Del Manual de Robótica (año
2058, 56ª edición), las Tres
Leyes:
1.-
Un robot no puede hacer daño a un
ser humano, o, por medio de la inacción,
permitir que un ser humano sea lesionado.
2.-
Un robot debe obedecer las órdenes
recibidas por los seres humanos, excepto
si estas órdenes entrasen en conflicto
con la Primera Ley.
3.-
Un robot debe proteger su propia existencia
en la medida en que esta protección
no sea incompatible con la Primera Ley y
Segunda Ley.
Algunos inminentes prejuicios que surgen
cuando Hollywood anticipa el traslado a
la pantalla grande de clásicos literarios
de la ciencia ficción tampoco han
escapado a Yo, Robot. La
cantidad, sin embargo, fue menor a la usual,
ya que en esta ocasión el guión
de la película del egipcio Alex Proyas
fue simplemente "sugerido" por
el libro del fallecido escritor ruso Isaac
Asimov.
Decir sugerida
es decir algo así como "nos
gustó la idea pero la vamos a manejar
a nuestra antojo", entre las exigencias
de mercado y cierta semejanza a la novela
de un escritor cuya obra podría ocupar
una biblioteca entera y que se caracterizó,
especialmente dentro de la ciencia ficción,
por un lenguaje que incluía términos
científicos pero que sin embargo
se las ingeniaba para que sus lectores pudieran
seguirlo con total naturalidad. Sus libros
fueron desde chistes y acertijos hasta recopilaciones
donde se reunía la vida y logros
de más de mil hombres de ciencia
(en la Enciclopedia Biográfica
de Ciencia y Tecnología,
de 1964), aparte de otros trabajos relacionados
a La Biblia, temas medioambientales
e incluso historias que aparecieron en la
revista Playboy, aparte de otras
que trataban, por ejemplo, los efectos del
LSD en la mente y la memoria (y nos quedamos
cortísimos).
El hecho
de serle o no fiel al libro no importó
mucho en esta ocasión, dado que los
guionistas decidieron crear una historia
independiente, que no coincide con ninguna
de las nueve que componen la obra literaria,
aunque se detectan ciertas semejanzas con
algunos hechos y personajes de las mismas.
UN APORTE EN CELULOIDE

El asunto es que también hay que
detectar cuándo es que detrás
de cámaras se ubica algún
artista talentoso, como Alex Proyas, más
con los antecedentes que cuenta y dentro
de la mismísima industria.
El poderío
visual sumado a los climas recreados a partir
de los comics de James O´Barr en El
cuervo (1994) volvieron a repetirse
en un trabajo aún más sólido
(donde en el guión había otro
hombre de historieta, David Goyer) y bastante
marginado como Ciudad en tinieblas
(Warner estuvo a punto de exhibirla aquí
en Uruguay y al final salió directamente
en video). Aquí lo oscuro y sombrío
volvía a imperar alrededor de una
historia que (hasta en algunos decorados
que se utilizaron) inspiró en cierta
medida lo que pasaba en The Matrix
(Andy y Larry Wachowski, 1999) y en donde
la propia identidad estaba en juego, algo
que también se hace presente en su
última labor, Yo, Robot
(2004), "sugerida" por el libro
de Asimov.
La acción
y la intriga, claro, es lo que prima en
esta adaptación a la pantalla grande
y, curiosamente, los resultados fueron algo
sorpresivos. El relato está bien
llevado, hay un buen ojo para las escenas
de acción, otro para el diseño
de producción y también un
espacio (menor pero espacio al fin) para
lo que es la problemática de los
robots, que recuerda y hasta valoriza aún
más los intentos de Spielberg (siempre
hablando de cine) en A. I.: Inteligencia
Artificial (sobre cuento corto
de Brian Aldiss y a propósito de
un robot con sentimientos) y en menor medida
a los exprimidos Pre-Cogs de Sentencia
previa (sobre otra historia corta,
esta vez de Philip K. Dick), sin olvidar
obviamente la adaptación que se hizo
de un cuento corto de Asimov y un libro
escrito por éste y Robert Silverberg
en El hombre bicentenario
(1999) de Chris Columbus, a propósito
de familia que adquiere un robot multiuso
pero que resulta experimentar emociones
humanas.
Aquí
la rebelión está ligada a
lo que las propias máquinas sienten,
en parte por las tres famosas reglas impuestas
por Asimov en su "Manual de Robótica",
por la manera en que le sirven al hombre
(prácticamente son esclavas), y por
la filosofía empleada por la empresa
que los fabrica (cuando sale un modelo nuevo
el antiguo pasa a reclusión o incluso
a ser destruido).
