
                                        Título original: Mi vida 
                                        sin mí / My Life Without Me
                                        País y año de producción: 
                                        Canadá / España, 2003
                                        Dirección: Isabel 
                                        Coixet
                                        Guión: Isabel 
                                        Coixet, basado en el cuento corto homónimo 
                                        de una novela de Nancy Kincaid 
                                        Con: Sarah Polley, Amanda 
                                        Plummer, Scott Speedman
                                        Duración: 107 
                                        minutos
                                        Calificación: 
                                        Apta para todo público
                                        Género: Drama
                                        Sitio Web: http://www.sonyclassics.com/mylifewithoutme/
                                        
                                        
                                        Reseña argumental: 
                                        ¿Qué puede hacer una mujer, 
                                        si a los 23 años, enamorada y madre 
                                        de dos niñas pequeñas, con 
                                        toda la vida por delante, recibe un diagnóstico 
                                        que le anticipa unos pocos meses de vida? 
                                        Ann además tiene un marido que 
                                        pasa más tiempo desocupado que 
                                        trabajando, una madre que odia al mundo, 
                                        un padre que lleva diez años en 
                                        la cárcel, un trabajo como empleada 
                                        de limpieza nocturna en una universidad 
                                        a la que nunca podrá asistir durante 
                                        el día… Vive en una casa 
                                        rodante instalada en el jardín 
                                        de su madre, en las afueras de Vancouver. 
                                        Esta existencia gris cambia completamente 
                                        tras un reconocimiento médico. 
                                        Desde ese día, paradójicamente, 
                                        Ann descubre el placer de vivir. Lo primero 
                                        es hacer una lista de todo eso que le 
                                        hubiera gustado hacer en la vida, y que 
                                        por una razón u otra no ha podido 
                                        todavía. La lista incluye desde 
                                        lo más mundano hasta lo más 
                                        sublime, desde cambiarse el corte y el 
                                        color del pelo hasta hacer el amor con 
                                        un desconocido. De repente, la existencia 
                                        de Ann se abre de par en par, y la fuerza 
                                        vital que palpitaba latente en ella florece 
                                        en una fuerza serena pero indestructible.
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        Curiosidades: 
                                        La joven actriz canadiense Sarah Polley 
                                        ha sido activista política de la 
                                        izquierda socialista en su Canadá 
                                        natal. Y una de las cosas por las que 
                                        fehacientemente ha protestado fue contra 
                                        la "americanización" 
                                        de algunas series televisivas por parte 
                                        del Disney Channel para distribuirlas 
                                        en Estados Unidos, momento en el cual 
                                        ella dio un paso al costado del programa 
                                        donde estaba trabajando siendo apenas 
                                        una adolescente. Por si fuera poco, y 
                                        durante la Guerra del Golfo, ella lució 
                                        un colgante de amor y paz durante un evento 
                                        público infantil en Washington 
                                        y junto a representantes de la Disney 
                                        que estaban en la misma mesa, quienes 
                                        le solicitaron que se lo quitara. Ante 
                                        la negativa de ella y con el antecedente 
                                        mencionado, la Disney la puso en "lista 
                                        negra" para siempre.
                                        
                                        
                                        Su madre falleció de cáncer, 
                                        cuando Polley acababa de cumplir 11 años. 
                                        Curiosamente ella había interpretado 
                                        poco tiempo después, y en una serie 
                                        que fue gran éxito en Canadá, 
                                        a una niña que también sufría 
                                        la pérdida de su madre debido a 
                                        una enfermedad terminal, luego del trágico 
                                        hecho familiar en su vida real. 
                                        
                                        
                                        Coincidiendo un poco con el personaje 
                                        de Mi vida sin mí, 
                                        ella siempre ha reconocido que no tuvo 
                                        la oportunidad de vivir a pleno su etapa 
                                        de niña y adolescente debido al 
                                        constante trabajo que le ofrecían 
                                        en Canadá para actuar en televisión, 
                                        aunque nunca culpó a sus padres 
                                        de esto. 
                                        
                                        
                                        Su belleza natural no se ha visto opacada 
                                        por algo que salta a simple vista. En 
                                        su etapa de activista había recibido 
                                        un palazo en la boca por parte de un policía 
                                        en Queens Park (1995), durante una manifestación, 
                                        que le bajó y deformó algunos 
                                        dientes. De 
                                        todas maneras Atom Egoyan, impresionado 
                                        por su talento, la llamó para que 
                                        actuara en El dulce porvenir, 
                                        película que la lanzó por 
                                        todo el mundo.
                                        
                                        
                                        Siempre ha declarado que prefiere trabajar 
                                        en su Canadá natal y cobrar menos 
                                        dinero al que le puedan ofrecer en Hollywood 
                                        por películas mainstream. 
                                        Entre otros roles rechazó el de 
                                        Casi famosos (2000) de 
                                        Cameron Crowe, que fue a parar a manos 
                                        de la hija de Goldie Hawn, Kate Hudson.
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        LA LUZ QUE AGONIZA
                                         
                                        
                                        
                                         
 
                                        
                                        
                                        A la protagonista le queda poco tiempo 
                                        de vida, al diagnosticársele un 
                                        cáncer avanzado, y trata de hacer 
                                        lo que nunca pudo, como varias cuestiones 
                                        pendientes que por súbitas responsabilidades 
                                        de la vida (matrimonio y dos hijas promediando 
                                        los 20 años) se vio privada de 
                                        llevar a cabo.
                                        
