Se estrenó
El grito, de Takashi Shimizu
EL ESPÍRITU
MALDITO
por Alejandro Yamgotchian
(mayo, 2005)

Desde el viernes 13 de mayo se exhibe en
Montevideo El grito (2004),
remake de Ju-On: The Grudge
(2002), película japonesa que también
había dirigido el joven realizador
nipón Takashi Shimizu. El elenco
está encabezado por Sarah Michelle
Gellar (la famosa cazavampiros Buffy, de
la serie televisiva) y Bill Pullman. A pesar
de algunas diferencias en el argumento,
esta nueva versión, filmada enteramente
en Tokio, intenta reflejar los escalofríos
suscitados en el largometraje original.
También se la ha comparado con el
Ringu / El Aro (1998) de
Hideo Nakata, film que luego tuvo su adaptación
americana titulada La llamada
(Gore Verbinski, 2002).
Una estudiante
de enfermería norteamericana, que
está de intercambio trabajando en
Tokio y viviendo con su novio, va a encargarse
de una anciana que tiene problemas para
dormir, al faltar la persona que tenía
asignada esa tarea. Cuando llega nota con
sorpresa que la señora se encuentra
en un estado muy extraño; no le habla
y prefiere dormir... durante el día.
En esa casa, donde había tenido lugar
una tragedia familiar, la protagonista descubre
un terrible secreto. De ahí en más
la posterior investigación policíaca
de rutina pasa a convertirse en un caso
de ribetes sobrenaturales, debido a la aparición
de un espíritu que busca vengarse
de todo aquel que lo descubra.
El título
original ("The Grudge") hace referencia
a la maldición que nace en esa víctima
notoriamente afectada por la poderosa furia
del espectro que la asesina. Ese odio se
transmite como un virus a otros infortunados,
que pasan a convertirse en implacables fantasmas
asesinos. Dado que esto tiene que ver en
parte con un famoso mito urbano, todo el
equipo de la película realizó
una ceremonia para que cada uno de los integrantes
fueran bendecidos y nada extraño
ocurriera durante la filmación.
DONDE TODO COMENZÓ

Ju-On
(2000)
En los últimos diez años el
terror asiático ha causado gran furor
no solo en su lugar de origen sino también
a nivel de festivales europeos y americanos,
gracias a una camada de jóvenes realizadores
que apostaron por historias en las que el
miedo impactaba de lleno en el espectador,
no tanto a través de relatos muy
elaborados sino a partir de frecuentes pasajes
donde lo desconocido se nutría de
buenos trabajos de cámara y sonido
para fabricar un terror mucho más
intenso que el que generalmente se venía
produciendo durante las últimas dos
décadas, sobre todo en lo que respecta
al norteamericano.
El origen
de esta saga creada por Shimizu se remota
a 2000, cuando realizó para el mercado
del video una obra titulada Ju-On,
a la que le siguió, el mismo año,
Ju-On 2, ambas filmadas
en nueve días y con presupuesto ínfimo.
Todo comenzaba con el asesinato de una mujer
y su hijo a manos del padre de familia,
celoso por el amor que su esposa sentía
hacia un profesor del colegio donde ella
trabajaba. La maestra del niño, que
nada sabía de la tragedia y preocupada
por el hecho de que el pequeño no
asistía a clase, decide ir al hogar
donde todo ocurrió. Allí se
encuentra con el espíritu de la madre,
muere de un ataque al corazón por
la impresión, y termina convirtiéndose
en un fantasma. Ahí es cuando entra
en juego la policía y también
el horror que los vecinos de la zona experimentan
al tratar de saber qué fue lo que
realmente pasó.
A partir
de que Shimizu comenzó a decir que
las dos partes de Ju-On estaban basadas
en casos reales (no era cierto) fue que
los rumores, la publicidad boca a boca,
y los comentarios elogiosos entraron a correr.
El éxito fue tal que Shimizu decidió
convertir ambos trabajos en largometrajes
para cine. Y así nació Ju-On:
The Grudge (2002) y secuela (Ju-On:
The Grudge 2, 2003; también
está preparando una tercera parte
para este año). El co-productor ejecutivo
Sam Raimi, junto al co-productor Robert
Tapert (viejo amigo de Sam y toda la familia
Raimi), le echó el ojo y vio la chance
de hacer una remake, importando al propio
realizador de Japón para dirigir
esta El grito (The Grudge),
que anduvo bastante bien en boleterías
de Estados Unidos, con 40 millones de dólares
de recaudación durante el primer
fin de semana. Eso llevó a que el
lunes mismo se aprobara una segunda parte
para 2006 (El grito 2),
que vendría a ser una adaptación
de Ju-On: The Grudge 2.
LA PELÍCULA ORIGINAL

