
Título original: Roma
País y año de producción:
Argentina / España, 2004
Dirección: Adolfo
Aristarain
Guión: Adolfo
Aristarain, Mario Camus, Kathy Saavedra,
sobre historia del primero
Con: José Sacristán,
Susú Pecoraro, Juan Diego Botto
Duración: 152
minutos
Calificación:
No apta para menores de 9 años
Género: Drama
Sitio Web: http://www.eneccine.com/roma
Reseña argumental: La
irrupción de un joven periodista
despertará en Joaquín Góñez,
escritor, emociones olvidadas, como sus
locos años de juventud en Buenos
Aires, el recuerdo de los amigos, y la
íntima relación que guardó
con su madre, Roma, una mujer inteligente,
fuerte, comprensiva y comprometida con
los ideales de juventud de su hijo.
El director argentino Adolfo Aristarain
ha dirigido películas como Tiempo
de revancha (1981), Un
lugar en el mundo (1991) y Lugares
comunes (2002).

Una película que prometía
mucho esta de Aristarain, uno de los mejores
realizadores argentinos, declarado aficionado
al cine de género, y en especial
al norteamericano, responsable de excepcionales
trabajos tanto a nivel de thrillers como
de dramas (con algún reparo narrativo
y sobre todo en el elenco de Martín
Hache) donde las relaciones familiares
siempre están presentes, en especial
entre padres e hijos. Aquí Juan
Diego Botto, en un doble papel, aparece
más controlado que en Martín...
frente a un José Sacristán
que se desplaza de un extremo a otro,
a una Susú Pecoraro (que es una
estupenda actriz) cuyo personaje no trasciende
lo necesario como para justificar el nombre
de la película (está mucho
más volcada hacia el hijo) y a
un repaso de varias etapas de la historia
argentina, con cuidadísimos detalles
de diseño artístico y exquisiteces
de cámara, esto último algo
que siempre impera en el formidable cine
de Aristarain.
Duele decir que un hombre capaz de realizar
películas tan sensibles y memorables
como Lugares comunes
y especialmente Un lugar en el
mundo haya parecido algo ambicioso
en esta Roma, con un
guión algo extenso (algunos personajes
secundarios saturan con sus discursos
y conocimientos, más allá
de que eso haya formado parte de la forma
de ser de una época muy especial),
fragmentado pero carente de una armonía
que justifique plenamente lo que pretende
transmitirse. Las etapas de la vida del
hijo de Roma parecen necesitar un empujoncito
más para consolidar las muy buenas
intenciones que emanan del libreto. Se
notan, obviamente, los toques autobiográficos
y también el esfuerzo de un director
al que siempre hay que seguirle el rastro
y de manera incodicional, un director
que ha cosechado grandes labores y que
incluso puede dar otras aún mayores.