A propósito
de La secretaria
¿ES
PLACENTERO SER MASOQUISTA?
andrescaro@adinet.com.uy

El cine, como gran difusor de ideología,
se ha encargado de aportar datos contradictorios
a los espectadores. En medio de un desborde
exhibicionista de lo que otros hacen, el
mensaje final casi siempre ha sido: "Mira
esto. Disfruta envidiosamente, pero no lo
hagas en tu casa. Es peligroso",
tal como aconsejan tramposamente los conductores
de programas de escenas arriesgadas a los
niños.
Los ejemplos
pueden ser muchos. Algunos de ellos:
Perversa luna de miel de Polanski,
donde se muestra la degradación en
la que cae una pareja que busca placeres
eróticos. Las escenas son seductoras,
tentadoras, pero el final de la historia
señala que la parejita joven debe
protegerse de los males que encierran las
pasiones desencadenadas.
Las edades de Lulú enseña
a dónde puede llegar una pobre muchacha
que se animó a querer saber más
de prácticas sexuales, con una pareja
tolerante y participativa pero que en algún
momento pierde su control. El final es realmente
represivo con el salvataje que debe hacerse
de esta Lulú que está a punto
de ser sometida a todo lo que a uno se le
ocurra. Mensaje: "No caigas en
los desarreglos de esta chica, no inicies
siquiera esa secuencia, que puedes terminar
quién sabe dónde."
En El diablo en la Srta. Jones
la protagonista, luego de suicidarse virgen,
puede transar con San Pedro, probar toda
la lujuria que no logró en vida,
pero luego su final es terrible. Irremediablemente
llega a su infierno más temido. Mensaje:
Cuídate de probar porque tendrás
la condena eterna (ver informe sobre El
diablo en Miss Jones)
Y así, sucesivamente.
De una forma
perversa, la industria cinematográfica
(y parte de la literatura) muestra lo que
la gente común no hace (deslumbra
con imágenes deseadas desde la fantasía,
con mil variantes de encuentros lascivos)
pero al final, como moraleja, imprime al
espectador la máxima de que, "Bueno,
¿te gustó?, ¿viste
cómo se divierten otros? Bueno, pero
que te quede claro, esto no es para ti.
Lo tuyo es la familia, los niños,
el trabajo, una vida sexual simple y sin
sorpresas, porque no estás preparado
ni nunca lo estarás para desbordes
eróticos que quién sabe dónde
terminan… Más ahora en la era
del SIDA, ¡válgame dios!".
NUEVAS PRODUCCIONES
En ese esquema,
algunas producciones empezaron a cambiar
sus objetivos. Ya la temática de
las fantasías comenzaba a ser menos
conflictiva.
Mentiras del coreano Sun
Woo Jan, se atrevía a mostrar, en
un país tan machista como Corea,
una historia de sadomasoquismo que terminaba
bien, donde el masoquista era… el
hombre.
Romance de Catherine Breillat mostraba
la liberación de la protagonista
a través de, curiosamente, el arte
de las ataduras.
Perversiones femeninas
basado en un libro de la norteamericana
Kaplan liberaba a una jueza de sus represiones,
a través de descubrir sus represiones
basadas en hechos de la infancia.
La profesora de piano de
Michael Haneke buscaba contar a las espectadoras
el caso de una mujer sometida por su madre,
imposibilitada de amar que al final busca
la liberación escapando hacia un
mundo distinto al cotidiano.
Siete años de matrimonio
dirigida y actuada por Didier Bourdon, es
un desparpajo de mostrar qué bueno
puede estar en un matrimonio aburrido, empezar
a vivir planamente las fantasías
sexuales de todo tipo, siempre con respecto
y dentro de la pareja. Comedia muy divertida
y con final feliz busca enseñar al
espectador miedoso que debe perder el miedo
a ser creativo a la hora de buscar placer
con su pareja, y no por eso tiene por qué
ocurrir nada malo.
LA SECRETARIA MASOQUISTA Y FELIZ
Este filme
extraño de Steven Shainberg es una
comedia dramática que observa a sus
personajes cómo a través de
un microscopio termina siendo una película
romántica donde el final feliz está
dado por la concreción de la pareja
que a medida que se conoce, descubre puntos
de coincidencia en cuanto a la sexualidad
entre ambos y que arriban a una relación
sadomasoquista… placentera y disfrutable,
de la que se sienten orgullosos.
Maggie
Gyllenhall construye magníficamente
a su Lee Holloway, una masoquista con razones
(familiares) para serlo que termina internada
por intentos de suicidio y que descubre,
a través del empleo que consigue
como secretaria de un tímido y ermitaño
abogado Edward Grey (James Spader), el placer
del castigo como método para obtener
placer.
Incluso la película se atreve a más,
porque su novio, un hombre "normal"
sexualmente, termina resultándole
a Lee absolutamente aburrido.
Esta historia de amor, con final feliz,
puede poner furiosa a mucha gente, entre
ellas a los conservadores de izquierda y
derecha, a los movimientos feministas, a
los censores religiosos, por lo que la provocación
es mayor aún.
ASUME LA POSICIÓN
Para
dejar claras las cosas, ya desde el afiche,
una mujer vista de espaldas está
parada, pero con el tronco hacia delante,
aferrada a sus propias piernas cubiertas
por seductoras medias y con tacos altos
y una pollera que apenas cubre (donde está
impreso el título de la película),
mientras el único texto señala:
"Asume la posición". |