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A propósito de Blade: Trinity
DESAFÍO AL SOL

por Alejandro Yamgotchian (marzo, 2005)




Desde el viernes 18 de marzo se exhibe en Montevideo Blade: Trinity (2004), tercera entrega de la saga del moreno cazavampiros, creado por Marv Wolfman (la primera aparición del personaje, sin embargo, fue en el décimo número de la serie de historietas La tumba de Drácula), ahora bajo dirección y guión de David S. Goyer, y con Wesley Snipes, Kris Kristofferson y Jessica Biel en el elenco principal.

"Siempre me han atraído los antihéroes. Y en especial las películas basadas las historietas Marvel; Blade es un personaje muy oscuro. Es un héroe a pesar suyo, pero es un héroe con conflictos, no es un sujeto demasiado agradable.", señala Goyer, quien realiza su segunda película como director.



LAS ESCRITURAS DE DAVID

David S. Goyer es ahora el encargado de dirigir esta tercera parte de la saga Blade. Con una destacada trayectoria en el mundo del comic David S. Goyer también ha estado en libretos de importantes películas, principalmente vinculadas al género fantástico. Su primer guión fue el de Sentencia de muerte (Deran Sarafian, 1990), un film de acción carcelaria protagonizado por el astro belga Jean-Claude Van Damme. Siguiendo en el mismo estilo, y agregando muchas artes marciales, continuaba haciendo sus primeras armas en la segunda (y horrenda) parte de Kickboxer (Mark DiSalle, 1989), en 1991. Los tropezones no faltaron a la cita cuando hizo el guión de Juguetes demoníacos (Peter Manoogian, 1992), sobre los objetos del título que hacían de las suyas y con mucha sangre innecesaria de por medio.

Comenzó a llamar la atención, sin embargo, en Arcade: Un videogame diabólico (Albert Pyun, 1992), una interesante película que en Uruguay se estrenó directamente en video y en la que un juego electrónico adquiría vida propia, capturando a sus jugadores y llevándolos a distintas pantallas virtuales donde tenían que luchar por su vida. Prosiguiendo la misma línea de Juguetes... decidió probar suerte con Marionetas humanas (Stuart Orme, 1994), una creativa adaptación de la clásica novela que Robert Heinlein escribiera en la década del ´50, a propósito de una invasión extraterrestre dispuesta a controlar a los seres humanos. Luego vino otro tropezón; el guión de El Cuervo 2: Ciudad de ángeles (Tim Pope, 1996), muy lejos de la visión de Alex Proyas en la predecesora y sin, obviamente, el fallecido hijo de Bruce Lee, Brandon.

Pero todo cambió cuando Proyas lo citó para el libreto de Ciudad en tinieblas (1998), quizá su mejor trabajo hasta la fecha y una clara influencia para The Matrix (1999) de Andy y Larry Wachowsky. Aquí tenemos otra invasión alienígena pero que experimenta con la propia raza terrícola con el fin de estudiarla y conocer más al hombre. Lamentablemente esta película estuvo anunciada pero al final no se estrenó en cines capitalinos.

El mismo año ya estaba escribiendo la adaptación de la historieta Blade, creada por Marv Wolfman para Marvel y que según el propio Goyer tendría que haber sido hecha en plena década del ´70, momento de gran resurgir del blaxploitation. El éxito del film del inglés Stephen Norrington motivó una secuela, dirigida por el mexicano Guillermo del Toro en 2002. Cabe señalar que el debut de Goyer en la dirección se produjo curiosamente con un thriller cómico titulado ZigZag (2002) y protagonizado por Wesley Snipes, a quien ahora vuelve a dirigir en Blade: Trinity.

Goyer también participó en el libreto de la inminente Batman inicia (que se estrena en junio en Uruguay) y ya se embarcó en la adaptación para pantalla grande de El motorista fantasma (2006) y en el guión y la dirección de The Flash (2006). También está anotado para The Invisible (2006).


LA UNO Y LA DOS


Blade 2




El escultor británico Stephen Norrington, director de La máquina de la muerte (1995) y la espantosa La Liga Extraordinaria (2003), fue el que tomó las riendas detrás de cámaras, a la hora de llevar Blade a la pantalla grande, luego de haber colaborado en tareas de efectos especiales para la saga Alien, en el mundo cyberpunk de Hardware: Programado para matar (1990), del sudafricano Richard Stanley, y también en la ciencia ficción de Fracción de segundo (Tony Maylam, 1992). Luego de que se manejara la posibilidad de David Fincher detrás de cámaras (él mismo prefirió dar importancia a otros proyectos) y de que el propio Denzel Washington y hasta Laurence Fishburne encarnaran a Blade, Wesley Snipes fue el elegido, en especial por el entrenamiento que ya venía acarreando de artes marciales y hasta estudios de danza en la adolescencia, que le permitían una mayor coordinación y soltura al momento de las exigencias acrobáticas.

