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EL SUEÑO DE CASSANDRA


Título original
: Cassandra´s Dream
País y año de producción: Estados Unidos / Francia / Inglaterra, 2007
Dirección: Woody Allen
Guión: Woody Allen
Con: Ewan McGregor, Colin Farrell, Tom Wilkinson, Hayley Atwell, Phil Davis
Duración: 108 minutos
Calificación: No apta para menores de 15 años
Género: Drama / Thriller
Sitio Web: http://www.cassandrasdreammovie.com/



Reseña argumental: El sueño de Cassandra narra la historia de Ian (Ewan McGregor) y su hermano menor Terry (Colin Farrell). A pesar de sus apuros económicos, ambos adquieren un velero de segunda mano llamado "Cassandra's Dream", con la idea de acondicionarlo y navegar en él los fines de semana. Ian conoce a la atractiva Angela (Hayley Atwell), una joven actriz que acaba de llegar Londres en busca de un futuro de éxito en el mundo de la interpretación. Por otro lado, la debilidad de Terry por el juego provocará que ambos confluyan en un callejón sin salida en el que su situación financiera será extremadamente delicada. La aparición de su tío Howard (Tom Wilkinson), recién llegado de Estados Unidos y con un pasado aparentemente repleto de éxitos económicos, supone un alivio para la economía de los hermanos. Pero todo tiene un precio. Howard les obligará a infringir la ley, poniendo a prueba su catadura moral, y provocando una serie de acontecimientos que darán lugar a consecuencias inesperadas.

El director Woody Allen es conocido por trabajos como Celebrity (1999), Match Point (2005) y Scoop: La primicia (2006), entre tantos otros.





UNA HISTORIA REAL


Está bien; no estamos ante una historia basada en un caso verídico pero las cosas que suceden en El sueño de Cassandra (2007) son parte de la vida misma, de la más que probable percepción que Woody Allen tiene del mundo en que está viviendo, de gente sobre la que ya se ocupó en películas con temáticas similares, como en una de las historias de Crímenes y pecados (1989), fundamentalmente en Match Point (2005) y en especial en un trabajo donde volvió a dar un aviso (por no decir un alarido) que hasta tenía mucho que ver con lo que él mismo estaba pasando en su vida privada: Celebrity (1998).


La insistencia en algunos temas más bien serios y filtrados por un humor casi invisible en las últimas películas que hizo tientan a uno a repasar algunos casos curiosos y en tono netamente sarcástico de esas buenas comedias que, sin embargo, fueron tildadas de "menores", en comparación a brillantes trabajos de Allen hechos antes de la década del ´90. Dilemas que ponían en juego nada menos que la vida de sus personajes ya estaban en Disparos sobre Broadway (1994), donde un autor teatral se sentía forzado a poner en su obra a la hija de un peligroso gángster que quería ser actriz pero que en realidad era un desastre. También hubo casos de prejuicios en Poderosa Afrodita (1995); allí un periodista, cuyo hijo adoptado era casi un genio, se sorprende (y sobre todo se desilusiona) al enterarse que su madre biológica no era una gran intelectual, como suponía, sino una prostituta.


Englobando algunas cosas uno puede sorprenderse aún más; el ingenio y el típico humor de esa etapa de películas de Woody Allen estaban siendo matizados por temas cada vez más preocupantes y que se tocaban medio como a la pasada, pero que igual dejaban su huella bien marcada. En Los secretos de Harry (1997) un escritor decide hacer un libro... sobre sus amigos. Pero estos no lo reciben muy bien que digamos, ya que ahí el autor expone no solo las virtudes sino también los defectos de ellos, que también son una forma de criticarse a sí mismo, dado que el propio personaje principal reconoce que su vida es un desastre. Más que la hipocresía de esos personajes de ficción, Allen aquí hacía uno de sus trabajos más honestos para consigo mismo, dejando en claro que nadie es absolutamente perfecto.


El tema de la ambición se dejaba entrever ya en Ladrones de medio pelo (2000), mientras en La mirada de los otros (2002) Allen se reía (con algo de preocupación) de la industria del cine, y en Melinda y Melinda (2004) el director mostraba las dos caras de la moneda en una misma actriz. Pero ese tono cada vez más serio y que iba desplazando a su tradicional estilo de comedia se hizo evidente en La vida y todo lo demás (2003), cuya historia principal vuelve a repetir casi de manera idéntica en una de las parejas de El sueño de Cassandra, una ampliación de Match Point, no tan incisiva pero que retoma temas como la posibilidad de tener una vida mejor y poder escalar socialmente, el cargo de conciencia que queda como consecuencia de asumir algunos riesgos pesados, la pasión enceguecida ante una persona que no es la más indicada pero a la que igual se la hacer valer por encima de todo, y obviamente el materialismo y los intereses que se generan, afectando cualquier tipo de relación familiar.


Londres oficia otra vez de escenario, esta vez menos lujoso y más resplandeciente, y también es testigo de dos historias: la de un mecánico endeudado por apuestas (Colin Farrell, cada vez mejor actor) y la de su hermano (Ewan McGregor), que intenta ayudarlo y a la vez anhela tener un negocio en Los Ángeles para irse a vivir con la que él piensa es el amor de su vida. Pero si bien la llegada de un acaudalado tío podria solucionar todo por un lado, por otro habrá una tarea muy difícil de asumir. Los problemas van siendo cada vez mayores y ahí Allen es donde entra a definir personajes que no piensan tan parecido como se suponía en principio y que en situaciones extremas agarran por caminos totalmente distintos. La película tampoco descuida a los secundarios, una madre materialista e interesada, un esposo trabajador y muy derecho, una actriz ansiosa por saltar a la fama y conocer directores y productores de renombre cuanto antes, y su padre que intenta que ella salga con hombres adinerados.


Esa tarea complicada que convierte a los dos hermanos en algo que antes ni se les hubiera pasado por la cabeza, también pone a prueba los lazos que los unen. A esa altura ya estamos ante otro thriller sólido y cada vez más oscuro, que se hace eco de ese quiebre definitivo que Allen tuvo a partir de Match Point pero que no llega al nivel de intensidad, desesperación y brutalidad, al principio contenida, de ese antecedente. Otro thriller, también, con mayoría de personajes ambiciosos y desagradables más una minoría que por más que intenta aportar su cuota de humanismo, comprensión y solidaridad no logra imponerse ante ese destino que a veces depende del azar (Match Point) y en otras de cómo uno está parado, de cómo podría reaccionar ante casos imprevistos, y en especial de quién es realmente y en el fondo uno mismo.


Alejandro Yamgotchian


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