                                        
                                        Paradójicamente al tema que trata 
                                        esta película de la española 
                                        Isabel Coixet, Mi vida sin mí 
                                        tiene la misma esencia de un cuento de 
                                        hadas. El camino hacia la muerte detona 
                                        un asunto donde la vida pasa a un plano 
                                        tan absorbente que al final lo que importa 
                                        es lo que la protagonista siente en conexión 
                                        con su propio espíritu, lo que 
                                        experimenta gracias a una voluntad de 
                                        hierro, y las distintas conclusiones de 
                                        alguien como Coixet que volcó sutiles 
                                        dosis en el manejo de emociones, personajes 
                                        comunes y situaciones.
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        Una de las cosas que a uno le puede venir 
                                        a la mente es cómo una persona 
                                        consciente de que va a morir decida no 
                                        comentar nada de su mal ante sus seres 
                                        queridos, haciéndolo pasar por 
                                        anemia. Y las claves, precisamente, radican 
                                        en la propia manera de narrar una historia 
                                        ficticia donde la realizadora barcelonesa 
                                        aplica un estilo que no es el que uno 
                                        pueda pensar sino por el contrario; trata 
                                        de rescatar esas cosas que a veces nos 
                                        pasan por delante y no nos damos cuenta, 
                                        nos suceden pero no les damos importancia. 
                                        
                                        
                                        
                                        A medida que transcurre el tiempo todo 
                                        va cobrando un valor inconmensurable, 
                                        más por lo que se puede leer en 
                                        el rostro de una actriz descollante como 
                                        Sarah Polley, que hasta no parece siquiera 
                                        necesitar diálogo para expresarse, 
                                        algo que también supo aprovechar 
                                        muy bien el egipcio Atom Egoyan cuando 
                                        la dirigió en El dulce 
                                        porvenir (1997). 
                                        
                                        
                                        Dejando atrás una existencia opaca, 
                                        dentro de una no muy cómoda situación 
                                        económica, con el peso de su padre 
                                        en prisión y una madre sufrida, 
                                        al margen de todo eso, corre una historia 
                                        que se hace cada vez más intensa, 
                                        que se alimenta de la ingeniudad de algunos 
                                        personajes, el desconcierto y la bondad 
                                        de otros. 
                                        
                                        
                                        Una peluquera fanática del dúo 
                                        Milli Vanilli (insólito personaje 
                                        de María De Medeiros) vive en otro 
                                        mundo, un contexto tan imaginario como 
                                        los propios ídolos a los que adora 
                                        (los cantantes en realidad eran otros; 
                                        los dos morenos solo ponían la 
                                        imagen y el baile), por más que 
                                        igual se empeña en defenderlos, 
                                        en seguir con una vida feliz y sin preocupaciones 
                                        no sin antes recibir de su clienta (Polley) 
                                        el mensaje de "no es probable que 
                                        vuelva" luego de que la peluquera 
                                        le dijera "hasta la próxima".
                                        
                                        
                                        Y es que tanto este como el personaje 
                                        de la enfermera vecina (que fueron tomados 
                                        de las propias experiencias vividas por 
                                        Isabel Coixet) son utilizados por la directora 
                                        como catalizadores de una historia con 
                                        ribetes melodramáticos y que fueron 
                                        puestos intencionalmente, para dar una 
                                        dimensión más humana y redonda 
                                        a un relato que por ahí cueste 
                                        creer pero donde lo que importa no es 
                                        hacia dónde se dirige sino lo que 
                                        va sembrando, lo que una mujer va construyendo 
                                        con entereza admirable (ella no deja de 
                                        ir a trabajar largas jornadas nocturnas, 
                                        a pesar de los dos meses y monedas que 
                                        le quedan de vida) y que a la vez trata 
                                        de disfrutar a su manera el tiempo que 
                                        le queda, obviando incluso los consejos 
                                        de un doctor en el que se traslucen, caramelos 
                                        mediante, algunos rasgos paternales y 
                                        también otros de inocencia para 
                                        alguien que alguna vez lloró emocionada 
                                        en un concierto de Nirvana, el último 
                                        previo a la muerte del cantante Kurt Cobain...
                                        
                                        
                                        La película posee momentos de una 
                                        calidad y un vuelo tremendo, donde la 
                                        realizadora capta en planos de detalle 
                                        el sentir de la protagonista a través 
                                        de un ojo en el que brilla una lágrima 
                                        contenida, mientras camina nerviosa y 
                                        desconsolada por la calle y con un clima 
                                        de frío, lluvia y niebla. Y así 
                                        como insinúa una situación 
                                        desbordante también se da el lujo 
                                        de pintar la vida como la quisiera, y 
                                        para eso nada tan ilustrativo como la 
                                        escena musical del supermercado.
                                        
                                        
                                        Pero quizá donde la médula 
                                        de la película más intensa 
                                        se hace es en la relación que Polley 
                                        mantiene con otro joven al que había 
                                        visto y que trata de encontrar la razón 
                                        por la cual las cosas no le cierran, a 
                                        partir de que se enamora perdidamente 
                                        de ella. La manera en que se los capta 
                                        en una lavandería, escuchando canciones 
                                        románticas en un auto, y durante 
                                        el último encuentro en la bahía 
                                        son de una calidad, madurez y sensibilidad 
                                        única, realmente magistral; desde 
                                        el momento en que ella se duerme agotada 
                                        en el negocio mencionado, pasando por 
                                        las charlas, y el quiebre final de la 
                                        protagonista que se traduce en un removedor 
                                        abrazo de despedida.
                                        
                                        
                                        Mi vida sin mí 
                                        no solo integra la lista de las mejores 
                                        películas que han llegado este 
                                        año a circuito comercial sino también 
                                        aquella en la que figuran obras que pasarán 
                                        a la historia del mejor cine, no de ese 
                                        prefabricado sino del que se hace desde 
                                        bien adentro y luego se vuelca en la pantalla 
                                        con la sensación de "haberlo 
                                        dejado todo", tal cual lo expresara 
                                        esta estupenda directora española.