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SIN LUGAR PARA LOS DÉBILES


Título original
: No Country for Old Men
País y año de producción: Estados Unidos, 2007
Dirección: Joel Coen, Ethan Coen
Guión: JC, EC, basado en la novela de Corman McCarthy
Con: Tommy Lee Jones, Josh Brolin, Javier Bardem, Woody Harrelson, Kelly Macdonald
Duración: 122 minutos
Calificación: No determinada a la fecha de estreno (en Argentina: No apta para menores de 18)
Género: Drama / Thriller
Sitio Web: http://www.nocountryforoldmen-themovie.com/




Reseña argumental
: La historia da comienzo cuando Llewelyn Moss encuentra una camioneta rodeada por varios hombres muertos. En la parte trasera hay un cargamento de heroína y dos millones de dólares. Cuando Moss coge el dinero, provoca una reacción en cadena de violencia, que la ley, representada por el desilusionado sheriff Bell, no consigue detener. Moss intenta huir de sus perseguidores, especialmente del misterioso cerebro de la operación.

Los hermanos Coen han hecho brillantes trabajos, como Educando a Arizona (1987), Barton Fink (1991) y El hombre que nunca estuvo (2001), entre otros.




CAMINOS DE ALTO RIESGO


Es indudable que esta novela de Corman McCarthy en la que se basa Sin lugar para los débiles (2007) tiene mucho en común con el estilo que los hermanos Joel y Ethan Coen han empleado en sus más personales y brillantes trabajos, aquellos que casi ni repercutieron en taquilla y que habían tenido un fugaz pasaje por carteleras montevideanas. Según ellos mismo declararon, trataron de hacer una adaptación lo más fiel posible a la novela. Y cuando sus personajes principales tienen prácticamente todo servido en bandeja (en el cine de los Coen cuesta decir "todo para ganar"), hay algo que siempre termina arruinando la situación, convirtiéndola en algo extraño y delirante. La locura y el desconcierto que se desprende de esas insólitas situaciones a veces convive con el humor negro y en otros casos se diluye en esos antihéroes típicos del cine negro, entre mucha violencia, algún sueño utópico y culminaciones impensadas.


En Sin lugar para los débiles (2007) hay una historia de persecusión a muerte, a partir de que el protagonista (Josh Brolin) encuentra droga y dinero abandonados en medio de una matanza, y otra que paralelamente hace su presentación a través de una voz en off, que es la del personaje de Tommy Lee Jones, un sheriff que siempre va dos escalones abajo siguiendo el caso, preocupado y pensativo, que evoca el tiempo pasado en ocasiones para darse cuenta realmente de dónde está parado o más bien en qué mundo le ha tocado vivir. Si bien los Coen ponen como centro del asunto al hombre perseguido, lo que más les importa a ellos es este personaje, sobre el cual vuelcan la esencia conceptual de la historia, no precisamente en el grado que a uno le hubiera gustado y como sí había ocurrido en antecedentes suyos como De paseo a la muerte (1990), donde el mano derecha (excelente Gabriel Byrne) de un gángster en la década del ´30 se pasaba al otro bando al enamorarse de una mujer y por ende sus sentimientos afloraban pero en los momentos menos pensados y que lo ponían en dilemas al enfrentar a sus viejos compañeros.


Esa lucha interna pasó a dividirse en dos personas (como en Sin lugar para los débiles) en la brillante Barton Fink (1991), donde John Turturro interpretaba a un gran autor teatral que sufría insólitamente un bloqueo creativo al intentar escribir un puñado de líneas para el guión de una película con luchadores de catch. Ahí aparecía el acoso de personajes frívolos y siniestros, especialmente el de un aparentemente simpático vecino de hotel encarnado por John Goodman, que terminaba siendo alguien totalmente invasivo y siniestro.


Para el caso de Tommy Lee Jones, su drama existencial también encuentra refugio en algunas anécdotas, en sueños evocados, en una familia casi perdida, como una forma de escapar a la realidad, tal cual lo hacía el peluquero interpretado por Billy Bob Thornton en El hombre que nunca estuvo (2001), otra de las más grandes películas de los Coen donde un ciudadano común trazaba un plan de chantaje para su esposa infiel y el jefe, también con fines económicos que le cambiaran la vida y de paso le permitieran escapar de la monotonía.


No hay dudas que el cine que filman ellos es de una exquisitez abrumadora; mucho cine clásico procesado y situaciones de género donde exprimen a más no poder el suspenso y la intriga pero en situaciones mínimas aunque vitales para el desarrollo del film, sobre todo para el desenvolvimiento de sus personajes principales. Los ingredientes del esquema son siempre los mismos, solo que aquí los secundarios cobran un rol de mucho más peso (como el asesino notablemente interpretado por Javier Bardem). El final famoso, donde algunos espectadores pueden quedar desconcertados, tendría que importar mucho menos si se viera alguna de las tres películas anteriores. Tommy Lee Jones es otro de los antihéroes que no encuentra explicación a la ola de violencia que se desata, en especial a la actitud devastadora de los que persigue, y se deprime ante la impotencia de no poder hacer mucho hacia los ciudadanos para quienes tiene que servir.


Cuando aquel psiquiatra de Noche de brujas (John Carpenter, 1978) intepretado por el ya desaparecido Donald Pleasence llegaba a la triste conclusión de que el asesino imparable Michael Myers era lisa y llanamente pura maldad y que no tenía otra causa para justificar los asesinatos que cometía, estaba hablando muy en serio. A diferencia de esa película (donde solo se mostraban tres asesinatos), los Coen apuntan a través del personaje de Bardem a algo quizás un poco más representantivo a nivel social y de los tiempos que corren (de hecho la violencia siempre fue protagonista de sus películas y hasta el misterioso personaje de John Goodman en Barton Fink pudo ser perfectamente un demonio, el mismísimo Diablo), sin explicaciones de por medio como ocurren en muchos "mockumentaries" (falsos documentales), con criminales confesándose ante cámara, sino a lo gráfico, a lo perturbador, a una cosa capaz de dejar perplejo a un sheriff y gradualmente nervioso a otro antihéroe (el perseguido) que por querer llevarle agua a un extraño moribundo, vuelve al lugar de los hechos, en vez de haberse quedado con el dinero sin preocupación alguna.


Si les van a dar un premio tan resonante como el Oscar a los hermanos Coen hubiese sido mejor que se lo entregaran pero por alguna de las otras tres películas citadas, donde la seriedad y el pesimismo que manejaban se sobreponía abiertamente al humor negro y a la ridiculez (en el buen sentido) de sus historias. Obviamente, la Academia cuando puede trata de hacer justicia y cuando no, pues premia póstumamente o al menos se acuerda de los cineastas vigentes que han metido goles dentro del área pero en cuyos curriculums figuran anotaciones desde la mitad de la cancha.


Alejandro Yamgotchian


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