Reseña
argumental: El hombre que huye de
una redada de judíos se salva por
un consejo: "Camina, no corras".
Una mujer muerta a tiros por los nazis se
desploma de una forma grotesca. Las ventanas
de una casa donde se esconde un polaco judío
están cubiertas totalmente con papeles
negros, para no dejar escapar el menor rayo
de luz. El pianista es
la historia de Szpilman, un pianista de
radio de Varsovia, uno de los veinte judíos
que sobrevivieron a la guerra en la capital
polaca, y el argumento, basado en sus memorias
de 1946, es todo un recuento de la angustia
de sobrevivir.
Al director
Roman Polanski, de 69 años, no le
gusta hablar en público ni en privado
de sus experiencias cuando sobrevivió
al Holocausto siendo un niño en Polonia.
Sin embargo, en su memoria tiene mucho que
contar sobre esos años en una nueva
película,
El pianista, basada en la vida de
otro hombre, El
pianista y compositor judío
polaco Wladyslaw Szpilman. Polanski no se
resiste a mostrar cómo el cuerpo
de la mujer se contorsiona cuando cae al
suelo abatida por el disparo, un recuerdo
que tiene de una escena similar hace muchos
años. "Camina, no corras",
son las palabras que le dijo su padre cuando
era un niño, pequeño para
su edad, para escapar de una redada en un
gueto que culminó en Auschwitz. Fue
Polanski quien hizo a sus diseñadores
de escenarios cubrir de papeles negros las
ventanas porque así lo recordaba
de su niñez.
El realizador
de esta película, nominada al Oscar,
es conocido por haber realizado trabajos
como El cuchillo
bajo el agua (1962), Repulsión
(1965) y El
bebé de Rosemary (1968), entre
otros.
Curiosidades: Roman
Polanski, en caso de ganar el Oscar a Mejor
Director, no se presentaría a recibirlo
debido a un escándalo sexual que
terminó cuando salió de Estados
Unidos hacia París y que podría
llevarlo a la cárcel, por haber tenido
relaciones sexuales con una adolescente
de 13 años.
Al final lo ganó... y no se presentó.
UN
HOLOCAUSTO MÁS VERAZ
No lo dice uno sino el propio director Polanski,
quien tuvo que vivir las atrocidades practicadas
por los nazis durante la Segunda Guerra
Mundial, que incluso llegaron a la muerte
de sus propios padres en los campos de concentración.
Un amigo de la colectividad judía
expresó a quien esto escribe que
el verdadero candidato para dirigir
La lista de Schindler (1993) no
tenía que haber sido Steven Spielberg
(quien fue a asesorarse debidamente a Europa
sobre los macabros hechos cometidos contra
los hebreos) sino, justamente, el propio
Roman Polanski, que pasó las mil
y una en el lugar de las tragedias.
El resultado de esta obra es superior al
de La lista..., por ejemplo,
menos efectista, más sugestiva y
mucho mejor filmada, sin necesidad de apelar
a la supuesta "artisticidad" del
blanco y negro y mostrando, a partir de
lo que ocurrió con el pianista del
título, las cosas tal cual fueron.
Desde el drama de una persona se retrata
otro, el de un pueblo eternamente perseguido,
pero fundamentalmente el del dolor que se
siente, la sensación ante algo que
parece insólito y que, de la noche
a la mañana, lo obliga a uno a pensar
más de dos veces lo que va a hacer.
Están las emociones del músico
y los rasgos autobiográficos del
propio realizador, más allá
de los acontecimientos bélicos que
transcurren. El pianista
no es una obra maestra ni mucho menos; tampoco
la gran película de Polanski, aunque
sí algo más que digno sobre
un tema del cual se han hecho numerosas
películas. Muy pocas, sin embargo,
fueron las que lograron sacar la cabeza
a flote con autenticidad, valores estéticos,
respeto a la memoria de un pueblo y actitudes
que giraran por fuera de lo que es la estricta
comercialización de una obra. Ésta,
por suerte, figura dentro de esa prestigiosa
minoría.
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