
Título original: Madagascar:
Escape 2 Africa
País y año de producción:
Estados Unidos, 2008
Dirección: Eric
Darnell, Tom McGrath
Guión: Ethan Cohen
Duración: 89 minutos
Calificación:
Apta para todo público
Género: Animación
/ Aventuras / Comedia
Sitio Web: http://www.madagascar-themovie.com/
Reseña argumental: Abandonados
en las lejanas costas de Madagascar, Alex
y compañía han ideado un
plan tan loco que hasta podría
funcionar. Con precisión militar,
los pingüinos han reparado un viejo
avión estrellado. Una vez a bordo,
esta improbable tripulación permanece
en el aire el tiempo suficiente para aterrizar
en el lugar más salvajes de todos:
las vastas llanuras de la propia África
donde Alex encuentra a su familia y el
resto de la tripulación (Martin,
Gloria, Melvin) encuentran animales de
su misma especie por primera vez.
El codirector Eric Darnell había
dirigido (también junto a Tom McGrath)
la primera parte de Madagascar.
También realizó Antz
(1998), acompañado de Tim Johnson.
El guionista Ethan Cohen estuvo en el
libreto de Una guerra de película
(Ben Stiller, 2008), además de
en los de algunos capítulos de
la series Beavis & Butthead
y Los reyes de la colina.
UN POCO MÁS DE EQUILIBRIO
Las animaciones Dreamworks parecían
no saber bien para qué lado tomar
a fines de los ´90, cuando estaba
compitiendo abiertamente contra Disney
y especialmente luego de los problemas
laborales que terminaron con Jeffrey Katzenberg
fuera del "estudio del ratón".
Después del éxito de Shrek
(Andrew Adamson, Vicky Jenson, 2001),
donde Katzenberg dio luz verde para un
montón de tomaduras de pelo a clásicos
personajes Disney, vino el otro gran éxito
de taquilla de animación digital
Dreamworks que fue la primera parte de
Madagascar (Eric Darnell,
Tom McGrath, 2005), aunque anteriormente
la productora de Spielberg, Katzenberg
y Geffen impulsó lo que hasta el
momento ha sido una de sus mejores animaciones:
Spirit: El corcel indomable (Kelly
Asbury, Loma Cook, 2002), que curiosamente
tomaba buena parte de las recetas Disney
que un año antes había criticado.
Y Disney, en un momento en que no venía
del todo bien y donde todos los grandes
estudios salían a competirle, venía
siendo salvado gracias a la alianza que
mantenía con Pixar, actualmente
la productora líder indiscutida
en fabricar materiales de suceso y buena
calidad, dentro de los Estados Unidos.
Esta secuela de Madagascar
supera en algo a su antecesora, que parecía
colgarse de los recursos de Shrek
y también del provecho que se le
podía sacar a los animales generados
por computadora, que estaban más
humanizados e intencionalmente acelerados
que nunca, y donde el simple humor caricaturesco
caía principalmente en sus figuras,
al punto tal que el oxígeno necesario
para la historia venía de cierta
originalidad en las aventuras de esa road
movie que se intentó hacer
y que llevaba a los animales desde un
zoológico de Nueva York hasta la
isla del título.
Aquí el viaje es más corto
(de Madagascar a una reserva en la llanura
africana) pero el humor (y los guiños
hacia otras series y películas)
un poco más refinado; también
hay mayor interacción entre los
distintos y numerosos animales y hacia
los seres humanos en sí (sacando
a la anciana cascarrabias, el resto parece
una manada de bobos, como en la primera
parte), lo que llevó a un mayor
esfuerzo de diálogos para encaminar
ciertas situaciones que incluso no están
netamente dirigidas hacia el público
infantil, como ocurría en la primera
parte. Todo esto mérito del guionista
Ethan Cohen (nada que ver con los hermanos
Coen) que hasta intentó en los
minutos iniciales hacer una especie de
mini-precuela con el personaje del león,
rescatando y a la vez puliendo algunas
cosas vistas e insinuadas en la cinta
predecesora, como redondeando mejor el
relato para esta secuela.
En los créditos finales se puede
ver un agradecimiento a la figura de Bernie
Mac (su último trabajo para cine,
poniendo la voz del personaje de Zuba;
falleció tres meses antes del estreno
de la película en Estados Unidos)
y también uno (que suele apreciarse
una vez cada tanto) de los propios realizadores
hacia el estudio, que dentro de lo que
es el Hollywood canibalizado de hoy día
constituye más que una buena señal.