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EL PLANETA DEL TESORO 0
Título original: Treasure Planet
País y año de producción:
Estados Unidos, 2002
Dirección:
John Musker, Ron Clements
Guión:
John Musker, Ron Clements, Rob Edwards, sobre historia de los dos primeros, Ted Elliot y Terry Rossio, y basado en la novela de Robert Louis Stevenson
Duración:
95 minutos
Calificación:
Apta para todo público
Género:
Animación / Ciencia ficción
Sitio Web:
http://www.treasureplanet.com

Reseña argumental: En el centro de la historia se halla Jim Hawkins, de solo 15 años, quien se une a la tripulación de una expedición intergaláctica como grumete a bordo de un rutilante galeón espacial. Amparado por el cocinero de la nave, un híbrido cibernético (parte humano y parte máquina) llamado John Silver, Jim madura bajo su guía y demuestra poseer las condiciones de un consumado astronauta, a medida que junto a la tripulación de alienígenas batalla contra supernovas, agujeros negros y feroces tormentas espaciales. Pero peligros aún mayores acechan, cuando Jim descubre que su amigo Silver es en realidad un intrigante pirata que planea un motín. Enfrentado a una traición que lo hiere profundamente, Jim se transforma en un hombre a medida que encuentra la fortaleza para enfrentar a los conspiradores y descubre un “tesoro” más grande que lo que jamás había imaginado.

Los directores John Musker y Ron Clements habían hecho La Sirenita (1989), Aladdin (1992) y Hércules (1997).



DESASTRE A LA VISTA

Uno no es muy partidario de andar con este tipo de expresiones, pero hay que reconocer que esta debe ser una de las peores películas Disney de la historia, si no es quizá la peor. Ya de entrada esa intención de trasladar la famosa novela de Stevenson al espacio denota la terrible falta de ideas que está reinando en dicha empresa, que últimamente se ha despachado con segundas partes (Peter Pan, El libro de la selva, mas todo lo que ha salido directo al video), nuevas versiones de viejos clásicos (Fantasía) y mitos (Atlantis), además de distribución de valiosos materiales (Toy Story, Monsters Inc., etc.). En este último caso, claro, la creatividad no salió de la Disney sino de John Lasseter y (gran) equipo, de la productora Pixar.

Prácticamente no hay una simple historia básica que mueva, al menos con criterio (siquiera marketinero), las piezas. La película tan solo se convierte en un desfile de excentricidades y personajes dignos de la mente más retorcida, donde no faltan referencias a eructos y gases intestinales (a propósito de este tema, aconsejamos ver la reseña a Scooby-Doo). Si esa es la manera de llamar la atención de los niños pues la cosa no marcha. Porque pueden entretenerse al comienzo pero luego el entusiasmo va a ir mermando hasta llegar a la mitad de la película; de ahí en más, y por ahí, empiezan a corretear de un extremo a otro de la fila, jugando con los asientos de las butacas. Tampoco está ese esplendor visual que se veía en la pasada década y mucho menos aquel que reinaba antes de la llegada de las computadoras, donde el dibujo a mano tenía su naturalidad, belleza y encanto. Los momentos de acción, por otro lado, no se anotan nada nuevo en relación a lo visto en innumerables ocasiones, tanto en antecedentes Disney como en animaciones hechas por otros estudios hollywoodenses.

Para colmo de males a uno le viene a la mente toda la gama de bichos y monstruos que George Lucas había desplegado en su trilogía Star Wars (la escena que abre la película es casi idéntica al comienzo de La Guerra de las Galaxias), aunque en la saga del padrino de la Industrial Light & Magic había una justificación y era el propio espectáculo que pretendía darse, mientras que aquí tan sólo reina la mala imaginación, la actitud de tapar baches narrativos y el insulso exhibicionismo de los numerosos macacos que van apareciendo.

La verdad que a la salida del cine tendrían que entregar medallas para la gente que la aguantó y la terminó de ver. En serio. Habría que darles algo.

Alejandro Yamgotchian


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