
Habría que preguntarse a esta altura
no tanto qué fue todo lo que se
ha dicho sobre el conflicto causado por
la instalación de la planta de
celulosa de la empresa finlandesa Botnia,
a orillas del Río Uruguay, sino
qué es lo que aún no se
ha hecho, especialmente cuando nos enfrentamos
a un documental periodístico como
éste, hecho por Alejandro y Matías
Ventura, del grupo Dodecá, donde
no hay una postura parcial sobre el tema
sino un neto trabajo de recopilación
de datos e imágenes, con diversos
testimonios de argentinos y uruguayos,
en su mayoría, que viven de cerca
y también a distancia la problemática.
La mirada aquí apuesta a no tomar
partido por ninguna de las partes; tan
solo a investigarlas, sin patriotismos,
que en todo caso salen pero de lo que
se registra. La intención de sus
realizadores es poner todo sobre la mesa
para motivar ahí sí una
postura determinada en el espectador,
que también puede ser tan imparcial
como la de este documental, jugado en
gran parte a meterse en el ojo de la tormenta
y luego a reflexionar, mientras un grupo
de jóvenes estudiantes de cine
va viendo todo desde una sala de edición,
impávido, quizás desconcertado
por ciertos puntos insólitos que
ha alcanzado el conflicto y que amenazó
con quebrar a nivel diplomático,
al menos, la histórica relación
de dos países hermanos.
El trabajo también recoge ciertos
síntomas de la sociedad de hoy
día y en varias áreas, que
también son reflejo de una decadencia
humana que ya no tiene fondo y que ha
perdido una capacidad de asombro que no
conoce límites. A esto, claro,
no escapa la parte empresarial y un plan
escabroso de obreros que irremediablemente
iban a fallecer durante la construcción
y/o la puesta en marcha de la fábrica
(de hecho así se dio). En un momento
se escucha por radio el sorteo de quiniela,
mientras testimonios de los trabajadores
iban pintando un panorama macabro; a cualquiera
de ellos les podía tocar ser los
inevitables protagonistas de esos accidentes
mortales y muchos de ellos eran conscientes
de eso.
Un sistema económico frío
como un revólver que conspira contra
los recursos del medio ambiente y que
juega con la necesidad imperiosa de gente
trabajadora que busca una salida para
mantener a sus familias poniendo en juego
su propia vida, mientras otros la miran
de afuera, con intereses creados, por
un lado, y causas legítimas y solidarias
por otro. Medios que se debaten entre
la ética y la información,
y entre el sensacionalismo y la desinformación,
que a su vez afecta la percepción
que otros pobladores (desde los más
jóvenes a los más adultos
aquí entrevistados) puedan tener
sobre el tema de las papeleras y el conflicto
de Gualeguaychú.
Al margen de estos hechos, también
hay un fenómeno que provoca bastante
inquietud, más allá de la
problemática entre uruguayos y
argentinos, y es la reacción que
suscite un documental de estas características,
que en realidad es un trabajo de periodismo
audiovisual. Y bien debe recordarse que
la objetividad, o al menos estar lo más
cercano posible a ella, es algo fundamental,
ya que de lo contrario sería un
trabajo de editorial donde se toma una
determinada postura, algo muy legítimo,
por supuesto. Pero decir que este trabajo
no la tenga, que no se la juegue por uno
de los grupos, sería una falta
periodística de consideración,
dado que Un puente demasiado largo
(2007) oficia de instrumento de información.
Se trata de una muestra que apela a la
imagen y a la palabra, pero que interpreta
desde una perspectiva, que no se detiene
en un hecho específico del conflicto
para opinar, imponer o hasta manipular,
consciente o inconscientemente, sino que
engloba todo, a los protagonistas del
mismo y a los que no lo son, para dar
una visión de la realidad que ya
entra como parte de la sociedad en la
que estamos y por ende que no termina
siendo solo prensa con imágenes.
Aquí hay un criterio de selección
de información, pero extremadamente
cuidadoso y que sin dudas llevó
su trabajo.
No es un largo informe de un noticiero
de televisión, marcado por lo que
puedan llegar a ser las pautas políticas,
por ejemplo, de un canal. Sería
bueno que los cineastas no olvidaran las
raíces del periodismo para, insistimos,
no terminar imponiendo opiniones al mejor
estilo de alguien que cree llevarse todo
por delante, sino inquietudes (como las
de este documental) que se pueden decir
de otra manera y que ayudarían
a entender los hechos un poco mejor, más
pensando en el receptor, con fines por
qué no didácticos, sin estar
tan pendientes de deslumbrar o llamar
la atención desde las cámaras.
UN PUENTE DEMASIADO
LARGO
(Uruguay, 2007) - Dirección: Matías
y Alejandro Ventura. Guión: AV.
Con Belén Baptista, Micaela Mesa,
Santiago Ventura. Duración: 88
minutos