
Título original: Rabbit
Hole
País y año de producción:
Estados Unidos, 2010
Dirección: John
Cameron Mitchell
Guión: David Lindsay-Abaire,
basado en su propia obra
Con: Nicole Kidman, Aaron
Eckhart, Dianne Wiest, Miles Teller, Tammy
Blanchard
Duración: 91 minutos
Calificación:
No apta para menores de 12 años
Género: Drama
Sitio Web: http://www.rabbitholefilm.com/
Reseña argumental: Becca
y Howie Corbett (Nicole Kidman y Aaron
Eckhart) están regresando a su
existencia cotidiana en la estela de una
horrorosa y repentina pérdida.
Hace apenas ocho meses eran una feliz
familia suburbana, con todo lo que querían.
Ahora, están atrapados en el laberinto
de la memoria, la nostalgia, la culpa,
la recriminación, el sarcasmo,
y la rabia estrictamente controlada de
la que no pueden escapar.
Mientras Becca encuentra dolor en lo
familiar, Howie encuentra consuelo. Los
cambios de posición suceden en
momentos bruscos e imprevistos. Una Becca
vacilante se abre a una madre obstinada
y amorosa (Dianne Weist) y en secreto
llega al adolescente implicado en el accidente
sin sentido que lo cambió todo
(Milles Teller). Mientras tanto, Howie
acomete e imagina consuelo en otra mujer
(Sandra Oh).
Sin embargo, tan fuera de pista como
están, la pareja sigue intentando
encontrar su singular camino de regreso
a una vida que todavía tiene potencial
para la belleza, la risa y la felicidad.
El viaje resultante es una mirada íntima
a dos personas aprendiendo a volver a
comprometerse entre ellos y con un mundo
que se ha salido de su eje.
El guionista David Lindsay-Abaire estuvo
en los libretos de Robots
(Chris Wedge, Carlos Saldanha, 2005) y
Corazón de tinta
(Iain Softley, 2008).
"¿…Y DESPUÉS…?"
El laberinto
La pérdida de un ser querido produce
una profunda herida en el corazón,
difícil de sobrellevar, y más
aún cuando se trata de la partida
de un pequeño niño, hijo
único, en el cual sus padres han
puesto todo su amor y señalado
el mejor de los caminos por venir; dolor
que se acrecienta cuando la muerte acaece
por un accidente de tránsito, a
escasos metros de su hogar.
Ese es el eje temático del film
estadounidense, El laberinto,
del director John Cameron Mitchell, y
también de cómo continuar
viviendo con esa ausencia irreparable,
eterna. Con gran sutileza, el director
pone en escena el lacerante y profundo
dolor que deben enfrentar los padres,
apelando a una narratividad que por momentos
tiene una entonación "chejoviana",
en la que aparentemente parecería
que no pasara nada, mientras que por debajo,
se esconde, subyace un mundo de pasiones
confusas, de salidas y búsquedas
imposibles, de culpabilidades, de incomunicación,
de soledad abisal.
El matrimonio no puede procesar el duelo
como pareja, a pesar del amor que se profesan.
Cada uno de ellos, va haciendo su búsqueda
personal, de modo de poder hacerse cargo
de su vida, sin la presencia del niño.
Basada en una obra teatral que ganara
los premios Pulitzer y Tony, el autor
y guionista de este drama desgarrador,
David Lindsay-Abaire realiza una creación
mayor. Becca, la intérprete, la
actriz de Las Horas,
Nicole Kidman, desarrolla una performance
notable, como la madre a quien la muerte
le ha arrebatado a su pequeño,
en una suerte de culminación actoral.
Las imágenes muestran la concurrencia
con su marido (Howie - Aaron Eckhart)
pasajeramente, a un grupo de terapia grupal,
compuesto por parejas que han sufrido
pérdidas semejantes, pero no soporta
que los demás encuentren una explicación
del hecho trágico en los inescrutables
designios de la divinidad, y así
explicitará con un humor mordaz
y gestual: "¿por qué
Dios se llevó un ángel,
en lugar de crear otro, cuando Él
todo lo puede?"
El esposo seguirá en soledad,
asistiendo al grupo de apoyo, y se alienará
en la marihuana junto a otra paciente,
que ha quedado sola. Él trata de
mantener vivo el recuerdo del hijo, y
pasa y repasa las imágenes del
video familiar, que tiene grabadas en
su telefonía móvil, y que
Becca se las borrará. Becca, en
una actitud opuesta, tratará de
matar todos los recuerdos; el espectador
la ve deshaciéndose de la ropita
del niño, quitando sus dibujos,
dando el perro que ha sido un agonista
más de esta cruel historia, expresando
su deseo de vender la casa, preocupándose
de su humorística hermana que está
embarazada de un músico, visitando
a su madre (encarnada con gran magisterio
por la actriz Dianne Wiest), quien también
ha perdido a un hijo, de forma bien diferente,
y cuya posible semejanza de situaciones,
la irrita con desmesura. La interacción
con otros personajes va mostrando diferentes
facetas de su rica e inteligente personalidad.
Becca persigue al adolescente involucrado
sin culpa, en el hecho fatídico.
En sus encuentros en el parque, entre
silencios y diálogos entrecortados,
ambos logran hacer sus catharsis,
y también en Becca reaparece la
madre que fue. El libro de historietas
que ha plasmado el joven Jason (Milles
Teller), con las posibles existencias
de mundos alternativos o paralelos, es
un emblema del film en su acallado, silente
dolor.
Howie acariciando al perro, configura
un momento memorable, jugado a la emoción
conmovedora, sin que medie la palabra.
El silencio es un tópico del film,
en su desgarradora esencia y profundidad.
Becca se ha aislado de las amistades,
porque no quiere que expresen el nombre
de su hijo, a quien ha sacralizado en
su inconsciente.
Una cierta algarabía que la pareja
intentará, llevará a un
desenlace que es una interrogante más
para el quebrantado matrimonio y el espectador:
"¿…y después…?".
Una muy relevante indagación psicológica,
envuelve el film de Cameron, acerca de
las consecuencias que trae aparejadas
una muerte a deshora, más allá
de las manos que llegan a entrelazarse.
Becca y Howie han peregrinado moralmente
por un "laberinto sin centro",
y tal vez les ha llegado la hora de encontrar
la iluminación y el camino. El
film de Cameron debería verse con
atención reflexiva y amor.
P. M.