, fue quien encontró de niño los cuerpos sin vida, y Peretti, a casi tres décadas de la tragedia, salió en busca de su testimonio, para dar forma a un conciso, medido y sustancial retrato de aquellos hechos, que aquí parten de ese músico dolido que a la vez intenta mantener viva la memoria de quienes le dejaron valiosas enseñanzas en la vida. El corto se hizo acreedor de una mención del jurado.

Eremítico fue otro de los puntales del festival, con su retrato de un indigente que vive en una cueva y que es registrado en sus salidas y paseos por las frías (en todo sentido) calles de la ciudad, rodeado de sus únicos amigos, los perros. Muy bien fotografiada, con un ojo atento para las reacciones y los pequeños gestos, planos representativos de una vida que deja sacar al espectador sus propias conclusiones, más allá de algunas contemplaciones presentes que, lejos de una postura imparcial, cuadran tranquilamente dentro del retrato.

Y finalmente, antes de la exhibición del gracioso corto exhibido en circuito comercial, Fábrica de enanos, de Diego Fernández, de la galardonada Whisky, de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, y del interesante documental Vientos de octubre (que recoge encuestas y da un panorama sobre las Elecciones Nacionales de 2004), de Daniel Amorín y Adriana Nartallo, llegó el momento de más trabajos uruguayos pero provenientes de estudiantes de mALCINE: Sinónimas (premio especial del jurado), de Mauricio Dibarboure, y Que estés bien (mención del jurado), de Mercedes Bosco, ambos presentados por sus propios realizadores y capaces de reflejar inquietudes adolescentes a través de creativas y sorprendentemente maduras perspectivas (algo parecido se había notado también en algunos trabajos de adolescentes pertenecientes a DODECÁ, vistos a principios de este año).

La historia de tres jóvenes (dos varones y una mujer) con sus respectivos problemas y preocupaciones (comunes al terceto protagonista) es el eje de Sinónimas, una obra que proyecta universos con conflictos y desconciertos, acentuados cuando se piensa que los mismos afectan sola y exclusivamente a uno mismo.

Que estés bien fue otro de los que llamó la atención. Yendo hacia atrás y sin diálogos, cuenta la historia de una muchacha afectada por la muerte de su madre que va corriendo por la calle hacia la playa. A partir de ahí se muestran recuerdos, donde figura la relación de la joven con su progenitora y desde niña. Se trata de otro valioso trabajo donde las emociones se hacen presentes, y donde la imagen y la música se complementan con un atento empleo del lenguaje, especialmente del montaje realizado.


LA ENTREGA DE PREMIOS Y ALGO MÁS


Habitaciones para turistas, de Adrián García Bogliano




Antes de la ceremonia de entrega de premios pudimos ver algunos cortos españoles, entre los que destacamos a la vistosa y multipremiada Escarnio, de Raúl Cerezo (que aquí obtuvo una mención), que se inspira en La gallina degollada de Horacio Quiroga; y a El niño que jugaba con los trenes de Jorge Blas, un entrañable y a la vez dramático retrato de un pequeño que vive en el campo y que está obsesionado por los trenes, a tal punto que llega a poner en riesgo su propia vida con tal de cumplir su sueño. Lamentablemente se nos escaparon algunos, como por ejemplo Contratiempos, de Antonio Gómez Olea, que logró una mención del jurado.

Luego de los premios y menciones, que detallamos más abajo, se exhibió la polémica Ruido, del uruguayo Marcelo Bertalmío, resistida más por la crítica local que por el público nacional que la vio al momento del estreno y que acaba de ganar un premio en Valladolid, España. Con dicho film se cerraba una nueva edición del festival.


PRIMER PREMIO: Les escaliers fruitiers, de Maximiliano Contenti
SEGUNDO PREMIO: El cojonudo, de Federico Álvarez
TERCER PREMIO: Frutos, de Domingo Rodríguez


Premio Especial: Sinónimas, de Mauricio Dibarboure

Menciones del jurado: a Creo, de Federico Peretti; a El viscoso ataque de la supermosca humanoide, de Manuel Facal; a La rampa, de Lorena Fernández Cóppola; a Contratiempos, de Antonio Gómez Olea; a Escarnio, de Raúl Cerezo; y a Que estés bien, de Mercedes Bosco.

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