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Yo, Robot: el libro y la película
EVOLUCIONES AL FILO DE LA LEY

por Alejandro Yamgotchian (setiembre, 2004)




Del Manual de Robótica (año 2058, 56ª edición), las Tres Leyes:

1.- Un robot no puede hacer daño a un ser humano, o, por medio de la inacción, permitir que un ser humano sea lesionado.

2.- Un robot debe obedecer las órdenes recibidas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.

3.- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no sea incompatible con la Primera Ley y Segunda Ley.


Algunos inminentes prejuicios que surgen cuando Hollywood anticipa el traslado a la pantalla grande de clásicos literarios de la ciencia ficción tampoco han escapado a Yo, Robot. La cantidad, sin embargo, fue menor a la usual, ya que en esta ocasión el guión de la película del egipcio Alex Proyas fue simplemente "sugerido" por el libro del fallecido escritor ruso Isaac Asimov.

Decir sugerida es decir algo así como "nos gustó la idea pero la vamos a manejar a nuestra antojo", entre las exigencias de mercado y cierta semejanza a la novela de un escritor cuya obra podría ocupar una biblioteca entera y que se caracterizó, especialmente dentro de la ciencia ficción, por un lenguaje que incluía términos científicos pero que sin embargo se las ingeniaba para que sus lectores pudieran seguirlo con total naturalidad. Sus libros fueron desde chistes y acertijos hasta recopilaciones donde se reunía la vida y logros de más de mil hombres de ciencia (en la Enciclopedia Biográfica de Ciencia y Tecnología, de 1964), aparte de otros trabajos relacionados a La Biblia, temas medioambientales e incluso historias que aparecieron en la revista Playboy, aparte de otras que trataban, por ejemplo, los efectos del LSD en la mente y la memoria (y nos quedamos cortísimos).

El hecho de serle o no fiel al libro no importó mucho en esta ocasión, dado que los guionistas decidieron crear una historia independiente, que no coincide con ninguna de las nueve que componen la obra literaria, aunque se detectan ciertas semejanzas con algunos hechos y personajes de las mismas.



UN APORTE EN CELULOIDE


El asunto es que también hay que detectar cuándo es que detrás de cámaras se ubica algún artista talentoso, como Alex Proyas, más con los antecedentes que cuenta y dentro de la mismísima industria.

El poderío visual sumado a los climas recreados a partir de los comics de James O´Barr en El cuervo (1994) volvieron a repetirse en un trabajo aún más sólido (donde en el guión había otro hombre de historieta, David Goyer) y bastante marginado como Ciudad en tinieblas (Warner estuvo a punto de exhibirla aquí en Uruguay y al final salió directamente en video). Aquí lo oscuro y sombrío volvía a imperar alrededor de una historia que (hasta en algunos decorados que se utilizaron) inspiró en cierta medida lo que pasaba en The Matrix (Andy y Larry Wachowski, 1999) y en donde la propia identidad estaba en juego, algo que también se hace presente en su última labor, Yo, Robot (2004), "sugerida" por el libro de Asimov.

La acción y la intriga, claro, es lo que prima en esta adaptación a la pantalla grande y, curiosamente, los resultados fueron algo sorpresivos. El relato está bien llevado, hay un buen ojo para las escenas de acción, otro para el diseño de producción y también un espacio (menor pero espacio al fin) para lo que es la problemática de los robots, que recuerda y hasta valoriza aún más los intentos de Spielberg (siempre hablando de cine) en A. I.: Inteligencia Artificial (sobre cuento corto de Brian Aldiss y a propósito de un robot con sentimientos) y en menor medida a los exprimidos Pre-Cogs de Sentencia previa (sobre otra historia corta, esta vez de Philip K. Dick), sin olvidar obviamente la adaptación que se hizo de un cuento corto de Asimov y un libro escrito por éste y Robert Silverberg en El hombre bicentenario (1999) de Chris Columbus, a propósito de familia que adquiere un robot multiuso pero que resulta experimentar emociones humanas.

Aquí la rebelión está ligada a lo que las propias máquinas sienten, en parte por las tres famosas reglas impuestas por Asimov en su "Manual de Robótica", por la manera en que le sirven al hombre (prácticamente son esclavas), y por la filosofía empleada por la empresa que los fabrica (cuando sale un modelo nuevo el antiguo pasa a reclusión o incluso a ser destruido).

