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Cine latino
GLAMOUR DE FESTIVALES Y BOLSILLOS ROTOS EN TAQUILLA

por Rainer Tuñón (desde Panamá)




Soñar no cuesta nada





El cine latino continúa su reinado en las pasarelas de los festivales mundiales como el sempiterno "top model", reflejo de una enorme sociedad que con valentía y compromiso profundiza sobre su entorno, pone la lupa y observa más allá de la dermis de su escalera social, amén del apoyo de sus exhibidores y del compromiso zigzagueante del Estado para promover que la industria de cada país tenga un espacio competitivo frente a la maquinaria de las grandes ligas con sus "millones de millones de millones de dólares" invertidos en grandes producciones con "target" global. Estas nos colocan en el sótano de las preferencias de un público que prefiere gastarse cuatro dólares de entrada más los gastos por las palomitas de maíz, hot dogs, nachos y la soda del momento en cualquiera de los estrenos estadounidenses que ocupan hasta el 97% de la cartelera de nuestra región hispana.

Si vemos los números de España, por ejemplo, la realidad es muy similar: el 95 % de la producción cinematográfica de América Latina no consigue ser distribuida en ese país.

Si trasladamos el caso de la distribución de películas a Panamá, definitivamente acá no escampa, y apenas comentamos el haber podido disfrutar de un mínimo de cine latinoamericano, disipado entre los estrenos de rotación semanal. Estrenos que tambalean ante el fracaso en taquillas durante su primera semana de estreno o ante los esfuerzos de cadenas de cine que, con el apoyo de embajadas, traen productos de los últimos cinco años para difundirlos en "encuentros del séptimo arte", que aprovechamos sólo si tenemos a la mano el calendario y el tiempo asegurado para ir a verlas gratis o pagando un boleto de a dólar.



CINE Y EMPATÍAS FRONTERIZAS



Hace algunos meses, el cine costarricense caminaba por la alfombra roja con un filme titulado Caribe del realizador Esteban Ramírez, que contó con la participación del talento cubano de exportación más solicitado de los últimos años, Jorge Perugorría, quien se internacionalizó con la popular Fresa y chocolate.

El afiche promocional del filme ha sido visto en el lobby de varias salas de cine en Guatemala, Argentina, Nicaragua, Perú, El Salvador. Sin embargo, ni rogando a que la pasen sin costo alguno en Panamá, veríamos este póster como un ejemplo típico de cine en nuestro idioma.

Sin calificar el producto final del esfuerzo costarricense, reiteramos que aún encontrando apoyo de alguna cadena que la distribuya, nuestro público sigue contaminado por el cine de Hollywood.


Y ¿qué hay del otro lado fronterizo? El caso colombiano es de éxito para los grandes circuitos, pero también necesita alguna inyección de verdes para pasar al siguiente nivel en la industria.

Ciertamente, Catalina Sandino conquistó Hollywood con aquel drama sobre la mula del narcotráfico, María llena eres de gracia, y fue nominada a un Oscar, poniendo en el mapa a Colombia, mientras que John Leguízamo sigue siendo el ejemplo de un latino que permanece en el cine estadounidense para sus facetas comerciales y de arte. Pero para una industria que fabrica decenas de películas y que muchas de ellas tienen calidad y compiten en el mundo, aún sigue en la pelea por conseguir nicho de mercado para sus audiencias en la región.

El mejor de los ejemplos es Soñar no cuesta nada, estrenada en agosto en Colombia y junto con Mi abuelo, mi papá y yo, de 2005 (esta sí se estrenó en Panamá, pero con paupérrima promoción). Estos son dos de los filmes más taquilleros en el hermano país, pero tan poco conocidos por acá que en el primer título un colega periodista insistentemente ha pedido que la traigan, aunque ello depende de que la obra consiga una distribución oportuna o que la nominen a Mejor Película Extranjera para la próxima entrega del Oscar, y que por fin alguna gran cadena la envíe para los países de habla hispana. A estos títulos se les unen El trato y El Colombian Dream, dos piezas que siguen sin encontrar difusión en tierras panameñas.


Recientemente, en Colombia se dio a conocer que el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico entregaría 4.395 millones de pesos al cine nacional en el marco del pasado Festival Internacional de Cine y Televisión de Cartagena.

Mientras, en Panamá, sólo conocemos de los largometrajes del panameño Jorge Amheer, cuando una cadena de cine impone una premier de alguna película que haya hecho recientemente.


EL "MEXICAN SIDE"





Un mundo maravilloso





Si bien es cierto, el cine mexicano es el más recordado por las audiencias jóvenes de la región, gracias a títulos como Amores perros, que consagró a Gael García Bernal y propició un reconocimiento de la dupla Alejandro González-Iñárritu / Guillermo Arriaga, cuyo éxito se repitió con 21 Gramos y el reciente estreno de Babel. En la actualidad, sus últimos títulos no han tenido tanta suerte en territorios como Panamá.

