
                                        Título original: Rocky 
                                        Balboa
                                        País y año de producción: 
                                        Estados Unidos, 2006
                                        Dirección: Sylvester 
                                        Stallone
                                        Guión: Sylvester 
                                        Stallone, basado en sus propios caracteres 
                                        creados para Rocky (John G. Avildsen, 
                                        1976)
                                        Con: Sylvester Stallone, 
                                        Burt Young, Geraldine Hughes, Milo Ventimiglia, 
                                        Henry G. Sanders
                                        Duración: 102 
                                        minutos
                                        Calificación: 
                                        No apta para menores de 9 años
                                        Género: Drama
                                        Sitio Web: http://www.mgm.com/rocky
                                        
                                        
                                        Reseña argumental: 
                                        Hace treinta años era un hombre 
                                        sin futuro. Cuando la inesperada suerte 
                                        le dio la posibilidad de saltar al ring 
                                        para batirse con el campeón reinante 
                                        Apollo Creed, era la oportunidad de su 
                                        vida. Su valor y perseverancia, tanto 
                                        en la vida como en el cuadrilátero 
                                        dieron esperanza a millones. Ahora, la 
                                        gloria ha pasado y Rocky Balboa pasa sus 
                                        tardes contando historias a los clientes 
                                        de su restaurante, Adrians, llamado así 
                                        en memoria de su mujer, por la quien silenciosamente 
                                        sigue llorando. Su hijo, no quiere perder 
                                        el tiempo con él; está demasiado 
                                        ocupado en tratar de vivir su propia vida. 
                                        La vida y los golpes han hecho humilde 
                                        a Rocky, han deformado sus puños, 
                                        han encorvado sus hombros y se han llevado 
                                        todo lo que le quedaba, excepto sus viejas 
                                        historias, pero en su corazón sigue 
                                        siendo el mismo hombre. Mason "La 
                                        Línea" Dixon es el campeón 
                                        de peso pesado reinante, destacado sólo 
                                        por la facilidad con la que ganó 
                                        el título, hasta que un juego de 
                                        ordenador lo empareja con Rocky Balboa 
                                        como era en su juventud. El agente de 
                                        Dixon tiene una idea para revitalizar 
                                        la carrera de su cliente y de pronto, 
                                        el boxeo de pesos pesados captura la imaginación 
                                        del público otra vez. Parece una 
                                        travesura, una broma incluso, pero para 
                                        Rocky, que casi dobla en edad a su oponente, 
                                        una pelea con Dixon es la oportunidad 
                                        de demostrarse a sí mismo y a los 
                                        que quería que aunque el cuerpo 
                                        cambia, el corazón se hace cada 
                                        vez más fuerte. 
                                      Stallone ya había dirigido de 
                                        la saga Rocky la segunda 
                                        (1979), tercera (1982) y cuarta parte 
                                        (1985), además de Sobreviviendo 
                                        (1983), protagonizada por John Travolta.
                                      
                                      ESENCIA Y TESTIMONIO DE UN GRAN 
                                        LUCHADOR
                                        
                                        
                                        Stallone acaba de hacer algo sorpendente, 
                                        impensado incluso hasta para el gran público 
                                        que supo deleitrase con Rocky 
                                        y sus secuelas, pocas veces visto en la 
                                        carrera de alguien tan mimetizado con 
                                        un personaje: puso fin a una saga de manera 
                                        muy personal, sincera, honesta, absolutamente 
                                        testimonial y agradecido por todas las 
                                        que le tocó pasar, con un personaje 
                                        que le permitió crear un universo 
                                        único a partir de la nada, un boxeador 
                                        que prácticamente le salvó 
                                        la vida y lo mantuvo vivo, a tal punto 
                                        que más de treinta años 
                                        después de haberlo creado lo retoma, 
                                        haciéndolo volver al ring.
                                        
                                        
                                        Rocky Balboa podría 
                                        ser perfectamente un documental sobre 
                                        lo que siempre ha pasado por la cabeza 
                                        de Stallone, sobre su propia vida, una 
                                        verdadera estrella que siempre mantuvo 
                                        el perfil bajo, la humildad, que aprovechó 
                                        grandes superproducciones para lucirse 
                                        sin olvidarse que del otro lado de la 
                                        pantalla hay gente dispuesta a entretenerse, 
                                        a disfrutar del cine como espectáculo, 
                                        como experiencia emocional, y no una legión 
                                        de intelectuales esperando para tomarle 
                                        examen. Por encima de la lluvia de críticas 
                                        que recibió por algunos papeles 
                                        o películas en que trabajó, 
                                        con Rocky Balboa ha demostrado 
                                        una enorme afinidad y disposición 
                                        para con el personaje. Y a este boxeador 
                                        lo sacó de la ficción, de 
                                        ese mundo casi imposible para alguien 
                                        que cuando lo creó estaba realmente 
                                        en la lona, y lo bajó a la realidad, 
                                        con el fin de volcarle todas sus visiones 
                                        e impresiones y mandarlo de vuelta al 
                                        ring.
                                        