Dentro de un marco que bien podría ser una historia más de las que integran el libro de Asimov (salvando las considerables diferencias entre el ruso y la historia creada por Jeff Vintar) se plantea un caso donde Will Smith sale a la caza de un robot que mató a un eminente científico, algo atípico si se tiene en cuenta la famosa Primera Ley donde una máquina jamás debe hacer daño a un ser humano. A partir de ahí el detective se lanza a una investigación donde participan un robot programado para tener sentimientos y nada menos que una RoboPsicóloga, la Dra. Susan Calvin, mujer de gran trascendencia en el libro y que aquí se ve netamente opacada, en el libreto, por el personaje de Smith, del que hasta en un momento llega a sospecharse (como de Harrison Ford en un pasaje de la versión del director Ridley Scott de Blade Runner; otra vez Dick) si se trata de un humano o en realidad es un robot.

La palabra "sugerida", a propósito del guión, puede despertar la curiosidad de los más acérrimos seguidores de Asimov al momento de marcar coincidencias no solo con Yo, Robot (publicada en 1950) sino también, y dentro de sus primeras obras, con los planteos realizados en La Trilogía de la Fundación (a partir de cuentos publicados en la década del ´40 por la Astounding Science Fiction), Gravilla en el cielo (su primer libro de ciencia ficción, situado en una Era Galáctica donde se cuestionaba la intolerancia y el militarismo humano) y hasta historias detectivescas, como las de Bóvedas de acero (1954) y El sol desnudo (1957).

En medio de espectaculares persecuciones hay lugar para una interpretación de lo que pasaría si las máquinas toman conciencia de su propia naturaleza, y de los errores y hasta temores humanos respecto a las robots que conviven con ellos en sociedad y bajo total control, aparte de algunos fragmentos valiosos y hasta de cierta intensidad relacionados al personaje de Sonny, la máquina programada para tener emociones, e incluso de aquellos robots marginados por una nueva y avanzada generación.



DE ORÍGENES ROBÓTICOS


Resulta gracioso y/o curioso que un hombre con tanta imaginación para narrar viajes interplanetarios tuviera miedo de volar en avión. Y también que el entonces editor de Astounding..., John W. Campbell, le dijera a Asimov en 1938, cuando este último realizó su primer trabajo de ciencia ficción (tenía 18 años), que no era bueno para escribir pero sí para contar historias. Su obra había sido rechazada por Campbell, quien, sin embargo, lo siguió apoyando y apadrinando. Luego de una docena de rechazos más la historia "Marooned Off Vesta" fue publicada en Amazing Stories (¿les suena a algo?) en octubre del mencionado año.


Por debajo de Yo, Robot corre lo que en la película sí prima, que es una especie de relato indagatorio, hilvanado a través de cuentos donde aparece la Dra. Calvin y un joven periodista, quienes van teniendo conversaciones a medida que ella va haciendo un racconto de la evolución de los robots y a través distintos casos que ocurrieron entre máquinas y fundamentalmente la U. S. Robotics, sus directivos y empleados a lo largo de los años. Mientras la película toma lugar en 2035, el libro arranca más de dos décadas más tarde y retrocede incluso hasta 1998.

La Dra. Calvin es mucho más joven en la película, mientras que en el libro se la insinúa como un personaje ambiguo, que sin embargo demuestra ser muy en el fondo una persona sensible, más bien defensora de la inteligencia artificial, con algunos complejos y hasta reacciones que la llevan a ser tildada de fría, neurótica y paranoica por algunos compañeros de trabajo. Uno de los cuentos de Yo, Robot justamente la pone al descubierto cuando se enfrenta a un aparato capaz de leer los pensamientos en el relato "¡Mentiroso!" y gracias a varias conclusiones que develan inseguridades y frustraciones, a tal punto que una gran cuota de maldad emerge de ella al momento que ocurre el triste desenlace del nombrado cuento (luego reconocería lo mal que estuvo).

El fuego lo abre "Robbie", un robot parlante de fines del Siglo XX en el que ya se podían apreciar algunos síntomas que escapaban a la tradicional máquina obediente. Exigía que le leyeran La Cenicienta, por ejemplo, igual que el robot de "¡Mentiroso!", quien se inclinaba por las novelas sentimentales. La niña que estaba a su cargo se encariña mucho con él (incluso lo veía como persona, pero también como máquina de guerra cuando jugaba simulando dispararle a la gente...), aunque el conservadurismo y la desconfianza hacia la inteligencia artificial estaba muy latente en la madre de ella, del mismo modo que en unos cuantos seres humanos.

