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ALMA MATER


Título original
: Alma Mater
País y año de producción: Brasil / Canadá / Uruguay, 2005
Dirección: Álvaro Buela
Guión: Álvaro Buela
Con: Roxana Blanco, Nicolás Becerra, Walter Reyno, Beatriz Massons, Humberto de Vargas
Duración: 100 minutos
Calificación: No apta para menores de 12 años
Género: Drama
Sitio Web: http://almamater.montevideo.com.uy/






Reseña argumental
: Transcurren días extraños en Montevideo. Es otoño y se respira un aire fantasmal. Allí, Pamela sobrevive. Trabaja diez horas por día como cajera de un supermercado, alquila un cuarto en una casa de barrio, visita periódicamente a su anciana madre y va al templo de un pastor brasileño. Es tímida, poco atractiva, nada brillante, probablemente virgen. Lleva una existencia insípida y tiene muy poco para contar. Sin embargo, algo está por ocurrir. Algo insólito, tal vez un milagro. Misteriosas señales aparecen para iluminar la vida de Pamela, que la llevan al convencimiento de que ella es La Elegida. Acompañada por una serie de personajes carismáticos, Pamela se prepara para ser la madre de El Salvador del próximo milenio. Los milagros pueden ocurrir donde menos se los espera. También en Montevideo.

El uruguayo Álvaro Buela había dirigido la elogiada Una forma de bailar (1997).





PASAJE DE IDA

Convengamos que el cine uruguayo recién está haciendo efervescencia en materia de producción y que el término de "mejor película uruguaya" tendría que efectivizarse a partir de numerosos casos y no de una escasa cantidad; sería demasiado precipitado. Dentro de ese puñado de películas (largometrajes, especialmente de ficción) hubo casos donde el espectador fue rehén de inquietudes artísticas demasiado ambiciosas y de otras donde quedó demostrado que el presupuesto no era garantía total al momento de fabricar buenos relatos.

Alma Mater es una película diferente, que rompe los esquemas y que si bien muestra personajes inusuales tiene el mérito de ampararlos en la grisura montevideana y a la vez rescatar de ese mismo espacio, y a través de planos simbólicos, otra ciudad de Montevideo, quizá la que no vemos con meticulosidad y en esas pequeñas cosas que pasan desapercibidas o incluso que se dan por descontadas, sobre la base de una sociedad acelerada y cada vez más contaminada por la inhumanidad y los trastornos de la globalización.

El tono místico del que se hablaba en principio y que a uno lo hacía temer literalmente por el resultado (algo que sería injusto para un cineasta de las características de Álvaro Buela) queda plenamente justificado, una vez culminado este segundo trabajo suyo. Y es que esas influencias, explícitas e implícitas, son apenas algunos matices de Alma Mater, un film que parece salir al cruce, a combatir una ciudad que luego se ve transformada, amparando una historia que quizá en la vida real haga transitar a sus protagonistas como un número más pero que aquí cobran una trascendencia inusitada.

La película logra fusionar con armonía lo visual, lo sonoro y lo conceptual, a través de un relato que va echando sus raíces y luego se proyecta con plenitud en personajes comunes y a la vez extravagantes, queribles, al final de cuentas, siempre contemplados por el ojo atento de quien los fabrica. Si bien Una forma de bailar (1997) y esta Alma Mater son dos películas diferentes comparten varias cosas; inquietudes generacionales desde la propia visión (madura, inteligente, despierta, sensible) de su realizador. Quizá los treinta y pico de Una forma de bailar eran más abiertos que estos de Alma Mater, más ansiosos por saber cuáles eran sus respectivos lugares, dónde estaban parados y hacia dónde iban. En Alma…, sin embargo, el contexto y las situaciones son otras; más complicadas y desdibujadas, tanto que se necesitan de elementos por ahí sobrenaturales para poder vislumbrar un camino sin obstáculos, una en principio lejana esperanza, obnubilada por el diario vivir.

El manejo de colores (generalmente fuertes) mezclado con tonos opacos engalana un notable e inspiradísimo trabajo fotográfico. Los dos personajes centrales, por su parte, destilan emotivas pinceladas, desembocando en estados de ánimo y sensaciones que si bien pueden llegar a tener raíces en el cine de otros realizadores (Lynch y Almodóvar, a modo de ejemplo y por ahí los primeros que a uno le vienen a la mente) llevan consigo ese riesgo que implicó para el propio Buela crear una película de estas características en Uruguay.

Así como Una forma de bailar (1997) marcaba un camino a seguir, y en especial una manera de pensar al momento de hacer cine en Uruguay (en realidad fue concebida para la televisión), esta Alma Mater aparece como una marcada isla en medio de un panorama cada vez menos irregular pero donde los talentos (varios subvalorados y hasta malinterpretados) siguen siendo minoría.

Alejandro Yamgotchian


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