
Título original: The Prestige
País y año de producción:
Estados Unidos / Inglaterra, 2006
Dirección: Christopher
Nolan
Guión: Jonathan
y Christopher Nolan, basado en la novela
de Christopher Priest
Con: Hugh Jackman, Christian
Bale, Scarlett Johansson, Michael Caine,
David Bowie
Duración: 128
minutos
Calificación:
No determinada a la fecha de preestreno
(en USA: No apta para menores de 13)
Género: Misterio
/ Fantástico
Sitio Web: http://www.prestige-movie.com/
Reseña argumental: En
1878, dos magos jóvenes compiten
por la atención del público.
Sus vidas se vuelven una serie de engaños
mientras intentan destrozarse mutuamente.
Su rivalidad los lleva a la cima de sus
carreras, pero con consecuencias terribles.
El director británico Christopher
Nolan había dirigido Memento:
Recuerdos de un crimen (2000),
Insomnia: Noches blancas
(2002) y Batman inicia
(2005). En el guión aparece su
hermano Jonathan, creador de la historia
de Memento, que luego
adaptaría (y dirigiría)
Christopher.
CINEASTA... Y MAGO
La verdad que uno no recuerda haber visto
una película sobre magia tan buena
como ésta. Haciendo memoria y a
la vez investigando, la historia del cine
no se ha abocado tanto al tema. En realidad
fueron muy pocas las que realmente tocaron
al ilusionismo con tanta seriedad, importancia
y dedicación. Y esto último
viene a que la propia ciencia ficción
de la novela de Priest es la que le da
ese toque encumbrado a la película,
donde los trucos realmente intentan llegar
a un nivel tal que el enfrentamiento entre
los dos magos protagonistas alcanza una
intensidad inusual y que atrapa plenamente
al espectador, a lo largo de las más
de dos horas de película.
El valor de El gran truco
(2006) es mayor aún cuando emerge
de un circuito industrial que no se cansa
de secuelas, remakes y precuelas, por
lo general insulsas. Para el caso de los
hermanos Nolan la novela del británico
Christopher Priest vino como anillo al
dedo, ya que la supuesta fantasía
de esta novela tiene una base científica,
empírica (Priest es gran admirador
de H. G. Wells) que le permite a la vez
al director jugar con lo real y lo imaginario,
a lo largo de distintas facetas que va
nutriendo gracias a su manera de narrar,
con saltos en el tiempo que operan entre
trucos, vueltas de tuerca y por supuesto
lo verídico (dentro de la ficción),
tanto para el público que ve los
espectáculos de magia en el film
como para el propio espectador.
El Londres de la Era Victoriana de fines
del siglo XIX se convierte en escenario
principal de este duelo de magia donde
no faltan personajes que existieron en
la vida real, como el físico croata
Nikola Tesla, quien aparece (interpretado
por David Bowie) como inventor de un misterioso
aparato eléctrico que terminará
confirmando la hipótesis temida
de uno de los protagonistas: la ciencia
mal usada puede terminar en un desastre
para el futuro. Y es que en esa época,
por encima del conservadurismo de la misma,
la magia en teatros era un verdadero espectáculo
y a la vez conformaba toda una serie de
interrogantes, teniendo en cuenta los
enormes avances científicos que
se estaban produciendo y los trucos cada
vez más arriesgados que se hacían
para deleite del público.
Aquí es donde entra a gravitar
la figura del mítico escapista
Houdini, que si bien no aparece en la
película, su referencia al famoso
truco de la "cámara de tortura
china" se hace visible en dos escenas
(una fundamental, con uno de los magos)
donde dos pesonajes quedan atrapados en
un cubo de agua, golpeando aterrados contra
el cristal. También se recuerda
el truco del mago francés del cual
Houdini tomó su seudónimo,
Robert-Houdin (el de la bala), el mismo
que tuvo que revelar sus secretos a las
autoridades (y que había abierto
un teatro de magia en París en
la década de 1840) para evitar
ser acusado de brujería. Algo parecido
ocurrió con el propio Tesla, enemigo
de Edison, y que en un momento de la película
tiene que fugar de su laboratorio pero
no por un truco de magia sino por desarrollar
un invento que se valía de la corriente
alterna y que estaba despertando las más
extrañas sospechas de la ciudad
donde residía.
Nolan y su hermano hacen una muy buena
adaptación que aquí se vale
nuevamente de grandes actuaciones. Los
dos magos que pasan de la amistad a la
rivalidad, por un grave error durante
un espectáculo, y luego a vivir
sus trágicas consecuencias, están
notablemente interpretados por Hugh Jackman,
como un ilusionista carismático,
y Christian Bale, que es más hábil
y astuto pero que no tiene tanta química
con el público. El factor común
en ambos es la obsesión, la competencia
desleal y sin contemplaciones, y toda
una vida dedicada a un sólo propósito:
sorprender a la gente con su trabajo y
recoger efusivos aplausos durante "el
prestigio" del título original,
la fase final del truco. No hay uno bueno
y uno malo, por llamarlo de alguna manera;
ambos tienen sus defectos y virtudes.
Ambos pasan por las etapas del sacrificio,
la arrogancia y quizás (al menos
en uno de ellos) la redención.
Y ambos son hombres incompletos, que sí
bien se rodean de personas con cierta
honestidad no pueden frenar el deseo de
ser los mejores pasando por encima de
prácticamente todo, incluso entrando
ya en los límites de la ciencia
(para el caso de uno de ellos).
Esto lleva a El gran truco
a convertirse ya no en un drama de misterio
sino a ser una película cada vez
más oscura y siniestra. También
a ser el mejor trabajo de Nolan hasta
el momento. Y no es de extrañar
que el film no haya figurado entre las
mejores películas al Oscar, dado
que el género fantástico
en sí siempre es relegado a rubros
"menores"; la Academia prefirió
premiar enhorabuena a Scorsese pero por
Los infiltrados (2006),
todavía una remake que no es ni
por asomo lo mejor de su realizador.
Las numerosas vueltas de tuerca se justifican
plenamente, porque forman parte hasta
de la magia del propio relato; Nolan también
se convierte en un mago, no solo por la
forma de narrar en sí sino también
por convertir a sus personajes en auténticos
detectives e investigadores, y también
por reafirmar, y como decía el
personaje de Michael Caine en un momento,
que los científicos logran hacer
cosas que los magos tan solo intentan
hacerlas creer. Las vivencias de El
gran truco también son
todo un desafío para sus personajes
principales. Y Nolan se encarga de orquestar
todo y con gran altura, siendo hoy día
uno de los realizadores más importantes
que tiene el alicaído Hollywood.