SOMOS
MUCHOS MÁS QUE DOS...

El muñeco Clarence
vs. Danny Kaye en Knock on Wood
Los más antiguos datos de ventriloquía
son de 1698, pero no son exactos. En 1745 ya existían
artistas transhumantes que hablaban con pajaritos
en un diálogo disparatado. Es a partir
de la década de 1880-90 que se puede pesquisar
este Arte. Diversos carpinteros y santeros comenzaron
a fabricar autómatas de ventriloquía
("dummies") más o menos sofisticados
y otros tantos aventureros los compraron y comenzaron
sus extraños ejercicios secretos. Con respecto
al cine, Georges Méliès utiliza
a un ventrílocuo mejor que él (que
también pretendía serlo) y en 1904
rueda una premonitoria película donde inaugura
una situación que se repetiría hasta
el cansancio: la del muñeco que corre a
su mentor con un cuchillo (un martillo, esta vez.).
The Angry Doll se llamaba y solo
queda un pietaje de 6 minutos en La Cinemateca
Francesa (Henry Langlois). El ventrílocuo
de marras se llamaba Wood y terminó su
vida tragicamente. No fue nada original. Existen
otros ejemplos inmediatos de este tipo de films,
pero no merecen mencionarse aquí.
Así, pues,
adelantaremos unos años para encontrarnos
en 1925 con el Gran Chaney (Leonidas, Lon) que
vio al incomensurable P.T.Barnum hacer un pobre
número de ventriloquía (volveremos
a citar a Barnum una y otra vez, ya que es insoslayable:
inventó literalmente el Show Business americano
- Nicolás Mancera, Roberto Galán
y Marcelo Tinelli, por citar casos locales, les
deben mucho a este Gran Show Man). El acto se
llamaba "polifonía" desde principios
del siglo XIX, y, luego de verlo, Chaney protagonizó
The Unholy Tree (la traducción
sería "Los 3 infieles", pero
en España se estrenó como El Trío
Fantástico - 1925), donde había
un acto de travestismo, brutalidad (un enano le
pega una patada a un niño, desfigurándolo)
y también ventriloquía a través
de un loro (tal como era el Arte en sus principios)
y con un muñeco. Luego de filmar una remake
de tal título (1930), Chaney falleció
paradójicamente de un cáncer de
garganta.
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Lon
Chaney en The Unholy Three
(El Trío Fantástico, 1925) |
Firulaiz y su "hijo"
(fotografía de archivo de Natán
Solans)
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Por
esa misma época ya se perfilaban en los
locales nocturnos la carrera de un ser singular.
Nos referimos al más famoso ventrílocuo
que existió, Edgar Bergen, un artista nacido
en Chicago, que se presentaba en un maravilloso
traje de frac, en tanto que su muñeco Charlie
McCarthy portaba un monóculo, galera de
copa y traje de etiqueta. Charlie se dedicaba
a lanzar frases que acuchillaban a todo tipo de
personas; su mordacidad no tenía límites
ni privilegios, ya que el pobre minero era igualmente
insultado, tanto como el presidente. Fue cuando
nació la hija de Bergen que el pequeño
Charlie se convirtió en un auténtico
monstruo. La hija (hoy una consumada actriz) es
Candice Bergen y contó para el programa
Biography su trauma al ver cómo
ese hermano de madera la insultaba y estaba siempre
entre ella y su padre. El muñeco tenía
su cama en su cuarto y la niña se solía
dormir con la vista puesta en el muñeco,
que miraba el techo fijamente como un cadáver.
Hoy en día, cuando ella visita el Museo
Smithsoniano, donde se exhibe Charlie McCarthy
como pieza histórica, no puede impedir
tener un escalofrío cuando ve la causa
de que su niñez fuera parcialmente arruinada
(es de notar que hubo tres versiones de Charlie
McCarthy; la segunda está en el Museum
Of Broadcast Communications de Chicago y la tercera
fue comprada por el mago David Copperfield, quien
la adquirió en un remate por 110 mil dólares).
Inspirado en Edgar Bergen y sus siniestros muñecos
(además de Charlie McCarthy, fueron Mortimer
Snerd y Elffie Klinker), en Inglaterra se realizó
el largometraje Dead of Night
(Al morir la noche-1945). Uno de los cinco cuentos
de que se componía esta auténtica
joya del terror fue acerca de un ventrílocuo
(Michael Redgrave) acosado por su dummy.
En un momento de la película, el artista
pisoteaba el títere, desintegrándolo;
el muñeco era creación de Peter
Brough (artista que terminara su vida en la vorágine
del alcohol y la perversión, según
datos suminstrados por Dennis Patten, californiano,
uno de los más grandes coleccionistas de
muñecos del mundo).
El ambiente de estas personas es bastante difícil.
Recuerdo que cuando en los años '60 me
peleé con mi familia y escapé con
un circo, tuve oportunidad de presenciar el método
de aprendizaje del ventrílocuo. El artista
tiene que encerrarse con el pelele, frente a un
espejo y, cual monje shaolín, debe "creerse"
la conversación. Al cabo de cierto tiempo,
las personas comunes comienzan a sacar todo de
su interior. "Escuchame, eres un cornudo,"
podía decir el títere, "todos
te tratan mal, eres un fracasado." El 'diálogo'
llegaba a su fin cuando el artista atacaba a su
muñeco y los asistentes (entre los que
varias veces me encontré) teníamos
que impedir que lo hiciera añicos. La sobresaltada
víctima comenzaba a dominar su 'doble voz'.