Como ejemplo más cercano, tenemos el estreno de Un mundo maravilloso, última parodia política de Luis Estrada (creador de La Ley de Herodes), concebida como una sátira a la era Fox, pero de menor factura que la excelente farsa Anti-PRI, también protagonizada por Damián Alcázar.

Desde mayo pasado, en las estanterías de los videoclubes, se podía alquilar esta interesante comedia que, más allá de sus intenciones y resultados, tenía como gancho fuerte el homenaje a ciertos lugares del cine de oro, aquel que incluía temas del "Satchmo" y tenía en marquesinas al genial Tin Tan.

En estos días se puede apreciar el afiche de Sólo Dios sabe, último filme de Carlos Bolado, a quien en su momento se le consideró como un Win Wenders mexicano, dado el encanto detrás de Bajo California: El límite del tiempo, cinta que apareció en la ciudad por obra y gracia de un festival de cine latinoamericano que promovía Cines Alhambra hace algunos años.

Alfredo Joskowicz, director del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), explicaba a medios impresos del país azteca que "el cine mexicano registró en 2006 mayor número de producciones, pero aún carece de una presencia en la cartelera que pueda considerarse digna".


Asimismo, el realizador mexicano Felipe Cazals dijo que la industria fílmica se ve afectada por el clasismo y la mercadotecnia, y expresó su confianza de que la cultura, en especial la cinematográfica, no resulte golpeada en la siguiente administración, según publican otros medios de prensa del hermano país.

Aún así, ese año ha sido importante por el estreno de filmes como Sexo, amor y otras perversiones, Mujer Alabastrina, Así y Crónicas, este último con una importante proyección internacional, dada la producción y la estrategia de mercadeo que hubo detrás.

En Crónicas un presentador de televisión se inmiscuye en el oscuro caso de un asesino en serie ecuatoriano. Participaron en este proyecto el colombiano John Leguizamo, el mexicano Damián Alcázar, así como también Gloria Leyton, Alfred Molina, Leonor Watling y José María Yazpik, bajo la dirección de Sebastián Cordero (Ratas, ratones y rateros).

De igual manera, Alfonso Cuarón, aclamado director mexicano que hizo de las suyas en la tercera entrega de Harry Potter y que recibiera una nominación como mejor guionista en la entrega del Oscar por su trabajo en Y tu mamá también, comentó al diario Vanguardia que "lo que le toca a los cineastas es hacer películas buenas e interesantes, mientras que a los exhibidores les corresponde abrirles espacios".

En fin, en esto de los espacios habrá nuevas oportunidades para que el cine en nuestro idioma llegue por las salas locales, y prueba de ello reside en el esfuerzo de los chilenos por ofrecer cada vez más títulos que sean afines a nuestra idiosincrasia y la manera de percibir el humor en lenguaje cinematográfico.

En Panamá, esperamos el estreno de El rey de los huevones, de Boris Quercia, quien hace dos años nos entregó una franca y sexy comedia ligera titulada Sexo con amor, un éxito de taquilla en Chile y gran parte del continente.

Mientras tanto en los festivales internacionales, otros filmes como Chile 672', de Pablo Bardauil y Franco Verdoia, El caracazo del venezolano Román Chalbaud, Person, filme brasileño de Marina Person, y la mexicana Mezcal, siguen entre las favoritas del público y la crítica. No obstante, brillarán por su ausencia en nuestras carteleras.

Si regresamos al formato vídeo, posiblemente lo último que interesó habrá sido Secuestro Express, frenética y despistada película venezolana de Jonathan Jacubowicz, con la actuación especial de Rubén Blades.

Para cientos de cinéfilos que no perdemos la esperanza de ver competencia y encanto entre todas las propuestas cinematográficas, sin importar de dónde vengan, es evidente el presente y futuro inmediato del cine latino en nuestros mercados, cautivos por la voluntad y alcance del cine gringo.

Ante esta realidad, Alexandra Schjelderup, promotora cultural panameña, mientras invitaba a medios de comunicación para esparcir el mensaje de un cine distinto para nuestros ojos y oídos, al referirse al estreno en Panamá del documental La verdad incómoda, sobre el peligro latente por el calentamiento global, hacía referencia a la solidaridad que debe existir entre los medios de comunicación con el objetivo que oficien de canal para que el público entienda que en Panamá se puede exigir calidad y disfrutar de productos competitivos que además nos permitan unos minutos de reflexión frente a problemas de nuestra América.

Insistimos, ¿quién le compite a Hollywood? Pues aún hace la pelea aquel galán de festivales que habla español, pero vaga con los bolsillos rotos cuando se presenta en la taquilla de las salas de cine.

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