
Título original: El crimen
del Padre Amaro
País y año de producción:
México, 2002
Dirección: Carlos
Carrera
Guión: Vicente
Leñero, basado en la novela de
Eça de Queirós
Con: Gael García
Bernal, Sancho Gracia, Ana Claudia Tarancón
Duración: 120
minutos
Calificación:
No apta para menores de 12 años
Género: Drama
Sitio Web: http://www.elcrimendelpadreamaro.com/
Reseña argumental:
Amaro, un sacerdote de 24 años
recién ordenado llega a la parroquia
de un pueblo (Los Reyes) para auxiliar
en los servicios de templo al Padre Benito.
En el pueblo, el Padre Amaro conoce a
Amelia, una joven de 16 años. Amaro,
poco a poco, se va dando cuenta de lo
que sucede en el pueblo: Benito recibe
ayuda económica de los narcos de
la región, encabezados por el Chato
Aguilar. Además, otro cura de la
diócesis, el Padre Natalio, es
sospechoso de ayudar a impulsar a guerrilleros.
Las cosas se complican cuando Amalia y
Amaro reciben una noticia sorprendente:
el padre Benito sufre de un infarto y
el padre Natalio recibe amenazas de ser
ex-comulgado. En medio de todos estos
problemas se rehúsa a poner en
juego su carrera como sacerdote.
El director Carlos Carrera ha realizado
trabajos como Malayerba nunca
muerde (1988), La vida
conyugal (1993) y Un
embrujo (1998), entre otras.
MÁS ASTUTO QUE NUNCA
Primero que nada habría que prestar
atención a algunos dichos que se
leen, principalmente, en la prensa internacional,
que no se sabe si son pagos o no, pero
lo cierto es que una película como
ésta jamás podría
considerarse como parte de lo que suele
llamarse "Nuevo Cine Mexicano",
dado que el que se adhiere a esto podría
estar pasando por alto una historia donde
lo sensacionalista predomina y en gran
escala sobre lo que no pudo ser finalmente:
una eficaz historia dramática.
¿Y qué es una eficaz historia
dramática? Pues un relato donde
tanto las emociones que se pretendan transmitir,
como los personajes que se intentan delinear,
cobren, en la yuxtaposición, un
grado de originalidad y credibilidad que
logre llegar al espectador con cierto
realismo y por qué no sinceridad.
Sinceridad por la película en sí,
por lo que el propio guionista y también
realizador desean expresar.
Ya se sabe que en muchas religiones se
han cometido actos insólitos y
que van a contramano con las creencias
que se profesan. El Cristianismo, por
supuesto, es una de ellas. Ahora bien;
hay cuestionamientos y cuestionamientos.
Una cosa es la fineza y calidad de algunos
trabajos de Luis Buñuel, a modo
de ejemplo rápido, y otra la gratuidad
con que se intenta difamar sin anestesia
la fe en Cristo. De ahí la polémica
que esta película ha causado en
su país de origen, producto de
ver a una mujer que alimenta a su gato
con una Hostia, un joven sacerdote que
disfraza de Virgen María a su enamorada,
antes de tener relaciones con ella, un
cura aliado a traficantes, el tan polémico
tema del aborto que todavía termina
con la vida de una joven muy creyente,
y un montón de cosas más
que en realidad no refuerzan en absoluto
la dinámica emotiva de un asunto
que, a pesar de estos elementos llamativos,
queda simplemente en un asunto típico
de telenovela barata.
Ojo que quien esto escribe no está
diciendo que todos sean unos santos. No.
La realidad, claro, indica otra cosa (hay
de todo en todos lados). Pero si uno se
pone a analizar las razones por las cuales
fueron puestas todas esas escenas polémicas
se encuentra con que no hay justificación
(llamémosle artística) alguna.
Sólo se apela al golpe y efecto,
pero no hay nada trabajado. El relato
se hace muy extenso y se cae en mucho
lugar común.
Habrá sido producida fuera de
la industria, pertenecerá a la
nueva ola mexicana, se habrá hecho
con dos pesos, seguirá ganado premios
en festivales, será de un realizador
independiente e idealista, se adaptará
de una exitosa novela, pero el resultado
final deja muchísimo que desear.
Si la intención era mostrar que
no todos los curas son santos pues bárbaro.
Pero hay formas y formas de comunicar,
de hacerse entender y de, por supuesto,
llegar con autenticidad al espectador.
Y con lo aquí exhibido no alcanza,
en absoluto, por más que Tío
Oscar adore este tipo de trabajos.