Reseña
argumental: En el centro de la historia
se halla Jim Hawkins, de solo 15 años,
quien se une a la tripulación de
una expedición intergaláctica
como grumete a bordo de un rutilante galeón
espacial. Amparado por el cocinero de la
nave, un híbrido cibernético
(parte humano y parte máquina) llamado
John Silver, Jim madura bajo su guía
y demuestra poseer las condiciones de un
consumado astronauta, a medida que junto
a la tripulación de alienígenas
batalla contra supernovas, agujeros negros
y feroces tormentas espaciales. Pero peligros
aún mayores acechan, cuando Jim descubre
que su amigo Silver es en realidad un intrigante
pirata que planea un motín. Enfrentado
a una traición que lo hiere profundamente,
Jim se transforma en un hombre a medida
que encuentra la fortaleza para enfrentar
a los conspiradores y descubre un “tesoro”
más grande que lo que jamás
había imaginado.
Los directores
John Musker y Ron Clements habían
hecho La Sirenita
(1989), Aladdin
(1992) y Hércules
(1997).
DESASTRE
A LA VISTA
Uno no es
muy partidario de andar con este tipo de
expresiones, pero hay que reconocer que
esta debe ser una de las peores películas
Disney de la historia, si no es quizá
la peor. Ya de entrada esa intención
de trasladar la famosa novela de Stevenson
al espacio denota la terrible falta de ideas
que está reinando en dicha empresa,
que últimamente se ha despachado
con segundas partes (Peter
Pan, El libro de la selva, mas todo
lo que ha salido directo al video), nuevas
versiones de viejos clásicos (Fantasía)
y mitos (Atlantis),
además de distribución de
valiosos materiales (Toy
Story, Monsters Inc., etc.). En este
último caso, claro, la creatividad
no salió de la Disney sino de John
Lasseter y (gran) equipo, de la productora
Pixar.
Prácticamente
no hay una simple historia básica
que mueva, al menos con criterio (siquiera
marketinero), las piezas. La película
tan solo se convierte en un desfile de excentricidades
y personajes dignos de la mente más
retorcida, donde no faltan referencias a
eructos y gases intestinales (a propósito
de este tema, aconsejamos ver la reseña
a Scooby-Doo).
Si esa es la manera de llamar la atención
de los niños pues la cosa no marcha.
Porque pueden entretenerse al comienzo pero
luego el entusiasmo va a ir mermando hasta
llegar a la mitad de la película;
de ahí en más, y por ahí,
empiezan a corretear de un extremo a otro
de la fila, jugando con los asientos de
las butacas. Tampoco está ese esplendor
visual que se veía en la pasada década
y mucho menos aquel que reinaba antes de
la llegada de las computadoras, donde el
dibujo a mano tenía su naturalidad,
belleza y encanto. Los momentos de acción,
por otro lado, no se anotan nada nuevo en
relación a lo visto en innumerables
ocasiones, tanto en antecedentes Disney
como en animaciones hechas por otros estudios
hollywoodenses.
Para colmo
de males a uno le viene a la mente toda
la gama de bichos y monstruos que George
Lucas había desplegado en su trilogía
Star Wars
(la escena que abre la película es
casi idéntica al comienzo de La
Guerra de las Galaxias), aunque en
la saga del padrino de la Industrial Light
& Magic había una justificación
y era el propio espectáculo que pretendía
darse, mientras que aquí tan sólo
reina la mala imaginación, la actitud
de tapar baches narrativos y el insulso
exhibicionismo de los numerosos macacos
que van apareciendo.
La verdad
que a la salida del cine tendrían
que entregar medallas para la gente que
la aguantó y la terminó de
ver. En serio. Habría que darles
algo.
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