
"Según los dedos me están
picando,/ algo malvado se está acercando"
dice una de las brujas en Macbeth.
El primer verso es el que aparece en el
título del libro de Agatha Christie:
By the pricking of my thumbs (1969), novela
policíaca que en español se
conoce como El cuadro.
Y la película del francés
Pascal Thomas La desaparición
de madame Rose (Mon petit doig
m' a dit) es una adaptación fiel
de esta obra.
Prudence
(Catherine Frot ) y Belisaire Beresford
(André Dussolier) visitan a la gruñona
tía Ada, en una residencia geriátrica.
Allí, la excéntrica Prudence
olfatea que hay algo especial en una de
las internas que se le acerca para hablar.
Cuando más tarde ésta desaparece,
encuentra la pista para investigar lo sucedido
y descubrir el misterio que se oculta detrás
de esta anciana, en un cuadro que llega
a sus manos tras la muerte de la tía.
El instinto la guiará hacia la solución
del enigma.
La película
cambia el nombre de los personajes, puesto
que en la novela inglesa se llamaban Tommy
y Tuppence, y la campiña francesa
sustituye a Inglaterra en cuanto al espacio.
Sin embargo, en el libro, ella se identifica
a sí misma como: "Prudence Beresford,
investigadora privada, eso es lo que yo
soy". Adopta esta identidad cuando
decide despejar su aburrimiento y lanzarse
a la búsqueda de mistress Lancaster,
la anciana desaparecida, mientras recuerda
las aventuras vividas con su marido sirviendo
al espionaje británico.
Pascal Thomas
ha realizado películas (como Siempre
tras las mujeres, 1976) desde los
comienzos de la década del setenta.
La que nos ocupa es una típica comedia
francesa, donde la acción transcurre
con más lentitud que en la clásica
fórmula del cine industrial; se toma
su tiempo para mostrar a los personajes,
desarrollar la historia y desplegar el diálogo.
El personaje de Prudence es hasta más
excéntrico que en el libro. Una manera
de exagerar ese carácter es mostrando
el comportamiento extraño que tiene
ella con sus nietos y con su hija; parece
quererlos pero le produce un enorme fastidio
el tenerlos cerca. Situación novedosa
respecto al libro. La extravagancia del
investigador de la que dependen las posibilidades
de solucionar un caso es una herencia de
Edgar Allan Poe, fundador del género
policial.
Los fundamentos
de este tipo de narración aparecen
en Los crímenes de la calle
Morgue, del escritor norteamericano,
quien se inspiró en Barnaby
Rudge (1841) de Charles Dickens,
novela que contiene el relato de un crimen
misterioso. La figura del detective aficionado
y excéntrico con extraordinarias
cualidades analíticas encarnado en
Auguste Dupin será el modelo de Sherlock
Homes de Conan Doyle o del propio Hércules
Poirot de Agatha Christie, entre otros.
La escritora
inglesa (1890-1976) crea, además
de Poirot que protagoniza más de
treinta novelas, una serie de investigadores
como Miss Jane Marple, Capitán Hastings,
Parker Pyne, Tommy y Tuppence Beresford,
entre otros. Esta pareja aparece por primera
vez en la segunda novela de la autora, El
adversario secreto; son un par
de jóvenes aventureros que habían
servido a las Fuerzas Armadas. En El
cuadro, Tuppence desaparece por
un corto lapso de tiempo, al perder la memoria
a raíz de un golpe que le propinan
en la cabeza y es encontrada a través
de un aviso que aparece en el periódico.
Este episodio coincide con lo que le sucedió
a Christie en 1926, cuando se extravió
por varios días a causa de una amnesia
producida por un fuerte disgusto (muerte
de la madre y abandono de su esposo). También
se publica un aviso en el periódico
con la finalidad de que su familia la encuentre.
Esa desaparición se narra en la película
británica Agatha,
dirigida en 1979 por Michael Apted, con
Vanessa Redgrave en el papel de la escritora.
Por la época en que se extravía,
viaja a Bagdad sola en tren y se inspira
para escribir Asesinato en el Expreso
de Oriente (1934). El tren aparece
muchas veces en sus novelas, también
en El cuadro, ya sea como
lugar del crimen o como medio para descubrir
una pista.
Desde el
tren, Tuppence ha visto la casa que aparece
en el cuadro que tanto la intriga. Parecía
que en esa casa no vivía nadie; la
imagen transmitía el silencio y el
misterio. Pero en el lienzo hay una figura
que no pintó el artista en el original,
que es un indicio de la verdad. El resurgir
de esta novela es muy oportuno en este momento
en el que los cuadros y las pistas que pueden
contener se han puesto de moda. La protagonista
se guía por su intuición,
que le permite percibir si algo feo o malo
se acerca; se deja llevar por la aventura
y paseándose por allí es que
se le aparecen las soluciones. También
Tommy, su esposo, aunque un poco cansado
del espíritu aventurero de su mujer,
se conduce por la intuición, por
lo que él llama "corazonadas"
y colabora para esclarecer la situación
que tanto preocupa a Tuppence. Poirot también
se guía por sus instintos pero utiliza
un método más minucioso, de
deducción más detallista,
haciendo uso de su notable materia gris,
muy ponderada por sí mismo, para
sacar información a sus sospechosos.
Las
novelas de Agatha Cristhie se han considerado
como literatura liviana, porque no transmiten
mucho más que un momento de entretenimiento.
Pero este es totalmente válido, sobre
todo porque es un trabajo honesto y no se
viste con ropas que no le pertenecen, tratando
de aparentar ser otra cosa. Aunque aparecen
crímenes y robos, cuando uno evoca
un libro de esta autora se imagina un momento
ideal en que lo lee junto a una estufa,
tomando un café con leche, mientras
afuera no deja de llover. |