El nuevo documental de nuestro compatriota
Aldo Garay, Cerca de las nubes
(2005), retrata y narra la vida en un pueblo
del interior, llamado Quebracho, planteando
el tema de la despoblación del campo
que cada vez es mayor en nuestro país
y que bien puede ser un tema de preocupación
mundial. No obstante, el campo que aquí
vemos no es exactamente el mismo de todo
el interior, sí de algunas zonas;
aquí no hay agua corriente ni luz
eléctrica, entre otros elementos
de suma necesidad que faltan, mientras que
en otros lugares rurales, sobre todo en
los departamentos más cercanos a
Montevideo, se cuenta con estos recursos
y otros. El propósito no es tanto
universalizar algo, sino mostrar la cotidianeidad
de los pobladores de un determinado lugar
de nuestra campaña.
El propio
director lo ha dicho en un microdocumental
para Tevé Ciudad dirigido por Pablo
Stoll, a propósito del trabajo que
él había hecho sobre Bichuchi
(Alfredo Evangelista): "No se trata
de decir verdades absolutas, sino de rescatar
historias pequeñas, lo cotidiano."
Eso se puede apreciar, por ejemplo, en los
documentales Yo, la más tremendo
(1995) donde aparece el acontecer habitual
de un grupo de travestis, y en Bichuchi
(1996) que se detiene en la historia de
vida del boxeador uruguayo. Cuando Aldo
Garay lo entrevista, Evangelista se encuentra
preso por tenencia de estupefacientes (el
mundo ya había dejado de hablar de
él); sin embargo no elige mostrarlo
tras las rejas ni su vida allí, sino
dejarlo que cuente cómo ha sido su
existencia, su carrera como pugilista, cómo
vivía las peleas. Decidió
mostrar al hombre, porque para el director
uruguayo "lo que tiene de maravilloso
el documental es que cortás la cámara
y la vida sigue".
No sólo
en el documental ha incursionado Aldo Garay,
también se lo conoce por su largo
de ficción La espera
(2002), inspirado en la novela de Henry
Trujillo, Torquator. En
esta película se percibe el peso
de la rutina, el tedio de una situación
que se estira (una joven que debe cuidar
a su madre enferma postrada en cama, relegando
su propia vida) que también podemos
ver en Cerca de las nubes
aunque el motivo y el género sean
otros.
Las nubes
parecen tener peso y amenazar con desplomarse
sobre el pueblo. El tiempo corre lento y
las horas aparentan poseer cuerpo y estar
representadas en esas nubes, en la densidad
y pesadez que adormecen por momentos la
campaña. El tiempo con su carácter
implacable que conduce a la muerte y que
en La espera se puede escuchar
en un continuo "tic tac" del reloj
al lado de la cama de la enferma, aquí
se percibe en la atmósfera y está
objetivado en el cementerio que se encuentra
allí, como recordando que al final
es eso lo que les espera a todos. Y en un
lugar donde todo transcurre muy despacio
y no hay grandes entretenimientos ni muchas
maneras de aturdirse, hay tiempo para pensar
en la muerte, para sentirla.
Están
cerca de las nubes por la cercanía
de la muerte, son vidas que transcurren
como si no pasara nada hasta desembocar
en el cementerio. Pero también una
existencia más simple e inocente
puede acercarlos al cielo. Si bien no se
puede parar el reloj, a veces parecen estar
cerca de las nubes y fuera de este tiempo.
Si alguien ha visitado el campo, sobre todo
un lugar así, sabe que es posible
sentir como si se hubiera podido lograr
lo que quería Mafalda: parar el mundo
y bajarse. Se puede bajar de la globalización,
del bombardeo de la publicidad, del ruido,...
y de la información. Aparece una
escena en la que se muestra uno de los pocos
hogares que tiene un televisor, es blanco
y negro y no se puede escuchar el audio;
solo se ve la imagen, pero las personas
se quedan sentadas frente a él, quizás
tratando de adivinar qué se está
diciendo. La conexión con el mundo
que se podría establecer aquí
o la posibilidad de acceder a algún
tipo de información se pierde. Cuentan
con la radio, pero ésta oficia más
de teléfono y correo que de otra
cosa; escuchan una emisora de Melo que les
pasa las necrológicas y los mensajes
que un pariente o conocido le manda a otro.
Lo que sí
llega hasta ellos es la política,
ya que aparecen carteles de blancos y colorados
en este pueblito olvidado, pero que algunos
recuerdan cada vez que se acerca una elección.
Aldo Garay había resuelto hacer un
documental sobre la campaña electoral
de 2004 y para ello había elegido
Quebracho, pero comprobó que la gente
no tenía mucho interés en
la política y que estaba cansada
de promesas incumplidas. El director optó,
entonces, por mostrar la manera en que viven
los pobladores de esa zona. Y se encontró
con un cuadro interesante. "La
realidad sorprende más que la ficción"
había dicho alguien en un programa
de televisión que la protagonista
sintoniza en La espera.
Como un
cuadro, precisamente, aparece la filmación,
por momentos. La cámara queda detenida
y la imagen va enriqueciéndose sola.
Este recurso ya se aprecia en otros trabajos
del director, incluso en el largo de ficción,
donde el ojo fílmico se fija en una
ventana del edificio o en una habitación
del apartamento y se queda quieto allí
hasta que en algunos casos aparezca la figura
humana. En Cerca de las nubes,
la cámara acompaña el ritmo
lento de los pobladores de Quebracho. Hay
una anciana que aparece siempre sentada
moviendo únicamente las manos, rojas
e hinchadas, en completo silencio; tanto
que se asemeja a una plantita, sobre todo
cuando la imagen la muestra ubicada delante
de unos vegetales a los que alguien les
echa agua por detrás de ella, dando
la impresión que el riego fuera para
la anciana.
Cerca
de las nubes rescata las historias
mínimas de gente que se conforma
o se resigna con tener pequeñas cosas:
tomar mate en familia, fumar un cigarro
en el boliche, vestirse de domingo para
ir a hacer mandados en un ómnibus
viejo que cada tanto pasa por allí,
o adornar su pared con una lámina
sacada de algún almanaque; pero que
a la vez cuenta con la grandeza de la naturaleza
que la contiene. De tal manera que no se
necesita de ningún pintor para ver
cambiar el cielo de un fabuloso color a
otro: Garay nos muestra el azul, el rojo,
el anaranjado, el negro,... el gris. |