
Título original: Edmond
País y año de producción:
Estados Unidos, 2005
Dirección: Stuart
Gordon
Guión: David Mamet,
basado en su propia obra teatral
Con: William H. Macy,
Frances Bay, Rebecca Pidgeon, Joe Mantegna,
Denise Richards
Duración: 82 minutos
Calificación:
No apta para menores de 18 años
Género: Drama
/ Thriller
Sitio Web: http://www.edmondthefilm.com/
Reseña argumental: "No
estás donde deberías estar",
le dice una tarotista al protagonista
al comienzo del film. Él es un
hombre de 47 años que odia su trabajo
oficinesco y su rutinario matrimonio y
se siente atrapado en una existencia insignificante.
El personaje entiende rápidamente
el mensaje: necesita libertad. Abandona
a su esposa, se lanza a la calle en busca
de emociones extremas, intenta llenar
el vacío de toda una vida sumergiéndose
en una única noche de sexo, violencia
y muerte.
Escrita en 1982, la pieza original expresaba
algunas de las angustias del norteamericano
medio en medio del feroz espíritu
de competencia de la recién inaugurada
Era Reagan. El film no teme trasladar
la acción a los comienzos del tercer
milenio, quizás razonando que varias
de sus reflexiones se mantienen vigentes.
El director Stuart Gordon es conocido
por trabajos como Reanimator
(1985), Resonator (1986)
y La fortaleza (1993).
El aquí guionista David Mamet había
dirigido films como Casa de juegos
(1987), Las cosas cambian
(1988) e Identificación
de un homicidio (1991), entre
otras.
Sin dudas que el
tiempo en que esta obra fue escrita por
el dramaturgo David Mamet no guarda muchas
diferencias con el de esta película
(aunque si se hubiera producido a comienzos
de los ´80 hubiera tenido un efecto
mucho más impactante, similar a
los de algunos Ferraras, Cohens y Lustigs),
donde un oficinista decide tirar todo
por la ventana (trabajo, mujer y comodidades)
y se lanza a recorrer en la noche las
calles de de Nueva York, en busca de experiencias
distintas a las de su rutinaria vida,
en ocasiones sumamente extremas y por
qué no novedosas. Mamet vuelve
a apostar más a los hechos que
a los diálogos (naturales, a veces
improvisados, sin ataduras desde el guión)
a contar con un excelente actor (compañero
de estudios) como William H. Macy (también
con otro de sus actores fetiches, Joe
Mantegna), y a dejar marcada a fuego su
impresión ya no sobre su tan odiado
Hollywood sino sobre la sociedad moderna
toda. En este retrato de gente materialista
y desalmada todo parece ir de mal en peor,
y la reflexión se codea con la
locura de un personaje cada vez más
herido y resentido, desilusionado porque
tampoco encuentra un punto medio en ese
otro contexto donde fue a buscar soluciones,
un poco de desahogo y quizás sentirse
más vivo de lo que estaba. La dirección
de Stuart Gordon está hecha casi
con piloto automático, porque el
trabajo de Mamet es lo que brilla, en
ocasiones un excelentísimo guionista
que tuvo, sin embargo, mejores antecedentes
(sus films Casa de juegos e
Identificación de un homicidio;
El precio de la ambición,
de James Foley). AY