Las tres famosas leyes robóticas se hicieron evidentes en "Círculo vicioso", donde un grupo de ingenieros, en peligro durante una misión en Mercurio (el fin era estudiar la posibilidad de abrir un yacimiento minero), debe hallar un robot perdido (ya se habían fabricado los que hablaban) antes de que el sol deshiciera la barra de fotocélulas que protegía a los expedicionarios de las altas temperaturas. El conflicto se presentó cuando la situación le exigía al robot su propia protección pero a la vez cuidar la de los humanos, que estaban muy lejos....

De ahí las incoherencias de la máquina y las incógnitas humanas, que proseguirían en "Razón", gentileza de un nuevo modelo que manifestaba curiosidad por su propia existencia en una estación espacial y que hasta llegaba a someter a los hombres que lo mantenían vigilado. Esto último pareció haber inspirado un poco lo que ocurre en la película de Proyas, cerca del final, que no vamos a revelar y que se relaciona también con otro cuento titulado "¡Evasión!", donde Asimov pone a prueba la capacidad humana y también la de las máquinas que se crean, del mismo modo que las reacciones, reflexiones y responsabilidades de ambos bandos en "Atrapa ese conejo".


MIXTURAS CONTEMPORÁNEAS


Si hay dos cuentos que se acercan más al largometraje Yo, Robot son precisamente "¡Mentiroso!" y "El pequeño robot perdido", sobre todo en lo referente a aspectos del argumento, eso sí, y no tanto conceptuales. Asimov llegaba hasta poner en ridículo a tres expertos en Robótica que no fueron capaces de solucionar un tema tan simple en el primero; un misterio que incluso lleva a la máquina de turno a no demostrar su superioridad por temor a lastimar a los seres humanos que lo rodeaban; quizá una de las críticas más brillantes de Asimov para con la especie humana y que hoy día podría aplicarse de manera perfecta y ante tanta envidia, competencia y resentimiento (de ahí la bajeza con la que reaccionó la Dra. Calvin, absolutamente desequilibrada ante la capacidad del robot).

Claro que en la película se aplica la sagacidad de la máquina pero para otras cosas e incluso de otro aún más importante que Sonny (una especie de cerebro artificial similar al de "Evasión") que se da el lujo de ignorar las leyes robóticas con fines que no podemos revelar para aquellos que todavía no hayan visto el film de Proyas, y que precisamente mantiene bastante sintonía con "El pequeño robot perdido", donde aparece una máquina intrusa en medio de un experimento de la U. S. Robotics y dentro de una zona de trabajo interplanetaria.

Por un lado estaba el factor económico y para eso se alteró nada menos que una parte de la Primera Ley (un robot entonces podría permitir que un humano se lesionase por medio de la inacción artificial) con la idea de no perder tantas máquinas que siempre velaban por la seguridad del hombre. Y por otro descubrir el por qué de la infiltración de un robot que llevó a un notable duelo científico y psicológico a los encargados de la prueba, quienes lo consideraban altamente peligroso y muy inteligente.

Los testeos siguieron, con las sospechas de que uno de los candidatos a Alcalde fuera un robot. Los conflictos y cierta aversión de los humanos contra las máquinas volvía a insinuarse en "La prueba". A esa altura, y a pesar de que la convivencia entre máquinas cada vez más desarrolladas y hombres estaba prohibida, los robots llegaron a un grado de avance tal que era difícil distinguir una especie de otra (la humana). Aquí la Dra. Calvin toma una postura decididamente a favor de las máquinas, reconociendo la superioridad de las mismas al momento de ejercer nada menos que un mandato. Asimov incluso las llega a ver en "Se puede evitar el conflicto" como perfectas herramientas para controlar la economía mundial, evitando y hasta anticipando, a diferencia de los humanos, las injusticias, la corrupción, la tiranía, la destrucción y el hambre; desconfiando a su vez de la ambición humana y de la falta de equilibrio que por ende se produce.


Curiosidades: Yo, Robot ya había sido adaptada pero para televisión en 1988 y con el título de Robots, que curiosamente coincide con el de una película de Fox (dirigida por Chris "La era de hielo" Wedge) que será distribuida en 2005 pero que nada tiene que ver con el libro de Asimov.


En 1995, tres años después del fallecimiento de Asimov, salió editada una versión ilustrada de Yo, Robot (I, Robot, The Illustrated Screenplay).

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