Reseña argumental: El protagonista
es un hombre de 66 años que, luego
de jubilarse, siente que su vida queda
como a la deriva. Su hija está
por casarse con un chanta y, para colmo
de males, su esposa fallece, luego de
42 años de matrimonio. Con el objetivo
de encontrar algo que le dé sentido
a su existencia el hombre comienza un
viaje de auto-descubrimiento, el mismo
que tenía pensado hacer con su
mujer, manejando una casa rodante y dirigiéndose
a Denver, lugar donde se encontrará
con su hija e intentará que las
cosas se arreglen, antes de que se concrete
la boda de la joven.
El director
Alexander Payne había dirigido
las comedias La
elección (estrenada directamente
en video por Ronlay) y Ciudadana
Ruth (otra que saltó directo
al video), además de haber participado
en el guión de Jurassic
Park 3 (Joe Johnston, 2001).
Curiosidades:
El verdadero nombre
del realizador Payne es Alexander Papadopoulos
y sus trabajos siempre toman lugar en
el lugar donde nació (Omaha, Nebraska).
Llegó a estudiar en España
y su ascendencia es griega.
EL
VIAJE REVELADOR
Antes
que nada sería bueno aclararle
a la persona que todavía no ha
visto esta película que el afiche
que circula en el Río de la Plata
(el de Estados Unidos no) es de lo más
engañoso. En el mismo aparece el
personaje de Jack Nicholson como con cara
de loco y con una nube arriba, cuando
en realidad el mismo es terminantemente
opuesto a un tipo chiflado. Por ahí
se quiso vender al actor como una continuación
de su papel en la mediocre Mejor...
imposible (James L. Brooks, 1997)
pero por suerte la cosa termina siendo
distinta en Las
confesiones del Sr. Schmidt.
Siguiendo
con el tema publicitario, cuando uno mira
el afiche y lee comentarios como "la
mejor actuación de Jack Nicholson"
pues cree que es un truco más para
vender la película. Pero realmente
está muy cerca de ser el gran trabajo
de su carrera. La película, por
más que tiene méritos en
materia de guión y dirección,
es casi toda de Nicholson, el soporte
fundamental de una labor donde hay todo
un proceso de autodescubrimiento, reflexión,
observación y experiencia.
El director
Alexander Payne (o Papadopoulos) logra
retratar con suma eficacia el sentir de
un personaje expuesto a las más
variadas situaciones, a veces necesitado
de alguien que lo escuche pero también
que lo haga recapacitar, mirando hacia
atrás y proyectándose a
un irregular presente que le toca vivir;
por un lado libre de hacer lo que quiere
pero por otro sin ese ser querido que
lo acompañó durante más
de cuatro décadas.
Hay, sin
dudas, una notoria cuota de sensibilidad
que raya en el final (más precisamente
en los últimos diez segundos) y
que durante el metraje se contiene a través
de fachadas por ahí divertidas
pero siempre usadas ante situaciones desconcertantes
e inesperadas. El protagonista tiene sus
virtudes y defectos, y ahí, por
suerte, hubo un realizador (y co-guionista)
que lo supo captar en toda su esencia,
prestando atención a detalles y
aspectos emotivos que, sin dudas, hacen
de este uno de los mejores trabajos llegados
en lo que va del año.
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