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El agujero, de Tsai Ming-liang
UN MUNDO MENOS HORRIBLE

por Flavio Lira (diciembre, 2005)
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"Que suenen las campanas que necesitan sonar. Olvida todas tus ofrendas perfectas. Hay una grieta en todo. Es por ahí que entra la luz." Leonard Cohen: Anthem


Lo primero que sabemos es que hay dos personas que se niegan a ser desalojadas. Nos enteramos de esto porque escuchamos sus voces en un reporte informativo. No hay imágenes o secuencias que demuestren esto, tan sólo la pantalla en negro y sus voces mientras pasan los títulos que inician el film. Aparentemente el gobierno les ha dado una semana para abandonar el monoblock en que habitan, dado que se ha declarado como zona insalubre. Esa misma semana es también la última del milenio. Las razones para no ser desalojados no tienen que ver con rebeldía o con algún tipo de enfrentamiento político, sino más bien con desidia y fastidio frente a la posibilidad de moverse.


Inmediatamente después de la secuencia de títulos se nos presenta a nuestro protagonista (masculino), al cual ya habíamos esuchado hablar pero nunca habíamos visto. Está tirado en un sofá, dormitando, con una lata de cerveza en la mesa. Todo el ambiente de su departamento es impersonal, anónimo. Suenan unos golpes en la puerta, a los cuales él tarda un poco más de lo acostumbrado. Todo en él es pereza, cansancio.


La persona detrás de la puerta es un (aparente) plomero, al que se le ha informado que hay una gotera. La situación es absurda. Nuestro (anti) héroe la ve sin la más mínima curiosidad o interés, aunque de hecho le estén reventando el suelo del apartamento sin ningún tipo de permiso.


La otra protagonista es la que vive en el piso debajo del hombre. Que conste; en ningùn momento conocemos sus nombres, son tan sólo el hombre de arriba y la mujer de abajo. A ella la vemos entrar a este monoblock y luego llegar a su apartamento. Está absolutamente enfrascada en tareas domésticas que tienen mucho de inútil. De la misma forma en que su vecino está absolutamente vencido por la abulia, ella se encuentra absolutamente obsesionada con sus goteras, su apartamento, sus rutinas. Están muertos.


Pero el agujero que los comunica es imposible de obviar, por más que lo intenten con todas sus fuerzas. Es más; hace su aparición tirándole reboque en el ojo de ella. Ya no hay forma de evitarse, los dos están, por el momento, conectados, aunque de hecho no les haga mucha gracia.


Y es aquí que irrumpe el primer musical de la película. Y nos sorprende, porque es un golpe de movimiento y colores en el medio de ese gris eterno del monoblock, de esa rutina y molestia inabarcable, de esa lluvia que no para de caer. La primera canción se llama "Oh calypso" y vemos a nuestra protagonista femenina en el ascensor del monoblock, bailando y cantando en el medio de pequeñas luces titilantes. No sabemos precisamente si es una imaginación de ella o de él. Simplemente aparece, choca, como si fuera el mismo hueco que está en el piso de él y el techo de ella.


Una vez terminado el musical volvemos a la "trama en sí". Él está, en el ascensor, tirado en el piso, completamente borracho. Ni bien llega a su casa, se pone a vomitar en el hueco que hay en su piso, no por agredir realmente, sino simplemente porque fue el primer lugar que encontró para hacerlo. Sin embargo, ese primer contacto, un tanto repulsivo, será el primero de una serie de intercambios, violentos, antipáticos entre los dos, generados por la incomdidad del hecho de ahora estar conectados.


Posteriormente ella va a tirar flee para desinfectarlo, logrando contaminar el apartamento de él. Lo otro que los pone en contacto, es el hecho de una epidemia, de la cual ambos no tenían idea, hasta el momento en que son testigos de un contagio.


Aparentemente, esta enfermedad se llama "Virus Taiwan", y hace que la gente tenga miedo a la luz, se retraiga en lugares oscuros y se comporte, básicamente, como cucarachas. No hay una verdadera explicación para la enfermedad, no se sabe la causa. Es tan solo otro síntoma de incomodidad, otra carga molesta. Pero aún así es algo temible, y los dos lo saben, más alla que no lo quieran admitir, que su desarraigo e incomunicaciòn no les permitan acercarse y terminar de percibirse.


Sin embargo esa brecha está presente. Y cada vez más están presentes el uno en la vida del otro. En cierto momento, ella pone cinta aisladora para tapar el hueco, para ignorar la presencia de esa vida que ha ingresado a la suya. Él se niega a ser ignorado, a dejar de existir para alguien más, y al ver que ha sido incomunicado de su vecina tira agua en el agujero e incluso lo agiganta, hasta el punto de introducir su pierna por él e ingresar, incluso penetrar, en el apartamento ajeno. Se ha vuelto, como dice una de las canciones de la película, "un enamorado secreto".


Pero eso no será suficiente, porque ella se ha contagiado de la epidemia, y deambula por su apartamento como si fuera un insecto. Esto sería un final terrible, similar o incluso aún más desconsolador que el de Viva el amor, o El río, películas anteriores de Tsai Ming-liang, pero nuestro (ahora sí) héroe, a golpes se comunica con su vecina y quiebra con toda la indiferencia, con todo el aislamiento.


Tsai Ming-liang ha declarado que los personajes de sus películas no piden la salvación; tan sólo quieren una pequeña ayuda, como un vaso de agua. Esto es exactamente lo que sucede al final de este film. Él la rescata a ella, más que nada, por la magìa del cine.


Pero no resulta un final falso o condescendiente. El agujero es una gran pelìcula que no niega que el lugar que nos ha tocado en suerte es de hecho el infierno. Pero sabe muy bien de que hay instantes de maravilla y de asombro en el cine, y que de alguna forma el arte puede cambiar la vida del espectador.




"Así que si ves a un hombre quebrado, levántalo y cárgalo, y si ves a una mujer quebrada, pónla entre tus brazos, porque no sabemos de donde venimos; no sabemos quiénes somos." Laurie Anderson: Ramon

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