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EL OJO




Título original
: Gin gwai
País y año de producción: Hong Kong / Inglaterra / Singapur, 2002
Dirección: Oxide Pang, Danny Pang
Guión: OP, DP, Jo Jo Yuet-chun Hui
Con: Angelica Lee, Lawrence Chou, Chutcha Rujinanon, Yut Lai So, Candy Lo
Duración: 99 minutos
Calificación: No determinada a la fecha de estreno (en Argentina: No apta para menores de 15)
Género: Terror
Sitio Web: http://www.palmpictures.com/videos/theeye.html


Reseña argumental: La historia gira alrededor de una joven que recibe un transplante de córneas para poder ver. Y lo logra, pero también comienza a observar siluetas difusas, además de otros espectros no muy amigables que no figuraban en los planes. A partir de ahí, e inmersa en una paranoia total, la joven decide salir en busca de la persona que le había donado las córneas, junto a un psiquiatra con el cual llega incluso hasta la propia Tailandia.




VISITAS DEL MÁS ALLÁ


El ojo
no es una gran película; tampoco tiene un guión de notable factura, pero sí se guarda algunos de los momentos más aterradores, ya no de los últimos tiempos sino de la historia del cine de terror. Ahí es donde radica uno de los méritos principales de estos hermanos Oxide y Danny Pang, gemelos nacidos en Hong Kong, con algunos antecedentes de corte experimental, donde el montaje y la fotografía, igual que en El ojo, supieron brillar. Aquí logran crear atmósferas absolutamente pavorosas, reforzadas por un trabajo de sonido como hacía tiempo no se veía en una cinta de horror.

Muchos la han tildado de thriller sobrenatural, quizá con cierta distinción por la estupenda actuación de Angélica Lee, pero tiene partes dignas del más puro cine de terror. El argumento tiene ciertas similitudes con El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999) pero hay otra intención, mucho más liviana, pero no por eso descartable, que se codea con el pasaje de un mundo a otro entre mortales y varios seres (y enigmas) que nos llegan desde otra dimensión. En El ojo también emergen viejas tradiciones culturales de oriente vinculadas a los fantasmas, leyendas sobre todo chinas y tailandesas que los Pang insertan dentro del relato.


Hay partes, insistimos, que son demasiado aterradoras como para presenciar en la oscuridad de una sala o una habitación, pero no por la violencia que se vuelca (en la película no se ve una sola gota de sangre) sino por la artesanía que estos jóvenes realizadores de Hong Kong utilizan para transmitir el miedo y en especial por los lugares y momentos poco comunes que se eligen para dar rienda suelta a las fantasmales apariciones.


Alejandro Yamgotchian


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