Dentro de
un marco que bien podría ser una
historia más de las que integran
el libro de Asimov (salvando las considerables
diferencias entre el ruso y la historia
creada por Jeff Vintar) se plantea un caso
donde Will Smith sale a la caza de un robot
que mató a un eminente científico,
algo atípico si se tiene en cuenta
la famosa Primera Ley donde una máquina
jamás debe hacer daño a un
ser humano. A partir de ahí el detective
se lanza a una investigación donde
participan un robot programado para tener
sentimientos y nada menos que una RoboPsicóloga,
la Dra. Susan Calvin, mujer de gran trascendencia
en el libro y que aquí se ve netamente
opacada, en el libreto, por el personaje
de Smith, del que hasta en un momento llega
a sospecharse (como de Harrison Ford en
un pasaje de la versión del director
Ridley Scott de Blade Runner;
otra vez Dick) si se trata de un humano
o en realidad es un robot.
La palabra
"sugerida", a propósito
del guión, puede despertar la curiosidad
de los más acérrimos seguidores
de Asimov al momento de marcar coincidencias
no solo con Yo, Robot (publicada
en 1950) sino también, y dentro de
sus primeras obras, con los planteos realizados
en La Trilogía de la Fundación
(a partir de cuentos publicados en la década
del ´40 por la Astounding Science
Fiction), Gravilla en el cielo
(su primer libro de ciencia ficción,
situado en una Era Galáctica donde
se cuestionaba la intolerancia y el militarismo
humano) y hasta historias detectivescas,
como las de Bóvedas de acero
(1954) y El sol desnudo
(1957).
En medio
de espectaculares persecuciones hay lugar
para una interpretación de lo que
pasaría si las máquinas toman
conciencia de su propia naturaleza, y de
los errores y hasta temores humanos respecto
a las robots que conviven con ellos en sociedad
y bajo total control, aparte de algunos
fragmentos valiosos y hasta de cierta intensidad
relacionados al personaje de Sonny, la máquina
programada para tener emociones, e incluso
de aquellos robots marginados por una nueva
y avanzada generación.
DE ORÍGENES ROBÓTICOS

Resulta gracioso y/o curioso que un hombre
con tanta imaginación para narrar
viajes interplanetarios tuviera miedo de
volar en avión. Y también
que el entonces editor de Astounding...,
John W. Campbell, le dijera a Asimov en
1938, cuando este último realizó
su primer trabajo de ciencia ficción
(tenía 18 años), que no era
bueno para escribir pero sí para
contar historias. Su obra había sido
rechazada por Campbell, quien, sin embargo,
lo siguió apoyando y apadrinando.
Luego de una docena de rechazos más
la historia "Marooned Off Vesta"
fue publicada en Amazing Stories
(¿les suena a algo?) en octubre del
mencionado año.
Por debajo de Yo, Robot
corre lo que en la película sí
prima, que es una especie de relato indagatorio,
hilvanado a través de cuentos donde
aparece la Dra. Calvin y un joven periodista,
quienes van teniendo conversaciones a medida
que ella va haciendo un racconto de la evolución
de los robots y a través distintos
casos que ocurrieron entre máquinas
y fundamentalmente la U. S. Robotics, sus
directivos y empleados a lo largo de los
años. Mientras la película
toma lugar en 2035, el libro arranca más
de dos décadas más tarde y
retrocede incluso hasta 1998.
La Dra.
Calvin es mucho más joven en la película,
mientras que en el libro se la insinúa
como un personaje ambiguo, que sin embargo
demuestra ser muy en el fondo una persona
sensible, más bien defensora de la
inteligencia artificial, con algunos complejos
y hasta reacciones que la llevan a ser tildada
de fría, neurótica y paranoica
por algunos compañeros de trabajo.
Uno de los cuentos de Yo, Robot
justamente la pone al descubierto cuando
se enfrenta a un aparato capaz de leer los
pensamientos en el relato "¡Mentiroso!"
y gracias a varias conclusiones que develan
inseguridades y frustraciones, a tal punto
que una gran cuota de maldad emerge de ella
al momento que ocurre el triste desenlace
del nombrado cuento (luego reconocería
lo mal que estuvo).
El fuego
lo abre "Robbie", un robot parlante
de fines del Siglo XX en el que ya se podían
apreciar algunos síntomas que escapaban
a la tradicional máquina obediente.
Exigía que le leyeran La
Cenicienta, por ejemplo, igual
que el robot de "¡Mentiroso!",
quien se inclinaba por las novelas sentimentales.
La niña que estaba a su cargo se
encariña mucho con él (incluso
lo veía como persona, pero también
como máquina de guerra cuando jugaba
simulando dispararle a la gente...), aunque
el conservadurismo y la desconfianza hacia
la inteligencia artificial estaba muy latente
en la madre de ella, del mismo modo que
en unos cuantos seres humanos.
