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EL SABOR DE LA NOCHE


Título original
: My Blueberry Nights
País y año de producción: China / Francia / Hong Kong, 2007
Dirección: Wong Kar-wai
Guión: WKW, Lawrence Block, sobre historia de WKW
Con: Norah Jones, Jude Law, David Strathairn, Rachel Weisz, Natalie Portman
Duración: 90 minutos
Calificación: No determinada a la fecha de estreno (en Argentina: No apta para menores de 13)
Género: Drama / Romance
Sitio Web: http://www.myblueberrynightsmovie.co.uk/




Reseña argumental
: Una joven (Norah Jones) se embarca en un inolvidable viaje cruzando América en busca del amor verdadero. En el camino la joven se encuentra con una serie de enigmáticos personajes que le ayudan en su búsqueda. La historia está enmarcada entre el mágico paisaje urbano de Nueva York y las espectaculares vistas de la legendaria Ruta 66.

El director chino Wong Kar-wai había dirigido Chungking Express (1994), Happy Together (1997) y Con ánimo de amar (2000). El aquí coguionista norteamericano (y novelista) Lawrence Block fue el autor del libro en que se basó la película Morir mil veces (Hal Ashby, 1986), libretado, entre otros, por Oliver Stone.

OBRA MAYOR DE WONG KAR-WAI


El director chino Wong Kar-wai, realizador de films notables como Con ánimo de amar, 2046: Los secretos del amor, Eros, un film en tres episodios en el cual "La mano" era una versión muy personal del director, que sobresalía frente a Soderbergh y Antonioni, por la sutileza para tratar un tema difícil como era el del asordinado erotismo, se va a los EE.UU., y filma El sabor de la noche.


Con un elenco de primera línea (Natalie Portman, Jude Law, Norah Jones, Ed Harris, Rachel Weisz, David Strathairn, entre otros), con una puesta en escena que revela un singular montaje, con refinamientos formales en cuanto a la fotografía, a la utilización del color, a la elección de la banda sonora y de los códigos, vestimentario, dialógico, gestual, con un magnífico guión, entrega al espectador un film mayor.


La protagonista Elizabeth (Norah Jones) parte emocionalmente de una situación de infidelidad de quien fuera su pareja, y se refugia en una cafetería - restaurante pequeña de New York, y hace entrega a su dueño de las llaves que ya no abrirán las puertas del amor. El dueño Jeremy (Jude Law) guarda ésta y muchas otras llaves de historias similares, de desencuentros afectivos. También colecciona momentos, instantes, que en el ajetreo de su trabajo no puede observar, y que son registrados por la cámara de seguridad de su negocio, constituyendo una suerte de diario personal.


La desolación y parquedad de esta joven, contenida en su dolor, incapaz de confrontarse con la otra mujer, es capaz de tocar el corazón del solitario Jeremy. Miradas, silencios, sentimientos diversos que flotan entre los personajes, configuran esta primera parte del film. Elizabeth desaparecerá una noche, sin despedirse de Jeremy. Inicia un largo viaje por diversas ciudades de Norteamérica, alienándose noche y día en el trabajo, pero observando otras historias de vida que la ayudarán a la develación del conocimiento propio. Emprende así un viaje de iniciación, de aprendizaje, ya que le es imposible hacer el duelo por la reciente pérdida.


Wong Kar-wai a través de la ingenua mirada de la agonista y con una maestría sin par, va mostrando al espectador la historia del policía alcohólico y de su infiel mujer, que luego de la ansiada muerte de su marido, se va del pueblo en el cual nació y conoció a su esposo, con culpa, amor y dolor lacerante, por lo que no se pudo lograr. Una narración con magistrales actuaciones. En otro estado de USA, Elizabeth conocerá por razones de otros de sus trabajos, a una jugadora compulsiva que necesitará de su ayuda respecto de un padre que paradójicamente la inició en el juego de póker. Se pone en marcha una especie de road movie en el cual el paisaje es otro protagonista más. Elizabeth va aprendiendo acerca de las relaciones humanas, de los sentimientos conflictivos, y de la tragicidad que conllevan, en ese viaje psicológico hacia el interior de la noche que finalmente se encontrará con el día.


El director muestra en el devenir fílmico una cuota de escepticismo respecto de la condición humana. La redención para muchos de sus personajes llega demasiado tarde, o no llega, o es decididamente una interrogante.


Pero Elizabeth es una heroína romántica, tiene fortaleza interior, ha sabido escuchar y ayudar a almas desoladas como la suya, pero sin perder la pureza y la transparencia frente a los azares de la vida. Sabe tomarse su tiempo, hizo el duelo por su amor perdido. Puede así regresar a la cafetería neoyorquina y a quien la estuvo esperando desde la partida. Este encuentro de dos almas solitarias, está resuelto con contenida emoción. Es una mágica culminación del film.


P. M.


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