Mitad humano, mitad vampiro, Blade se enfrenta en la primera parte a un potencial enemigo que desea instaurar el dominio de los chupasangre en el mundo, eliminando a toda la raza humana, bajo la condición de que los hombres nunca pueden ser aliados de los vampiros; tan solo comida. Bajo un formato casi standard de producto hollywoodense (hubo una primera versión que terminó siendo retocada casi en su totalidad, ya que no colmaba las expectativas de los ejecutivos de la industria) la película logra algunos climas y buenos momentos de acción, aunque no hubo mucho esfuerzo desde el guión por contemplar el dilema del cazavampiros, que lo llevaba a estar viviendo entre dos mundos, y sí en la estética dentro de la propia filmación (los primeros minutos del film, que tienen lugar en una discoteca, son notables).

Pero el verdadero plato fuerte lo iba a traer la secuela de Guillermo del Toro. Una película absolutamente fría y lúgubre, que nuevamente sufrió cortes, esta vez por la crudeza de algunas escenas, aunque fue la única de las tres en la que el final escrito por Goyer se cumplió al pie de la letra. Un terror refinado y a la vez muy duro y de netos ribetes góticos es el que impera en Blade 2, con escenas filmadas en Praga, a partir de una historia en la que el protagonista es solicitado por sus propios enemigos vampiros para poner fin a otro villano todavía peor que ha surgido sediento de sangre y que no solo está dispuesto a alimentarse de humanos sino también de los otros, los de su propia especie. Lo curioso es que los fantasmas de Blade tampoco asoman tanto en esta parte; tan solo una feroz lucha entre dos bandos, con vital preponderancia en la fotografía, el diseño de producción y el maquillaje, sacándole varios cuerpos de ventaja a la original.


Uno también se pregunta qué hubiera pasado si el descarnado personaje de Morbius, en principio propuesto por Goyer, hubiese sido el enemigo, al menos para ver a un fascinante, descarnado personaje de Marvel. Pero la compañía optó por guardarlo, ya que tiene otros planes, quizá el mismo destino del de la asesina Elektra, que al final tuvo su propia película luego de su aparición en Daredevil (Mark Steven Johnson, 2002).


¿POR QUÉ ME LLAMAN TRINITY?


Donde todo comenzó: La tumba de Drácula




En esta tercera parte Blade debe enfrentar a un poderoso y renovado vampiro llamado Drake, antes conocido como Drácula y que ahora puede hacer frente a la luz del día, gentileza de los ritos llevados a cabo en un remoto desierto por un grupo de líderes no humanos, y también de la experiencia acumulada durante sus 7000 años de vida. Dato curioso: en la segunda parte se veía en lo alto de un edificio un cartel luminoso que decía Radoo, en referencia al hermano de Vlad: El empalador (Radú), hombre en el que se basa el mito de Drácula. Un guiño de Goyer, por ahí a modo de adelanto, para esta Blade: Trinity.


Wesley Snipes nuevamente se pone loslentes negros y hasta vuelve a figurar como productor. Sin embargo, y a pesar de sus habilidades, la cantidad de gente que trabajó como extra fue impresionante, del mismo modo que en la parte de efectos especiales.

Así como Stephen Norrington prefirió dar un paso al costado para la segunda parte, Guillermo del Toro lo dio para esta tercera (concentrándose en su anhelado proyecto de Hellboy), quedando todo en manos del guionista de la saga. Nuevamente una visión muy oscura pretendió darse en esta flamante secuela pero los ejecutivos otra vez salieron al cruce, alegando que no era lo que ellos querían (una película gris y apocalíptica). De todas formas Goyer pisó el acelerador y siguió adelante, descartando personajes como el de Rachel Van Helsing (de The Tomb of Dracula), a partir de que tomó conocimiento de la producción de Van Helsing (2004), film que al final dirigió Stephen Sommers y terminó recibiendo duras críticas.

En las dos primeras partes, por ejemplo, tampoco se hacía mucho hincapié en el tema racial, que el creador de Blade, Marv Wolfman, había reinstaurado con el fin de romper viejos moldes, a principios de los ´70 e inspirándose básicamente en sus requeteleídas historietas de misterio de las décadas del ´30 y ´40. El peso de Marvel en las películas es tan grande como aquel que le hicieron sentir a Wolfman al no querer pagarle en varias ocasiones el dinero total que le correspondía por los derechos de su personaje, que era usado en distintos medios, algo que llevó a Marv a tomar acciones legales. Uno de los premios (consuelo) fue el de aparecer en los créditos de las películas de Blade.

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