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LA VIDA Y TODO LO DEMÁS


Título original
: Anything Else
País y año de producción: Estados Unidos / Francia / Holanda / Inglaterra, 2003
Dirección: Woody Allen
Guión: Woody Allen
Con: Jason Biggs, Christina Ricci, Woody Allen
Duración: 108 minutos
Calificación: Apta para todo público
Género: Comedia
Sitio Web: http://www.eneccine.com/lavidaytodolodemas



Reseña argumental: Comedia romántica contemporánea, ambientada en Nueva York y también protagonizada por Woody, quien interpreta al guía amoroso de un aspirante a escritor (Jason Biggs, el protagonista de comedias como American Pie), a propósito del amor a primera vista que este último experimenta con una hermosa pero algo apática jovencita (Christina Ricci).

Woddy Allen es conocido por magníficas labores como El dormilón (1973), Manhattan (1979) y Broadway Danny Rose (1984), entre tantas otras muy elogiadas.




Curiosidades: Antes de comenzar la filmación de dos nuevas películas (una ya en su etapa final, la otra en preproducción) Woody Allen estuvo a punto de hacer una secuela de La vida y todo lo demás, que iba a comenzar a filmar inmediatamente después de haber finalizado esta, pero luego desistió.





LA CARA OCULTA


Es evidente que Woody Allen ya no es el mismo de antes, pero el hombre, de todas maneras, sigue sacando de la galera comedias como solo él las sabe hacer, a veces con más y mejores situaciones que en otros trabajos, aunque también con muy sutiles toques dramáticos que incluso intenta hacerlos pasar medios desapercibidos y que hasta despiertan sospechas, más allá de la incisiva sátira a la que nos tiene acostumbrados, en especial porque por momentos deja traslucir a un artista que comienza a reflexionar sobre el paso del tiempo, la soledad, los desencuentros, la propia amistad y relaciones humanas.


Teniendo en cuenta recientes declaraciones suyas como "la mayor parte del tiempo nunca encuentro diversión, y en el resto del mismo tampoco" y otras en las que confiesa su asombro por haber conocido en su juventud a un hombre que tenía una visión muy clara de las cosas pero que cuando le tocaba hablar de él se bloqueaba, por lo complejo que era para consigo mismo, resulta difícil creer que algo de Woody Allen no logre plasmarse dentro de estas últimas labores y en una faceta que hasta el momento no ha vuelto a hacerse visible desde uno de sus mejores trabajos como La otra mujer (1988).


Aquí había un homenaje, sí, a Ingmar Bergman (en especial a Cuando huye el día) que supo beber de un maestro compatriota superior como Victor Sojström, además de un personaje misterioso que no era muy proclive a demostrar sus emociones (una brillante Gena Rowlands). Diez años más tarde y también de la mano del fotógrafo de Bergman, Sven Nykvist, Allen filma Celebrity (1998), que por ahí pudo pasar tan solo como "la obra que Woody Allen filmó en 1998" pero que fue concebida en un curioso blanco y negro que más allá de la intención de su realizador de quitarle esplendor al glamour también escondía algunos destellos de apatía y desilusión en el personaje de Kenneth Branagh ("para variar" un escritor neurótico neyorquino que perfectamente podía ser Woody Allen) frente a un entorno tan lujoso como cruel e indiferente que lo mostraba como sin rumbo fijo alguno.


Dejando de lado el tema pero sin olvidar la intención, este personaje (otro escritor) del joven Jason Biggs (de muy buena actuación) en La vida y todo lo demás es más una cuestión de desconcierto y no de frustración, como dejaba traslucir aquel de Branagh. Sin embargo en ambos hay un factor en común y es un matiz de cierta tristeza y melancolía (es importante ver la expresión de los dos actores cerrando las respectivas películas de Allen en las que trabajan).


Más que una reseña a esta película de Allen uno queda más intrigado por manifestar algo que tiró en proporciones mínimas y en lo que su director podría haber indagado, en su costado dramático. Las pocas veces que el neoyorquino ha incursionado en este tipo de labores obtuvo resultados muy buenos y siempre dentro de los mejores de su prolífica carrera. Paradójicamente a un período donde los resultados artísticos ya no son los de antes, es en este momento donde habría que estar más atento a sus trabajos. Puede que la comedia sea algo en lo que se sienta más cómodo para manifestar sus inquietudes personales (por ahí también a modo de catarsis) y toda su inteligencia, pero uno se queda con la sensación de que ese punto de madurez al que ha llegado desde hace rato ya es hora de que lo saque a la luz, especialmente contra lo que no quiera o le cueste decir.


Alejandro Yamgotchian


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