Ju-On: The
Grudge
(2002)
Un hombre asesina a su esposa y su pequeño
hijo en una casa de los suburbios de Tokyo
a la que poco tiempo después se dirige
una asistente social que se encuentra con
una shockeada anciana. De a poco la trágica
historia del crimen familiar se transmite
a personas que se animan a visitar el lugar
de la tragedia y que luego comienzan a ser
acechadas por un implacable espíritu
que las sigue literalmente hasta abajo de
la cama. Claro que detrás de esto
hay un motivo y no va a haber alguien, precisamente,
que oficie de eje central al momento de
investigar las causas.
El director
y guionista japonés Takashi Shimizu
opta por dividir su relato (circular) en
varios capítulos, cada uno con el
nombre de un personaje, donde el factor
común es lisa y llanamente el miedo.
Ju-On: The Grudge no es
una película que se caracterice tanto
por su destreza narrativa pero sí
por crear secuencias que se las ingenian
para transmitir muchos sustos, pero no como
los sobresaltos, bochincheros efectos de
sonido mediante (hay que ver cómo
se los emplea notablemente en esta versión
japonesa), del generalmente penoso cine
de terror industrial norteamericano de los
últimos años.
La obra
se impregna de atmósferas absolutamente
claustrofóbicas y pavorosas, insistentes,
al punto tal que puede despertar el deseo
de que el film termine cuanto antes. No
se destaca por ser original (las comparaciones
con Ringu valen pero hasta
cierto punto) aunque sí sobresale
dentro del rico panorama de un desconocido
cine fantástico asiático,
cuyas últimas labores han encontrado
numerosos (y atentos) puntos de proyección
en Occidente.
TIENE LA PALABRA

El grito
(2004)
Recientemente pudo verse la nueva película
de Shimizu, Marebito (2004),
en el Festival de Cine de Mar del Plata,
donde otra vez aparece una leyenda urbana,
esta vez la de un camarógrafo que
decide investigar un caso de espíritus
macabros que residen en los túneles
de los subterráneos de Tokio.
Respecto
a algunas de las escenas más comentadas
de la película Shimizu sostuvo que
"cuando era chico me asustaba muy
fácilmente. Incluso cuando iba al
liceo, nunca me animaba a ver una película
de terror. Siempre me hacía la misma
pregunta: ¿cómo alguien puede
pagar para asustarse? Lo curioso es que
sí me gustaba asustar y sorprender
a la gente. Pero siempre pensé qué
era lo que les hacía sentir miedo.
Concluí que cuando uno es vulnerable
está más desprotegido y por
ende más proclive a sentir miedo.
Las ideas para las películas las
fui aprendiendo de hablar con personas y
preguntarles qué cosas las asustaban
más."
El
tema de las diferencias entre las culturas
de Oriente y Occidente también están
presentes. "Sé que en América
y Europa los gatos negros son sinónimo
de mala suerte. En Japón no. Lo que
sí es asociado con la mala fortuna
es el color negro. Es el color de los funerales,
de la muerte.", sostuvo el realizador
para un medio norteamericano, que por otra
parte es gran admirador de Sam Raimi. "Él
me dio muchos consejos útiles, me
dio un buen pantallazo de cómo se
trabajan las películas en el mercado
norteamericano y su sistema, las relaciones
director-productor, y cómo los estudios
inciden al momento de hacer el film. Pensar
que la primera película de terror
que vi fue Diabólico.
Yo quedé sorprendido cuando me enteré
que Sam Raimi estaba interesado en hacer
una nueva versión de Ju-On:
The Grudge. Fue un honor trabajar
con él. También con los actores
norteamericanos, a pesar de que trabajan
una cierta cantidad de horas por día,
a diferencia de los japoneses que son capaces
de hacerlo pero a lo largo de toda una jornada."
LA VERSIÓN AMERICANA
El hecho de que Shimizu estuviera a cargo
al menos de la dirección ya era una
garantía. Si a eso sumamos el interés
de Sam Raimi, la idea de que se filmara
por completo en los estudios Toho y en las
afueras de Tokio, que de los japoneses se
intenta dar a Occidente una visión
normal y respetable (en lugar de los excesos
en que incurrió Sofía Coppola
al momento de hacer Perdidos en
Tokio, por ejemplo), que los efectos
especiales no abruman, que los actores norteamericanos
cumplieron dando credibilidad a su labor,
que... Bueno; ya con estos elementos podemos
hablar de una potable remake.
El grito toma estrategias
e intensifica algunos sustos de la original,
mientras que a otros los copia sin reparo.
Lo más curioso es la bocanada de
oxígeno que se le agrega al relato.
Del mismo modo que en la versión
americana de Ringu, aquí
se mezclan los argumentos de Ju-On
y Ju-On: The Grudge, con
la aparición de Bill Pullman, como
el Profesor de Literatura que opta por el
suicidio ante el acoso del espíritu
asesino de aquella mujer casada por la que
se sintió atraído. Conviene
destacar que La llamada
no era en realidad una remake de Ringu
sino de las tres partes; las primeras dos
dirigidas por Hideo Nakata y la tercera
(Ringu 0: Birthday) por
Norio Tsuruta.
Por encima de que pueda o no tolerarse una
remake de algo (bueno) que ya se hizo, por
encima de que a Hollywood le gusta hacer
todo a su manera, queda siempre en el tintero
una merecida proyección en pantalla
grande de las versiones originales, cuyos
mercados se limitan a recintos locales y,
una vez que salen al exterior, a nuevos
formatos de exhibición, mucho más
reducidos. Shimizu igual cumplió
con su cometido, logrando un aceptable trabajo,
donde algunos escalofríos pueden
repercutir mucho más en aquellos
que aún no han visto los antecedentes
en que El grito se basa.
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