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El mercader de Venecia: libro de Shakespeare y película de Radford
DURA DE ROER

por Isabel Cocorel (junio, 2006)




"¡A vos, que no escogéis por la apariencia, tendréis suerte siempre tan feliz y elección tan verdadera!", dice el mensaje en el interior del cofre de plomo que elige Bassanio (Joseph Fiennes), despreciando uno de plata y otro de oro. Al escoger el más humilde de los cofres, que en lugar de prometer grandes cosas pedía la generosidad y la valentía del que hasta él había llegado, obtiene su tan ansiado premio, la mano de la bella dama a la que pretende.

Esta es una de las historias (la transcurrida en Belmont) de El mercader de Venecia (2004) que corre paralela, aunque con muchos puntos de intersección, con la que protagonizan en Venecia un judío y un cristiano enfrentados.

La película de Michael Radford es bastante fiel a la obra de Shakespeare, más allá de algunos pequeños retoques. Antonio (Jeremy Irons) es el cristiano que pide prestado al judío Shylock (Al Pacino), tres mil ducados para dárselos a su amigo Bassanio, con el fin de que este pueda embarcarse y dirigirse a la conquista de la bella y rica Porcia (Lynn Collins), en Belmont. El préstamo se concede pero con una muy grave condición: si el dinero no es devuelto en fecha, el judío tomará una libra de carne del cuerpo del cristiano, condición que Shylock exige finalmente, al no poder Antonio cumplir a tiempo con lo pactado. Este pide clemencia pero aquel no quiere concedérsela. La intervención de una mujer será definitiva para resolver el dilema, realizándose posteriormente un muy singular juicio donde se decide la suerte de las partes involucradas.

No parece posible que el texto de Shakespeare pueda escapar de la calificación de antisemita, a diferencia del autor de quien no se puede afirmar que lo fuera. Se ha dicho que muchos hubieran preferido que esta obra no se escribiera; al menos que no lo hiciera el más grande dramaturgo de Occidente. Es incómoda de abordar, de interpretar, sobre todo por el personaje de Shylock. Pero a lo mejor la respuesta no esté en la preferencia religiosa del escritor inglés sino en cómo armaba sus obras, lo que tomaba de otros y lo que pretendía reflejar de la sociedad y del hombre, y en su conocimiento en profundidad de las costumbres venecianas.

Fue una de las primeras obras de Shakespeare estrenadas en El Globo, el teatro de su compañía, fundado entre el 1594 y 1595. El autor solía buscar en la historia, en la antigüedad, en los clásicos; en distintas narraciones y discursos para elaborar sus argumentos. Por esto, el escritor Luis Astrada Marín había considerado como uno de los antecedentes de esta obra, a una colección de cuentos escritos en latín conocida como Gesta Romanorum, que narra en forma independiente, los dos argumentos o sucesos principales. En un capítulo dice: "Habiendo tomado a préstamo un caballero cierta suma de manos de un mercader, bajo la condición de pagar con su carne el no cumplimiento, llegado el caso de exigírsele responsabilidad ante el juez... ofreció primeramente al judío pagarle su dinero..." En otro, se narra el episodio de los cofrecitos: la hija del rey de Apulia debe elegir entre tres cofres, uno de oro, otro de plata y un tercero de plomo, cada uno con una inscripción, para poder desposarse con el hijo del emperador de Roma, y hace la misma elección exitosa que Bassanio.

El primero de los argumentos contiene la parte más trágica, el segundo constituye la comedia, y la obra toda posee un tinte novelesco. En el grupo de las denominadas comedias novelescas de Shakespeare, aparecen doncellas disfrazadas de hombre para realizar proezas o para escuchar opiniones expresadas con libertad, sin ser reconocidas; se producen elecciones conyugales descifrando un enigma; tienen lugar leyes y pactos extraños; hombres y mujeres van y vienen de tierra firme al mar. Son obras de origen libresco y pertenecen, más que a Shakespeare, a su época.

En los dramas novelescos se resuelven los problemas como en los cuentos de hadas, se superan dificultades imposibles; en este caso habría que identificar en Porcia, a la bella y al Hada que ayuda a resolver los problemas y hasta juega a ser el príncipe. Ella es una mujer ideal, portadora de una poderosa inteligencia, capaz de actuar con rapidez y eficacia y dotada de una gran belleza; y además es muy joven. Si bien la discriminación hacia la mujer en la época no le permite intervenir en decisiones de justicia, se las ingenia para hacerlo y mueve los hilos del destino de los principales personajes de la historia.

Esta controversial obra a la que no se puede catalogar de alegoría teológica o a su autor de dramaturgo religioso, aunque sí de representar el antisemitismo de la época (la Venecia del siglo XVI), ha sido adaptada en varias ocasiones para el cine mudo pero muy poco para el sonoro, a diferencia de otros textos del famoso dramaturgo isabelino. El director inglés de origen hindú, Michael Radford, que ya había llevado al cine El cartero (1994) en base al libro de Skármeta sobre Pablo Neruda, y 1984 (1984), de George Orwell, se atrevió con ella y la respetó; a pesar de haber suavizado en algo la crítica al judío, haciendo hincapié en sus discursos defensivos y agregando al comienzo, una escena que en el libro sólo se puede imaginar a través del diálogo de Shylock con Antonio. En ese episodio, el cristiano lo saliva sólo por ser judío. Y al final, se le agrega una escena que no aparece en el texto original, la última con la que culmina un film un poco tedioso en su desarrollo, en la que se puede interpretar un arrepentimiento en Jessica, la hija del judío, que lo había abandonado para casarse con un cristiano.

La crítica al judaísmo a través del sorprendente Shylock (al que el famoso crítico literario judío Harold Bloom ha catalogado como "un problema permanentemente equívoco para todos nosotros") no impide los fuertes cuestionamientos que se pueden hacer al cristianismo. Si Shylock era capaz de pretender una libra de carne del cuerpo del cristiano por incumplimiento de una deuda, y por el rencor generado por las burlas recibidas y el abandono de su propia hija para irse con uno de ellos; estos son capaces de exigir la conversión al cristianismo de los judíos, desconociendo su religión y realizando a su vez un corte profundo en su espíritu.

Antonio y Bassanio desprecian a Shylock por usurero, pero recurren a él para que les preste el dinero que necesitan Y si bien Bassanio demuestra sus virtudes al escoger el cofre más pobre, el de plomo, hay que recordar que él se acerca a Porcia no sólo por su popular belleza sino por su fortuna. Realiza una operación comercial digna de un empresario de nuestros tiempos, por lo arriesgada y ambiciosa. Tanto que pone en peligro a un amigo que lo ama demasiado, de una forma que le produce una sospechosa melancolía y que tira una línea hacia el tema de la homosexualidad. En realidad el texto de Shakespeare comienza, a diferencia de la película, haciendo referencia a la inexplicable melancolía de Antonio, que es el mercader del título, aunque en el film pase un poco desapercibido.

Al parecer, todos, más allá de la religión a la que pertenezcan, tienen un poco de razón y otro tanto de error, sobre todo cuando pretendiendo ejercer un derecho propio violan el del otro.

Querer que esta obra no exista es como negar el odio, la discriminación, los prejuicios raciales y todas las miserias y calamidades del hombre, que son eternos.

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