Las tres
famosas leyes robóticas se hicieron
evidentes en "Círculo vicioso",
donde un grupo de ingenieros, en peligro
durante una misión en Mercurio (el
fin era estudiar la posibilidad de abrir
un yacimiento minero), debe hallar un robot
perdido (ya se habían fabricado los
que hablaban) antes de que el sol deshiciera
la barra de fotocélulas que protegía
a los expedicionarios de las altas temperaturas.
El conflicto se presentó cuando la
situación le exigía al robot
su propia protección pero a la vez
cuidar la de los humanos, que estaban muy
lejos....
De ahí
las incoherencias de la máquina y
las incógnitas humanas, que proseguirían
en "Razón", gentileza de
un nuevo modelo que manifestaba curiosidad
por su propia existencia en una estación
espacial y que hasta llegaba a someter a
los hombres que lo mantenían vigilado.
Esto último pareció haber
inspirado un poco lo que ocurre en la película
de Proyas, cerca del final, que no vamos
a revelar y que se relaciona también
con otro cuento titulado "¡Evasión!",
donde Asimov pone a prueba la capacidad
humana y también la de las máquinas
que se crean, del mismo modo que las reacciones,
reflexiones y responsabilidades de ambos
bandos en "Atrapa ese conejo".
MIXTURAS CONTEMPORÁNEAS

Si hay dos cuentos que se acercan más
al largometraje Yo, Robot
son precisamente "¡Mentiroso!"
y "El pequeño robot perdido",
sobre todo en lo referente a aspectos del
argumento, eso sí, y no tanto conceptuales.
Asimov llegaba hasta poner en ridículo
a tres expertos en Robótica que no
fueron capaces de solucionar un tema tan
simple en el primero; un misterio que incluso
lleva a la máquina de turno a no
demostrar su superioridad por temor a lastimar
a los seres humanos que lo rodeaban; quizá
una de las críticas más brillantes
de Asimov para con la especie humana y que
hoy día podría aplicarse de
manera perfecta y ante tanta envidia, competencia
y resentimiento (de ahí la bajeza
con la que reaccionó la Dra. Calvin,
absolutamente desequilibrada ante la capacidad
del robot).
Claro que
en la película se aplica la sagacidad
de la máquina pero para otras cosas
e incluso de otro aún más
importante que Sonny (una especie de cerebro
artificial similar al de "Evasión")
que se da el lujo de ignorar las leyes robóticas
con fines que no podemos revelar para aquellos
que todavía no hayan visto el film
de Proyas, y que precisamente mantiene bastante
sintonía con "El pequeño
robot perdido", donde aparece una máquina
intrusa en medio de un experimento de la
U. S. Robotics y dentro de una zona de trabajo
interplanetaria.
Por un lado
estaba el factor económico y para
eso se alteró nada menos que una
parte de la Primera Ley (un robot entonces
podría permitir que un humano se
lesionase por medio de la inacción
artificial) con la idea de no perder tantas
máquinas que siempre velaban por
la seguridad del hombre. Y por otro descubrir
el por qué de la infiltración
de un robot que llevó a un notable
duelo científico y psicológico
a los encargados de la prueba, quienes lo
consideraban altamente peligroso y muy inteligente.
Los testeos
siguieron, con las sospechas de que uno
de los candidatos a Alcalde fuera un robot.
Los conflictos y cierta aversión
de los humanos contra las máquinas
volvía a insinuarse en "La prueba".
A esa altura, y a pesar de que la convivencia
entre máquinas cada vez más
desarrolladas y hombres estaba prohibida,
los robots llegaron a un grado de avance
tal que era difícil distinguir una
especie de otra (la humana). Aquí
la Dra. Calvin toma una postura decididamente
a favor de las máquinas, reconociendo
la superioridad de las mismas al momento
de ejercer nada menos que un mandato. Asimov
incluso las llega a ver en "Se puede
evitar el conflicto" como perfectas
herramientas para controlar la economía
mundial, evitando y hasta anticipando, a
diferencia de los humanos, las injusticias,
la corrupción, la tiranía,
la destrucción y el hambre; desconfiando
a su vez de la ambición humana y
de la falta de equilibrio que por ende se
produce.
Curiosidades:
Yo, Robot ya había
sido adaptada pero para televisión
en 1988 y con el título de Robots,
que curiosamente coincide con el de una
película de Fox (dirigida por Chris
"La era de hielo" Wedge) que será
distribuida en 2005 pero que nada tiene
que ver con el libro de Asimov.
En 1995, tres años después
del fallecimiento de Asimov, salió
editada una versión ilustrada de
Yo, Robot (I, Robot, The
Illustrated Screenplay).
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