
Título original: Avatar
País y año de producción:
Estados Unidos / Inglaterra, 2009
Dirección: James
Cameron
Guión: James Cameron
Con: Sam Worthington,
Zoë Saldana, Sigourney Weaver, Stephen
Lang, Michelle Rodriguez
Duración: 162
minutos
Calificación:
Apta para todo público
Género: Acción
/ Aventuras / Ciencia ficción /
Suspenso
Sitio Web: http://www.avatarmovie.com/
Reseña argumental: El
film narra la historia de un ex-marine
herido de guerra que en un mundo superpoblado
recibe la oportunidad de su vida, tras
la muerte de su hermano gemelo: trabajar
en el planeta Pandora. Este exótico
planeta alberga una enorme cantidad de
tesoros y recursos naturales, y está
lleno de una increíble diversidad
hermosa y mortal que respira amoníaco.
Los de la Tierra se encuentran en contradicción
unos con otros y con la cultura local,
y establecer contacto con los Na'vi, la
civilización local, es tan importante
como los tesoros y recursos naturales
de Pandora.
Pero al igual que la original Caja de
Pandora, causa estragos en quienes lo
utilizan para su propio provecho, por
lo que este mundo puede destruir no sólo
la casa de los Pandoranos, sino la Tierra
también.
El realizador canadiense James Cameron
ha dirigido films como The Terminator
(1984), El secreto del abismo
(1989) y Titanic (1997).
CINE VIVO
La idea era que Avatar
(2009) hubiera podido ser realizada en
1999, dos años después del
suceso de crítica y público
que fue Titanic (1997),
pero James Cameron, al igual que en su
momento había ocurrido con George
Lucas y sus precuelas de Star
Wars, no tenía la tecnología
necesaria disponible como para poder desarrollar
en pantalla todo lo que tenía en
su cabeza por aquel entonces.
De ahí que las expectativas y
rumores que comenzaron a circular durante
toda la década de 2000 hacían
pensar que la próxima película
de Cameron iba a venirse con todo. Pero
sinceramente uno se imaginaba que a esta
altura del partido era muy difícil
el desafío, en el sentido de si
un talentoso cineasta como este canadiense
era capaz de mantener en vigencia lo que
ya había demostrado en épocas
anteriores: imponentes espectáculos
que si bien no contaban con relatos tan
rebuscados para lo que es la ciencia ficción,
sí fueran capaces de hacer sentir
al espectador de que estaba frente a una
buena historia.
Y Avatar se ha transformado
en una típica película de
Cameron: vistosa, movida, majestuosa.
Una superproducción cuyo trasfondo
de tono fantástico no es más
que la excusa para otra historia de amor,
como sucediera en Titanic,
lo último que había hecho
y cuyo presupuesto de 200 millones de
dólares (uniendo a dos grandes
estudios de Hollywood para poder bancarlo)
era objeto de pronósticos fatales
antes del estreno, jugando un poco con
eso de que hasta ese momento era la producción
de cine catástrofe más cara
de la historia del cine.
También se refleja un panorama
similar a lo que viene ocurriendo en y
con la Tierra; el belicismo en sintonía
con el corporativismo y la inevitable
consecuencia de dejar un planeta destruido,
sin recursos básicos, que lleva
a "la compañía"
a mandar soldados y científicos
a Pandora para que de cualquier manera
retornen de ahí con un valioso
mineral, sin importarle, claro está,
las bajas que puedan haber. Y la plata
sigue valiendo, a pesar de que se está
viviendo en un planeta destruido, y donde
los números y balances importan
más que el propio hábitat
terrícola en sí.
No es novedad que Cameron es un experto
en cine de acción ni que tampoco
lo suelen frecuentar heroínas;
en esta oportunidad hay una de Pandora
y dos de la Tierra, estas últimas
encarnadas por Sigourney Weaver y Michelle
Rodríguez, quienes van viendo paulatinamente
que ese planeta rico en recursos y muy
peligroso pasa a ser otra cosa totalmente
distinta, a medida que entran en contacto
con los nativos, las criaturas y hasta
las deidades del lugar. Cameron a su vez
logra de manera notable y por qué
no reveladora para con su propia filmografía
transmitir las costumbres, vivencias y
sensaciones de ese nuevo mundo, que funciona
de manera equilibrada y tan armoniosamente
como se va desarrollando la película.
En ocasiones logra crear atmósferas
ya no sólo poderosas visualmente
sino también en múltiples
sentidos; hay una magia, una química
muy especial que se forma y que pocas
veces la ciencia ficción en cine
ha logrado crearla, transmitirla con tanta
claridad y contundencia. Habría
que remontarse a algunos mundos fantásticos
y algo perdidos en la historia del cine
como los de El cristal encantado
(1982) de Jim Henson y Frank Oz, y obviamente
a la imaginación de George Lucas
en su saga Star Wars
para poder evocar parte de lo que se ve
aquí. No obstante, y por encima
de que el gran presupuesto ayuda muchísimo,
Avatar, al margen de
su espectacularidad, también dispone
de una cuota imaginaria muy valiosa para
crear ese marco donde todo se da y que
se convierte en otro protagonista más,
que marca presencia y de forma muy vívida.
Es como si todo ese gran despliegue técnico
se uniera con la visión de un cineasta
maduro, en ocasiones con una sensibilidad
muy particular, que se vale del fabuloso
contexto que crea y que ya no solo es
un experto en cine de acción y
aventuras.
De hecho Cameron comenzó trabajando
con maquetas, diseños y hasta haciendo
efectos especiales para algunas producciones
de ciencia ficción de Roger Corman
que intentaban emular varios éxitos
de fines de los ´70 y principios
de los ´80, y sus labores llegaron
a impresionar al legendario productor.
Y a diferencia de lo que podía
suponerse, el año en el que transcurre
la película (2154) nos muestra
a una civilización en Pandora donde
no hay rayos láser ni sofisticadas
tecnologías, sino un mundo lindante
con la prehistoria, con los instintos
más básicos y en especial
con una naturaleza de avasallante exotismo
y espiritualidad.
Con Avatar, James Cameron
ha hecho una de sus mejores películas,
donde una vez más el gran presupuesto
se tradujo en llenar algo más que
la vista del espectador, metiéndolo
de lleno en un planeta sorprendente (no
solo en su paisaje) y hasta concientizador.
Sin dudas que el tiempo de espera valió
la pena.