

Título original: Surrogates
País y año de producción:
Estados Unidos, 2009
Dirección: Jonathan
Mostow
Guión: Michael
Ferris, John D. Brancato, basado en los
caracteres creados por Robert Venditti
y Brett Wendele para la novela gráfica
Con: Bruce Willis, Radha
Mitchell, Rosamund Pike, Boris Kodjoe,
James Francis Ginty
Duración: 104
minutos
Calificación:
No apta para menores de 9 años
Género: Acción
/ Ciencia Ficción
Sitio Web: http://chooseyoursurrogate.com/
Reseña argumental: Año
2017: los seres humanos viven sus vidas
en forma remota y desde la seguridad de
sus hogares a través de robots
sustitutos: representaciones mecánicas
mucho más sensuales y perfectas
de ellos mismos. Es un mundo ideal donde
no existen el delito, el dolor, el miedo
ni las consecuencias. Pero, cuando el
primer asesinato en años sacude
esta gran utopía, el agente del
FBI Greer (Bruce Willis) descubre una
vasta conspiración detrás
del fenómeno de las identidades
sustitutas y deberá abandonar su
propio sustituto, poniendo en riesgo su
vida, para revelar el misterio.
El director Jonathan Mostow había
dirigido Sin rastro (1997),
U-571 (2000) y Terminator
3: La rebelión de las máquinas
(2003). Los guionistas Michael Ferris
y John D. Brancato estuvieron en los libretos
de La red (Irwin Winkler,
1995), Al filo de la muerte
(David Fincher, 1997) y Primitivo
(Michael Katleman, 2007).
CUANDO LA IMAGEN ES TODO
La película está basada
en una novela gráfica cuyos derechos
habían sido adquiridos por la Disney
al poco tiempo de haber salido la obra
de Venditti-Wendele, pero la idea de los
dobles robotizados en realidad ya había
sido plasmada por Philip Dick en su libro
Los clanes de la luna alfana
(1964), aunque no con la trascendencia
que se le da en el comic ni en Identidad
sustituta (2009); en la novela
de Dick los simulacros se manejaban a
control remoto, y eso tan solo era una
parte muy secundaria de la historia, mientras
aquí el propio ser humano "original"
los puede controlar con una tecnología
mucho más sofisticada, pudiendo
experimentar desde la comodidad de su
hogar todas las sensaciones que su doble
percibe.
La obra se ubica en un futuro muy cercano
pero en realidad hace una advertencia
muy seria para el mundo actual; de hecho
todo comenzó a gestarse apenas
comenzó el siglo XXI y en medio
de una sociedad de consumo empujada globalmente
a través de las empresas dedicadas
a la comunicación masiva y en favor
de una perfección más bien
física, superficial, y donde uno
puede vivir tranquilamente sin temor a
la inseguridad, a sufrir daños
corporales o a conductas inapropiadas
(de uno mismo o de los demás) que
puedan alterar el orden del contexto por
donde todos se mueven. Para algunos puede
parecer una sociedad ideal; robots con
apariencia humana que lo hacen todo por
nosotros. Pero, por suerte, Identidad...
logra hincar (apenas) el diente en algo
que debió ocupar mucho más
espacio que la acción y la intriga
del producto en sí.
El director de este interesante film es
Jonathan Mostow, quien sorprendiera con
un modesto y atrapante trabajo de suspenso
titulado Sin rastro,
en 1997, que luego realizara una sólida,
llamativa película de submarinos
(U-571, 2000) y que aparentemente
quedó muy enganchado con la ciencia
ficción luego de haber dirigido
una digna tercera parte de Terminator
en 2003. El arma de doble filo que pueden
terminar siendo las nuevas tecnologías
más algunos mensajes sobre la ambición
y el materialismo del hombre moderno ya
lo habían demostrado los guionistas
de este trabajo en La red
(1995) de Irwin Winkler y nada menos que
en Al filo de la muerte
(1997) del descarnadamente irónico,
por aquel entonces, David Fincher, respectivamente.
Y ambos libretistas, al igual que Mostow,
parecen estar aquí en su salsa.
Lamentablemente hay tan solo un caso (el
de la esposa del protagonista) que deja
ver el verdadero objetivo de muchas personas
que deciden tener un sustituto que los
represente en la sociedad. Y uno no está
haciendo referencia al tema de la practicidad,
la seguridad o a los riesgos que se puedan
evitar, sino a la imagen en sí;
cabría preguntarle a esos personajes
si les causa gracia estar todo el día
sentados en sus casas, experimentando
sensaciones pero con un objetivo que en
realidad pasa por ocultar defectos físicos,
que se agravan con el sedentarismo, y
en especial problemas psicológicos
causados por una sociedad de consumo que
produce injustamente, a través
de una feroz e insistente publicidad,
una bajísima autoestima, además
de traumas y complejos varios en su receptor,
y que en el mundo real, actual, se canalizan
básicamente a través de
la competencia, sin que importen en absoluto
los códigos, principios y valores
más elementales.
Y lamentablemente, además, este
punto se toca muy por arriba en una película
que juega todas sus fichas más
bien al asesinato de un sustituto, a la
inesperada muerte simultánea de
quien lo manejaba, y a una organización
en contra de este sistema, todo esto facilitando
lo que es el aparato de cine de género
vistoso, espectacular, aunque algo liviano
y hasta no tan ágilmente narrado,
a pesar de su corta duración.
AY