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CHE: EL ARGENTINO


Título original
: Che: Part One
País y año de producción: España / Estados Unidos / Francia, 2008
Dirección: Steven Soderbergh
Guión: Peter Buchman, basado en las memorias del "Che"
Con: Benicio Del Toro, Demián Bichir, Santiago Cabrera, Julia Ormond, Catalina Sandino Moreno
Duración: 126 minutos
Calificación: No apta para menores de 12 años
Género: Bélico / Biográfico / Drama / Histórico
Sitio Web: http://www.cheelargentino.com/





Reseña argumental
: El 26 de noviembre de 1956 Fidel Castro se embarca rumbo a Cuba con 80 rebeldes. Entre ellos se encuentra Ernesto "Che" Guevara, un joven argentino, idealista y médico, que comparte un objetivo con Fidel: derrocar la dictadura corrupta de Fulgencio Batista. "Che" demuestra ser un soldado indispensable y aprende rápidamente el arte del combate guerrillero. Al entregarse de cuerpo y alma a esta lucha, "Che" recibe una calurosa acogida de sus camaradas y del pueblo cubano. La película sigue al "Che" a lo largo de la Revolución Cubana, desde sus inicios como médico, luego comandante, para finalmente ser un héroe de la revolución.

El director Steven Soderbergh había hecho sexo, mentiras y video (1989), Vengar la sangre (1999) y Traffic (2000). El guionista Peter Buchman estuvo en los libretos de Jurassic Park 3 (Joe Johnston, 2001) y Eragon (Stefen Fangmeier, 2006).





UN HÉROE MARXISTA EN LA PANTALLA Y UN LIBERAL NORTEAMERICANO DETRÁS DE ELLA

Che, el argentino es la primera parte de un díptico con una duración total de poco más de cuatro horas que ha dirigido el norteamericano Steven Soderbergh. El tema, como lo anuncia su título, es parte de la trayectoria del guerrillero Ernesto "Che" Guevara. Una personalidad que el cine de ficción ya retomara anteriormente, y al respecto vale la pena recordar Diarios de motocicleta (2004) de Walter Salles, un retrato que asumía de modo romántico las primeras recorridas del que sería el "Che" por una empobrecida Latinoamérica. Y en la lista está también la olvidable y pésima Che que en 1969 dirigiera Richard Fleischer con Omar Sharif como el "Che", un producto de corte netamente opositor que coincidía con las posiciones oficialistas de los EE.UU. respecto al personaje.


Este "Che" de Soderbergh procura una neutralidad que empero no disimula las simpatías hacia el guerrillero y sus propuestas. No es casual que el libreto esté mayoritariamente basado en las memorias de Guevara. Ello hace que este film donde prolifera la acción física y el dinamismo narrativo que Soderbergh utiliza acertadamente, se aproxime al discurso revolucionario sesentista en lo que hoy, aún para la izquierda, pueda aparecer como una etapa abandonada o por lo menos modificada. Estas características, donde lo ideológico logra marcar su presencia, son minimizadas o escamoteadas en la segunda mitad de Che, el argentino, que pasa a convertirse en un film bélico donde las acciones militares ocupan un lugar protagónico.



Si Soderbergh hubiera quedado en esto su film no lograría ir más allá de la atracción de su pulcritud narrativa. Pero el guión se las ingenia para hacer del film mucho más que eso. La interpolación de breves escenas en blanco y negro, procurando la apariencia de un documental, con un "Che" ya gobernante revolucionario que defiende las posiciones cubanas en la Asamblea de las Naciones Unidas, hacen del resto del film, de las escenas en color, extensos raccontos.


Soderbergh evita así la posible monotonía del relato rigurosamente cronológico y avanza sobre la historia del "Che" y de Cuba en dos tiempos diferentes pero vistos en paralelo. Este artilugio narrativo, que estará presente también en la segunda parte del "Che" , cuando la Revolución ya ocupa el poder, acaban por hacer de este extenso film dividido en dos partes un atractivo caleidoscópico en el que irrumpen personajes y circunstancias no menos atractivas.


La simplificación acerca de si es una película a favor o en contra del Che y la Revolución Cubana es imposible. Los elementos presentados, por sobre la ligerísima posición favorable revelada por Soderbergh, incluyen también cuestionamientos que facilitan una bienvenida polémica. Pero aquí no se trata, solamente, de afiliar al film y en consecuencia al espectador a tal o cual posición, sino de ofrecer un producto cautivante de extremo a extremo, con virajes de estilo en la exposición de lo conceptual, con gran imaginación en lo visualmente expuesto. Por algo Soderbergh es el recordado director de la revulsiva y notable sexo, mentiras y video, de la logradísima Kafka, del excelente thriller Traffic, aunque también de Erin Brokovich y otros bodrios.


La ambientación de "Che", mayoritariamente en el medio selvático, con los "flash forward" en la Asamblea de NN.UU., y algunas convincentes tomas en pueblos mexicanos -que simulan a la perfección los pequeños poblados cubanos de la época-, hacen que el entorno físico aporte increíble realismo a esta reconstrucción.


Merecidísima mención aparte se lleva Benicio del Toro en su composición del "Che", tan lograda que por momentos nos olvidamos del actor y creemos estar ante el auténtico guerrillero muerto en Bolivia. Del Toro ha de haber estudiado minuciosamente los documentos cinematográficos que dejara el "Che", del mismo modo que Demian Bichir para su personificación de Fidel Castro ha de haber hecho algo similar. Más desdibujado es el Camilo Cienfuegos de Santiago Cabrera, en especial porque el libreto lo sitúa a un costado, quizás para evitar polémicas aún no totalmente resueltas. A favor o en contra de ella, o quizás con una posición intermedia, nadie podrá ignorar la gravitación que en la historia del siglo XX tuvo la Revolución Cubana. Y esto en definitiva es lo que dice el film.


Decíamos que la realización es quizás tenuemente partidaria de su protagonista y la revolución. Aseveración que en parte sustentamos en la pasteurización de la vida personal, particularmente sentimental y amorosa, de los héroes retratados. Soderbergh olvida demasiado que está retratando a seres humanos y coquetea con la visión hagiográfica. Acaso los resabios del realismo socialista se filtren en algunos, varios, acaso muchos, instantes del film. En este caso más que un defecto es una cuestionable opción de los responsables.


La fotografía del film, impecable en todo momento, vigorosa y creativa, es responsabilidad del realizador Soderbergh quien aparece en ese rubro bajo el seudónimo de Peter Andrews. Las dos horas de esta primera parte son fascinantes y no pesan, creando legítima avidez por conocer cuanto antes las otras dos horas que a través de la segunda parte conforman un solo film.


Che, el argentino, un film polifacético: cine político y cine de entretenimiento, cine de ideas y cine de aventuras. Cine para no dejar pasar por alto.


Álvaro Sanjurjo Toucon


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