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LA HABITACIÓN DEL PÁNICO


Título original
: Panic Room
País y año de producción: Estados Unidos, 2002
Dirección: David Fincher
Guión: David Koepp
Con: Jodie Foster, Kristen Stewart, Forest Whitaker
Duración: 112 minutos
Calificación: No apta para menores de 12 años
Género: Suspenso / Thriller
Sitio Web: http://www.sony.com/panicroom/


Reseña informativa
: Jodie Foster interpreta a una mujer divorciada que se muda con su hija para un apartamento en Nueva York. El mismo cuenta con una peculiaridad: el lugar del título, un espacio hermético con todas las comodidades, vidrios a prueba de lo que sea y una gruesa puerta de acero por donde se entra y sale. Dicho espacio será el refugio de estas dos mujeres cuando tres ladrones entren a su hogar a robar. El problema es que lo que estos amigos de lo ajeno quieren está ya se imaginan donde.

Esta película del polémico y a la vez admirado (aunque algunos lo odian) David Fincher (Pecados capitales, Al filo de la muerte, El club de la pelea) fue escrita por David Koepp (director de Ecos mortales) y ha tenido buen suceso taquillero en Estados Unidos. Fincher empezó trabajando en el área de efectos especiales de Industrial Light & Magic y en films como El regreso del Jedi (Richard Marquand, 1983), Indiana Jones y el Templo de la Perdición (Steven Spielberg, 1984) y La historia sin fin (Wolfgang Petersen, 1984). Ha hecho, además, algunos videos para famosos cantantes, como Madonna.




David Fincher





Curiosidades
: La voz de la chica que atiende el teléfono cuando Jodie Foster llama a su ex-marido para pedir ayuda pertenece a Nicole Kidman, quien puso sus cuerdas vocales a la amante que Foster llama "puta". Ella iba a realizar el papel que al final lo terminó haciendo Jodie, ya que la ex de Cruise tuvo problemas en el tobillo mientras comenzaba el rodaje (y subía y bajaba las escaleras a cada rato).

El vecino peludo a quien tanto Foster como su hija llaman la atención con una linterna es el guionista Andrew Kevin Walker (de Pecados capitales).

En las películas de Fincher la forma en que son presentados los créditos iniciales (La habitación del pánico) o finales (Pecados...) siempre llaman la atención, por lo creativos que son.

En Estados Unidos cada vez es más requerida la construcción de habitaciones como las que se ven en la película.

UN TOQUE DE PERSONALIDAD

En todas las películas anteriores de David Fincher se ha hecho referencia a una serie de temas donde entró en juego una considerable cantidad de cuestionamientos realizados a los excesos de la propia raza humana (Pecados capitales), además de algunos elementos vinculados al egoísmo y sobre todo a la ceguera en situaciones extremas (Alien 3), la ambición (Al filo de la muerte) y el materialismo del hombre moderno (El club de la pelea). La habitación del pánico (2002) reúne todos estos ingredientes, los mezcla en un solo trago y los hace circular por el lado de unos bonos millonarios escondidos en el lugar del título y las diversas reacciones que se van dando en los personajes de turno, solo que esta vez el guión de Koepp le deja a Fincher la notoria posibilidad de jugar más con las reglas del género (de las que también se burla, aunque en un sentido más industrial) que con cualquier otra cosa.

La habitación es un refugio que alivia el pánico. El pánico se produce por la entrada de gente que desea el dinero escondido de la casa. Y a partir de ahí pueden verse tanto valores como defectos humanos. Más que un tipo de personaje para satisfacer estrategias de marketing prácticamente todos los que están en la película tienen algún rasgo en común con los presentados en anteriores trabajos de Fincher. De ahí que uno de los villanos, al que no se le ve el rostro durante buena parte de la película, sea un asesino sin piedad, un zorro silencioso despreocupado por cualquier cosa, salvo la plata. El más loquito no es en realidad el más gracioso y descocado sino el más neurótico y codicioso. La cuota de sensatez (que no es lo mismo que ser un "corazón de oro") la pone el villano interpretado por Forest Whitaker, junto con Jodie Foster y su hija, claro. Si hasta incluso se puede justificar la paliza recibida por el propio ex-marido de la protagonista como un castigo por entregarse a los encantos de una mujer que lo había hecho dejar a su esposa claustrofóbica y a su hija diabética.

Todo el problema es causado por asuntos materiales. A partir de esa base es que Fincher comienza a dirigir el suspenso apoyándose en recursos de cámara y montaje (saltan a la vista de entrada), iluminación (siempre pálida, a media luz) y sonido (bastante perturbador) que a veces otorgan al thriller momentos realmente herméticos, escalofriantes. Alguien ha dicho que la película es algo así como Mi pobre angelito (Chris Columbus, 1990) en versión para adultos. Pero en realidad es un curioso juego de gato y ratón que increíblemente invierte los papeles en favor de actitudes más agresivas y paranoicas, y del lado que uno menos espera.

Hay numerosas bromas hacia las cosas que siempre se ven en distintos productos de fórmula y que son hechas en la misma boca del lobo, por supuesto, desde diálogos hasta formas de pensar y actuar. En definitiva, La habitación del pánico permite a Fincher decir un poco más de todo lo que piensa (detesta al ser humano, Hollywood y ahora hasta hacer cine, según lo manifestó en una reciente entrevista), además de demostrar que es un hombre con ideas muy creativas y a la vez impactantes. Es un director que sabe manifestarse no solo a nivel conceptual sino también técnico, ya sea a través de algunos fragmentos vistos en la subvalorada Alien 3 (1992) como en la increíblemente polémica Pecados capitales (1995), que junto con El club de la pelea (1999) han sido sus trabajos más sinceros y descarnados dentro de una filmografía corta pero muy rica y talentosa.

Alejandro Yamgotchian


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