Reseña
argumental: Al final de la parte
uno, luego de la muerte de Boromir (Sean
Bean) y la caída de Gandalf en el
hoyo en Khazad-dûm, la Comunidad fue
obligada a dividirse. A pesar de estar escindida
en tres grupos, cada miembro de la Comunidad
original no es menos persistente en su búsqueda
heroica.
Perdidos
en las colinas de Emyn Muil, Frodo (Elijah
Wood) y Sam (Sean Astin) descubren que son
seguidos por el misterioso Gollum (Andy
Serkis). Una criatura de mercurio que él
mismo ha sido pervertido por el Anillo,
Gollum promete guiar a los hobbits a las
Puertas Negras de Mordor a cambio de ser
liberado. Sam no confía en su nuevo
compañero, pero Frodo se apiada de
Gollum, quien como él mismo fuera
una vez Portador del Anillo.
En su travesía
por la Tierra Media, Aragorn (Viggo Mortensen),
el elfo arquero Legolas (Orlando Bloom)
y Gimli el enano (John-Rhys Davies) encuentran
el sitiado Reino de Rohan. Y conocen a quien
una vez fuera el noble Rey de Rohan, el
gran rey Théoden (Bernard Hill) quien
sucumbió ante el hechizo que le hizo
el mago Saruman a través de su espía
Lengua de Serpiente (Brad Dourif).
Éowyn
(Miranda Otto), la sobrina del Rey, reconoce
a un líder en el guerrero humano
Aragorn. Y a pesar de que él se encuentra
atraído por ella, Aragorn siempre
recuerda su perdurable amor por la elfa
Arwen (Liv Tyler) y el pacto que juntos
hicieron.
Gandalf
(Ian McKellen) ha vuelto a nacer como Gandalf
el Caballero Blanco luego de su cataclísmica
lucha con el Balrog, y le recuerda a Aragorn
de su destino para unir a la gente de Rohan
con el último baluarte de resistencia
humana que queda, Gondor.
Mientras
tanto, los hobbits capturados, Merry (Domonic
Monaghan) y Pippin (Billy Boyd), han escapado
de Uruk-hai por sus propios medios, huyendo
hacia el misterioso bosque Fangorn, donde
descubren un aliado inesperado entre los
antiguos árboles, Bárbol,
un pastor que camina, cuyo bosque Saruman
ha diezmado.
En sus viajes
paralelos, la Comunidad se enfrentará
a inimaginables ejércitos y decepciones
mientras también son testigos de
antiguas maravillas y de la no explotada
fuerza de su gente. Juntos deben enfrentarse
contra las poderosas fuerzas que surgen
de Las Dos Torres, la Torre Orthanc en Isengard,
donde el corrupto brujo Saruman ha engendrado
un arma letal de 10.000 kilos de fuerza;
y la fortaleza del Señor Oscuro Saurón
en Barad-dûr, en las profundidades
de las oscuras tierras de Mordor.
El neocelandés
Peter Jackson había dirigido Mal
gusto (1987), Criaturas
celestiales (1994) y La
Comunidad del Anillo (2001).
EN
ASCENSO
Un poco
por la naturaleza de la propia novela (y
fundamentalmente del escritor: Tolkien)
y ni qué hablar de la materialización
en pantalla del imaginativo mundo literario
a cargo de Peter Jackson; lo cierto es que
en Las Dos Torres la lucha
entre el bien y el mal se hace más
explícita, sin las presentaciones
y destellos de La
Comunidad del Anillo (2001), centralizando
más al enemigo y distribuyendo los
frentes de ataque de un grupo ahora separado.
Así es que por un lado transcurren
los trastornos psicológicos (por
la enorme responsabilidad del anillo) de
Frodo, su captura y la relación con
Gollum (la criatura de mercurio), por otro
las durísimas y espectaculares batallas
de Aragorn (el guerrero humano), Legolas
(el arquero elfo) y Gimli (el enano), y
finalmente la travesía de los hobbits
capturados, desde el escape del temible
enemigo hasta su vinculación con
los árboles del bosque.
No siempre
es fluido el relato, ojo, y hay momentos
perfectamente descartables y que bien pudieron
ser sustituidos por cosas mucho más
interesantes. De todas maneras el poderío
visual de la película es tremendo,
igual que algunos fragmentos de diálogo
que realzan esa atmósfera fantástica
y, por sobre todas las cosas, mística,
legendaria, heroica. Las filmaciones son
espectaculares y los paisajes elegidos también.
Todo transita con mucha serenidad y, por
lo general, buen pulso en este film de Jackson,
quien no solo supera lo expuesto en La
Comunidad del Anillo sino que también
se afirma como gran director no tanto para
sus seguidores de más de una década
sino para ese gran público que no
llegó a ver y comprobar la calidad
de sus primeros trabajos.
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