
Título original: Rang-e
khoda
País y año de producción:
Irán, 1999
Dirección: Majid
Majidi
Guión: Majid Majidi
Con: Hossein Mahjoub,
Mohsen Ramezani, Ahmed Aminian
Duración: 88 minutos
Calificación:
Apta para todo público
Género: Drama
Sitio Web: http://www.spe.sony.com/classics/colorofparadise/
Reseña argumental:
En un instituto para niños ciegos
en Teherán, se avecinan las vacaciones
de verano. A la hora de término
de clases, los padres pasan a buscar a
sus hijos, pero el joven Mohammad se queda
solo, esperando largamente, después
de que se hayan ido todos sus compañeros.
Eventualmente aparece su padre, un hombre
viudo y pobre que trabaja en las minas
de carbón. Se embarcan en un viaje
hacia el interior, dirigiéndose
a las alturas del Norte de Irán.
Lo que sigue es una gozosa celebración
de la vida y del color y, para Mohammad,
el comienzo de una madura meditación
sobre la naturaleza y el ser. Mohammad
vive en una granja con sus dos hermanas
menores, en el medio de enormes campos
repletos de flores silvestres, que los
niños arrancan para fabricar coloridos
hilados. Su triste, melancólico
padre es la antítesis absoluta
del brillante paisaje en que viven. A
él le gustaría volver a
casarse y considera que cargar sobre sus
espaldas con la responsabilidad de criar
a un hijo ciego es todo un obstáculo
en su vida.
"Estoy particularmente interesado
en el mundo de los niños. Mi propia
niñez ha sido una gran fuente de
inspiración para mí. En
las películas protagonizadas por
niños uno puede romper con un montón
de fórmulas. La verdad es más
clara en el mundo de los niños.
Las cosas que pueden sonar falsas si son
mencionadas en un mundo poblado por adultos,
resultan mucho más creíbles
en las películas con niños."
Majid Majidi, realizador de El
color del paraíso (1999),
ya había dirigido una película
con temática similar (y nominación
al Oscar a Mejor Película Extranjera
incluida) llamada Los niños
del cielo (1997), que no pasó
por cines uruguayos pero que tuvo gran
éxito de taquilla en Estados Unidos,
además de El padre
(1996), que fue exhibida por Cinemateca
Uruguaya en su I Festival de Invierno
(2000).
Tercer largometraje que se estrena del
iraní Majid Majidi en Uruguay y
una nueva oportunidad para confirmar lo
que este talentoso director iraní
ya venía empleando en antecedentes
de notable repercusión (de crítica
y público, sobre todo en Estados
Unidos), como Los niños
del cielo (1997) y El
padre (1996). El universo infantil,
al igual que en algunos trabajos de sus
compatriotas, como el maestro Abbas Kiarostami
y Jafar Panahi, constituye el eje central
de las historias.
DE LA PUREZA INFANTIL
Hay veces que a la hora de analizar películas
se manejan términos que quizá
no son los más adecuados para hacer
referencia a determinados fragmentos,
situaciones y conceptos. La palabra poesía,
por ejemplo, no es tan necesaria cuando
hay algo que vagamente encierra cierto
vuelo, cierta transparencia, por qué
no, pero que no llega a convencer totalmente
a una persona como para imponer términos
que no se ajustan muy bien al real contenido
de la imagen. En las tres películas
de Majid Majidi que ya pudieron verse
en Uruguay, sin embargo, uno puede decir
perfectamente y con total tranquilidad
que lo que observa es digno de lo más
encantador y emotivo que se pueda imaginar.
Los niños, claro, siempre están
al frente de las historias, pero no descansa
en ellos sino que los trabaja y en conexión
con su propia sensibilidad, no sin antes
filtrarlos por ese mundo adulto algo frívolo
y hasta (a veces) ingenuamente desinteresado
por valores y relaciones fundamentales
para seguir luchando en la vida.
El resultado siempre cautiva y a la vez
refleja mucho sufrimiento y sacrificio,
madurez prematura y situaciones muy complejas,
que hay que resolver o al menos transitar,
no tanto para llegar a una solución
que se vislumbre sino para mantener una
esperanza (al menos) lejana. Como en El
padre (1996), El color
del paraíso (1999) vuelve
a la relación padre e hijo pero
por distintos motivos. En la primera había
una inconformismo por parte del niño
protagonista, quien se negaba a que su
madre viuda empezara una nueva vida con
otro hombre. En la segunda la queja venía
del otro lado: un padre que quería
empezar, también, una nueva vida
pero que no quería cargar con la
responsabilidad de mantener a su hijo,
un niño ciego.
Es obvio que el dolor de los niños
siempre encuentra un lugar (a pesar de
todo) en la figura paterna y no tanto
en esa madre preocupada pero sin poder
hacer mucho que se diga (El padre),
en esa madre enferma y en la misma situación
que la anterior (Los niños
del cielo), y en esa mujer fallecida
a la que casi ni se alude en El
color del paraíso pero
en donde sí hay una abuela que
trata de hacer lo que puede aunque se
vea desbordada muchas veces por una situación
incontrolable.
"En el nombre de Dios" fue
hecha El color... y se
nota y mucho, justamente, una presencia
divina (no conviene decir cuando aparece
por respeto a los que todavía no
han visto ésta o anteriores labores
de Majidi) que tiende siempre a poner
las cosas en su lugar (más que
nunca en El color...),
velando por los niños y las relaciones
en la familia. Los pequeños son
el motor principal, sí, pero los
lazos de sangre también. Tanto
Dios como las fuerzas de la naturaleza
obran en favor de la comunicación,
el bienestar y la armonía en el
seno familiar. Y si algo desequilibrante
ocurre es por necesidad, ya que esos hechos
luego desencadenan otros que traen esa
felicidad perdida, la felicidad que nunca
estuvo.