                                        
                                        Su Rocky ha sido icono popular, cultural, 
                                        ahora aprovechado para mostrar al verdadero 
                                        Sylvester Stallone, a ese que siempre 
                                        tuvo en la cabeza a Rocky, y que no tenía 
                                        miedo a quedar en ridiculo ante los escépticos 
                                        que podían burlarse de él 
                                        al verlo boxear con 60 años. Deporte 
                                        es lo menos que tiene esta secuela; la 
                                        única pelea se da en el final. 
                                        Rocky Balboa es un drama 
                                        muy íntimo, como la primera parte, 
                                        solo que en esta última se veía 
                                        un mundo conformado en base a ideas y 
                                        consecuentes sacrificios para volverlas 
                                        realidad, a diferencia de un cierre de 
                                        saga donde lo que prevalece es la reflexión, 
                                        la experiencia de vida; el honor y la 
                                        integridad . Acá se puede hablar 
                                        tanto de Rocky como del propio Stallone. 
                                        
                                        
                                        
                                        Sería injusto y hasta algo extraño 
                                        abordar Rocky Balboa 
                                        ya como una ficción, una obra donde 
                                        su realizador-guionista-productor-protagonista 
                                        luchó contra viento y marea para 
                                        que pudiese ver la luz, que salió 
                                        perdiendo casi desde el vestuario, como 
                                        su personaje principal, y que al final 
                                        mostró a un Stallone capaz de actuar, 
                                        escribir y dirigir con bastante solvencia 
                                        y contra todos los pronósticos.
                                        
                                        
                                        Pero hay algo que convierte a Rocky 
                                        Balboa en una obra mucho más 
                                        distinguida aún: la sintonía 
                                        con el propio público, que lo ve 
                                        como un héroe no solo dentro del 
                                        ring sino también en la vida real. 
                                        Los lugares comunes y los clichés 
                                        que puedan aparecer quedan minimizados 
                                        ante el caracter prácticamente 
                                        testimonial de un film que sí se 
                                        nutre de un contexto gris, oscuro, con 
                                        trabajadores que deambulan algo desencantados, 
                                        y que se contrapone levemente con ese 
                                        otro, a tono con el mundo en decadencia, 
                                        para nada solidario, que Stallone mismo 
                                        critica y del que Rocky no parece formar 
                                        parte, lleno de lujos y gente prendida 
                                        a influyentes medios masivos de comunicación, 
                                        que recordaban con gloria su pasado pero 
                                        que lo tenían olvidado y hasta 
                                        se burlaban de él.
                                        
                                        
                                        Lo que pasa luego de la pelea, en el final, 
                                        demuestra claramente la dignidad de un 
                                        deportista que se atrevió a volver 
                                        a combatir, que necesitaba saber donde 
                                        estaba parado, luego de ese duro golpe 
                                        familiar (la pérdida de su amada 
                                        mujer) que lo desestabilizó en 
                                        muchos sentidos, pero que igual no le 
                                        hizo perder el equilibrio. Más 
                                        que su orgullo estaba en juego el respeto, 
                                        no solo por lo que podía significar 
                                        un combate de exhibición y beneficencia 
                                        sino por la sensación térmica 
                                        para consigo mismo y la de todos aquellos 
                                        que lo tenían como en una nebulosa. 
                                        Sin embargo, su reducido grupo de amigos 
                                        y conocidos sabían quién 
                                        era Rocky, sin necesidad de nuevos desafíos, 
                                        y ellos sí lo respetaban, hasta 
                                        dentro de sus respectivas locuras o malos 
                                        días, incluyendo a aquella niña 
                                        que luego se volvió mujer, que 
                                        lo supo aconsejar y que lo deja descansar 
                                        la noche anterior a la gran pelea, conteniendo 
                                        desde muy dentro sus sentimientos hacia 
                                        él.
                                        
                                        
                                        Rocky Balboa es más 
                                        bien un vehículo pero de la vida 
                                        del propio Stallone, en función 
                                        de ese personaje que tanto le dio y ha 
                                        significado para él, quizás 
                                        de su más marcada faceta. Ese cálido 
                                        agradecimiento del final para con el público 
                                        lo muestra como un auténtico caballero 
                                        al personaje, y como una gran persona 
                                        al propio Stallone, apenas empiezan a 
                                        desfilar los créditos finales, 
                                        con niños, mujeres y adultos de 
                                        la vida real que suben esas famosas escaleras 
                                        entusiasmados, levantando los brazos y 
                                        estampando a fuego un verdadero símbolo 
                                        del cine norteamericano, que tantas emociones 
                                        le dio a espectadores de todo el mundo. 
                                        Un cierre magistral y sentido para esta 
                                        legendaria saga, de corte más bien 
                                        documental y no tanto de un drama o una 
                                        simple ficción, y cuyo último 
                                        plano resume muchas cosas, oficiando de 
                                        muy nostálgica postal; un regalo, 
                                        una dedicatoria de Stallone, un gesto 
                                        que no todos los artistas lo tienen, nada 
                                        menos que desde la propia pantalla, para 
                                        con el público de siempre y para 
                                        con esos otros, nuevos seguidores, que 
                                        seguirán surgiendo.