Raro es que el psicoanálisis no hubiera
estudiado a fondo este fenómeno, aunque
el cine sí lo hizo.
En 1954
se realizó un buen ejemplo de esta tara:
Danny Kaye, famoso cómico (por encima de
lo que hoy en día es Jim Carrey, para darnos
una idea), protagoniza la comedia Knock
on Wood (Agárrame si puedes),
sobre un ventrílocuo que como no podía
evitar que su muñeco le 'cantara las cuarenta',
procedía a destruirlo. El muñeco
que ahí aparece, Clarence, tuvo una interesante
historia (que pudimos averiguar a través
del Vent Haven Museum de Kentucky, que posee una
increíble colección de automátas
y muñecos). Su autor, Glenn Cargyle, tuvo
una terrible mala suerte después de elaborar
a este y otros muñecos, y perdió
los 50 mil dólares que ganó por
la película. Luego se retiró a Hawaii,
donde intentó otros empleos, pero falleció
en plena juventud. Paradójicamente, el
dummy Clarence se pudrió (su rostro
era de espuma de látex) y ya no está
en el museo; nadie sabe a ciencia cierta que fue
de él.
Sería un
poco tedioso contar aquí la serie de desgracias
sobre ventrílocuos y sus familias. Firulaiz,
de quien aquí compartimos una fotografía
proveniente de nuestro archivo personal, contaba
durante su internación en el Hospital Borda
para enfermo mentales, que cuando nació
su hijo, tuvo la impresión que el muñeco
no le respondía y que se ponía celoso.
Un día se descuidó y el bebé
se llevó a la boca la mano del títere
a modo de chupete. Al percibir un gran silencio,
irrumpió en el cuarto y vio a su hijo totalmente
cianótico: había muerto sofocado
por la mano del muñeco en su glotis. Desesperado
tiró al ser de papier maché al fuego
del hogar y, quebrado por el dolor, se puso a
llorar sobre el cuerpo del infante. Al levantar
la cabeza vio entre las llamas los ojos de porcelana
del muñeco, que lo miraban sostenidos por
el mecanismo de alambre. Esto fue demasiado para
el artista, que jamás reencontró
la cordura. Esta es una terrible historia pero
no la única; de Mister Chasman y Chirolita,
que descansan juntos en el mismo ataúd,
en el cementerio de Chacarita, prefiero no hablar:
su historia es más de lo que se puede soportar.

El muñeco vs. Anthony
Hopkins en Magia, de Richard
Attenborough
Y ahora llegamos a un gran actor y un gran tema:
Anthony Hopkins (hoy Sir de la Corona Británica),
que en 1978 fuera contratado para protagonizar
la siniestra Magic (Magia), que
le insumió cinco meses (entre preproducción,
rodaje y post-producción). En la película
se narra el trillado tema de la relación
entre muñeco-activo y ventrílocuo-pasivo.
El muñeco, un auténtico animatrónico,
fue realizado por Walton y O'Rourke, mismas personas
que fueran nominadas a un premio Oscar en 1953
por la película Lili,
con Leslie Caron. Durante cinco años nos
dedicamos a investigar los increíbles trabajos
de estos dos artistas y resulta que, habiendo
consultado instituciones y parientes, poco se
sabe acerca de estos misteriosos personajes, más
que O'Rourke falleció en 1981. Lo que sí,
es que sus muñecos dejaron una huella de
dolor en sus propietarios.
En televisión
el programa Alfred Hitchcock Presents
recibió un premio Emmy en 1958 por una
obra maestra: The Glass Eye,
donde un enano manejaba un apolíneo muñeco
invirtiendo el truco de la ventriloquía.
Tan perfecto era su efecto, que lograba enamorar
a una joven indefensa (Jessica Tandy). Se dice
que tanto la protagonista como el enano Billy
Barty y siete de los actores de ese episodio,
tuvieron muertes más bien largas y dolorosas.
La inolvidable serie The Twilight Zone
(La Dimensión Desconocida) se ocupó
en dos oportunidades del tema, en los episodios
The Dummy (El Muñeco-1963)
y Caesar and Me (César
y Yo-1964). Para terminar, en 1990, la serie Tales
from the Crypt (Cuentos de la Cripta)
presentó un episodio donde se cuenta la
historia alucinante de un ventrílocuo freak
(fenómeno fisiológico) que tiene
un hermano supernumerario, un parásito,
a modo de mano derecha. Este es cubierto con un
disfraz de dummy para hacer un número
de Varieté. Jerry Laine, famoso
ventrílocuo de Las Vegas, fue el asesor
de esta serie. Laine, que tambien trabajó
en 1941 (1979) de Steven Spielberg,
nos contó que su protagonista Don Ricles
y el director Richard Donner sufrieron sendos
infartos de miocardio, no fatales a la semana
de terminar el rodaje. El mismo Laine tuvo una
hemiplejia poco después. Decididamente
hay cosas mucho mejores para realizar con la mano
derecha. |