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LIVERPOOL


Título original
: Liverpool
País y año de producción: Alemania / Argentina / España / Francia / Holanda, 2008
Dirección: Lisandro Alonso
Guión: Lisandro Alonso, Salvador Roselli
Con: Nieves Cabrera, Giselle Irrazábal, Juan Fernández
Duración: 84 minutos
Calificación: No determinada a la fecha de estreno (en Argentina: Apta para todo público)
Género: Drama



Reseña argumental: Marino vagabundo cuyo aspecto sugiere que se ha pasado la vida en océano llega a la remota Tierra del Fuego con la vaga explicación de que acude a visitar a su madre. Ese es, sin embargo, apenas el punto de partida desde el cual el director Lisandro Alonso invita a su espectador a recorrer territorios inexplorados, internarse en un paisaje que se va haciendo cada ves más blanco, más inhóspito, acaso más enigmático.

El film se divide claramente en tres etapas. La primera, que transcurre sobre el barco, registra las rutinas de su protagonista, continúa con su llegada a tierra y el comienzo de su tránsito allí. La segunda: su noche en Ushuaia, el viaje, los caminos, las paradas, los desvíos y el alcohol siempre presente. La tercera: la llegada al pueblo, después de estar lejos durante años, para encontrarse con una serie de sorpresas que no corresponde adelantar pero que incluyen algún vuelco dramático. Tras dejar entrever algunos hilos que atan al personaje con la comunidad, el film continuará su recorrido hacia el corazón de las tinieblas.

El director argentino Lisandro Alonso había dirigido Los muertos (2004).





ASUNTOS PERSONALES

Se puede ver mucho detrás de la simpleza de sus historias, de ese fascinante hipnotismo que surge de sus obras, de su serenidad, de los tiempos que se toma…; el cine de Lisandro Alonso tiene hasta cierto matiz antropológico, va casi hasta las raíces de sus personajes, entre la fina insinuación y la pura transparencia, entre la inspiración visual y un seguimiento pormenorizado de sus figuras centrales. Pero paradójicamente esto no es suficiente para conocerlos del todo, ya que son tan misteriosos como los paisajes por donde se mueven.

Sus películas son como material en crudo, con historias que se largan en la pantalla y que no se sabe bien hasta dónde pueden llegar. O quizás sí, porque en ellas hay un trasfondo por demás sensible y muy humano.

Son historias de supervivencia, de desafíos, con valores, y de un enfoque básicamente experimental. La naturaleza es la otra gran protagonista de sus trabajos. Los contextos que parecen cobrar vida propia (el campo, la selva, el río) alejados del ruido y la urbanización (a excepción de su anterior trabajo, Fantasmas, con los protagonistas de sus dos primeros films en una ciudad que los ve como lo que indica el título), ven pasar luchadores solitarios que se desenvuelven como pueden y con algún objetivo en mente; también con pensamientos que jamás podrá saber el espectador, por más que se siga minuciosamente a los personajes centrales de sus obras.

Alonso, así, convierte a quien esté viendo sus trabajos en ese único fiel testigo de todo lo que ocurre. Los diálogos son escasos, y la interacción entre sus personajes también, lo que le da la chance de desplegar su gran potencial como narrador visual que es. Quien esté viendo el film, además, puede sorprenderse al ser abandonado por los propios protagonistas; el ex convicto de Los muertos (2004) se internaba en Corrientes y desaparecía, mientras este marino de Liverpool (2008) parece estar en busca de algo que no tiene muy claro, más que la propia libertad (y el precio que tiene pagar por eso), perdiéndose en la nieve de Ushuaia, mientras un largo plano fijo lo contempla durante varios segundos.

Esa independencia fue precisamente el eje de su ópera prima, La libertad (2001), otra estupenda película sobre un leñador de La Pampa, seguido en su intimidad, en los detalles de su labor diaria, en su descanso mientras escucha radio y se calienta su comida, en su ida para entregar un trabajo y cobrarlo lo más justamente que pueda, en la compra de un refresco y cigarrillos, preguntando por alguna mujer "en la vuelta", en el retorno a su refugio caminando por el campo, y finalmente comiendo una mulita que cazó, ya con la noche y los relámpagos encima.

Y sí, sus películas se pueden contar perfectamente, ya que lo que importa no es lo que pasa (como en todo trabajo cinematográfico) sino lo que hay para decir y la estética empleada para volcar la historia en pantalla. Hablar de un largo de Alonso quizás implique estar hablando de todos, pero cada uno tiene un encanto muy particular. Se podría hacer alusión a ese famoso perro con distinto collar, pero en el buen sentido. Y hablar de Liverpool es casi repetir varias cosas de las ya mencionadas, es volver a llamar la atención sobre un cineasta al que es un verdadero gusto seguir.

Alejandro Yamgotchian


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