"¡A vos, que no escogéis
por la apariencia, tendréis suerte
siempre tan feliz y elección tan
verdadera!", dice el mensaje en
el interior del cofre de plomo que elige
Bassanio (Joseph Fiennes), despreciando
uno de plata y otro de oro. Al escoger el
más humilde de los cofres, que en
lugar de prometer grandes cosas pedía
la generosidad y la valentía del
que hasta él había llegado,
obtiene su tan ansiado premio, la mano de
la bella dama a la que pretende.
Esta es
una de las historias (la transcurrida en
Belmont) de El mercader de Venecia
(2004) que corre paralela, aunque con muchos
puntos de intersección, con la que
protagonizan en Venecia un judío
y un cristiano enfrentados.
La película
de Michael Radford es bastante fiel a la
obra de Shakespeare, más allá
de algunos pequeños retoques. Antonio
(Jeremy Irons) es el cristiano que pide
prestado al judío Shylock (Al Pacino),
tres mil ducados para dárselos a
su amigo Bassanio, con el fin de que este
pueda embarcarse y dirigirse a la conquista
de la bella y rica Porcia (Lynn Collins),
en Belmont. El préstamo se concede
pero con una muy grave condición:
si el dinero no es devuelto en fecha, el
judío tomará una libra de
carne del cuerpo del cristiano, condición
que Shylock exige finalmente, al no poder
Antonio cumplir a tiempo con lo pactado.
Este pide clemencia pero aquel no quiere
concedérsela. La intervención
de una mujer será definitiva para
resolver el dilema, realizándose
posteriormente un muy singular juicio donde
se decide la suerte de las partes involucradas.
No parece
posible que el texto de Shakespeare pueda
escapar de la calificación de antisemita,
a diferencia del autor de quien no se puede
afirmar que lo fuera. Se ha dicho que muchos
hubieran preferido que esta obra no se escribiera;
al menos que no lo hiciera el más
grande dramaturgo de Occidente. Es incómoda
de abordar, de interpretar, sobre todo por
el personaje de Shylock. Pero a lo mejor
la respuesta no esté en la preferencia
religiosa del escritor inglés sino
en cómo armaba sus obras, lo que
tomaba de otros y lo que pretendía
reflejar de la sociedad y del hombre, y
en su conocimiento en profundidad de las
costumbres venecianas.
Fue una
de las primeras obras de Shakespeare estrenadas
en El Globo, el teatro de su compañía,
fundado entre el 1594 y 1595. El autor solía
buscar en la historia, en la antigüedad,
en los clásicos; en distintas narraciones
y discursos para elaborar sus argumentos.
Por esto, el escritor Luis Astrada Marín
había considerado como uno de los
antecedentes de esta obra, a una colección
de cuentos escritos en latín conocida
como Gesta Romanorum, que
narra en forma independiente, los dos argumentos
o sucesos principales. En un capítulo
dice: "Habiendo tomado a préstamo
un caballero cierta suma de manos de un
mercader, bajo la condición de pagar
con su carne el no cumplimiento, llegado
el caso de exigírsele responsabilidad
ante el juez... ofreció primeramente
al judío pagarle su dinero..."
En otro, se narra el episodio de los cofrecitos:
la hija del rey de Apulia debe elegir entre
tres cofres, uno de oro, otro de plata y
un tercero de plomo, cada uno con una inscripción,
para poder desposarse con el hijo del emperador
de Roma, y hace la misma elección
exitosa que Bassanio.
El primero
de los argumentos contiene la parte más
trágica, el segundo constituye la
comedia, y la obra toda posee un tinte novelesco.
En el grupo de las denominadas comedias
novelescas de Shakespeare, aparecen doncellas
disfrazadas de hombre para realizar proezas
o para escuchar opiniones expresadas con
libertad, sin ser reconocidas; se producen
elecciones conyugales descifrando un enigma;
tienen lugar leyes y pactos extraños;
hombres y mujeres van y vienen de tierra
firme al mar. Son obras de origen libresco
y pertenecen, más que a Shakespeare,
a su época.
En los dramas
novelescos se resuelven los problemas como
en los cuentos de hadas, se superan dificultades
imposibles; en este caso habría que
identificar en Porcia, a la bella y al Hada
que ayuda a resolver los problemas y hasta
juega a ser el príncipe. Ella es
una mujer ideal, portadora de una poderosa
inteligencia, capaz de actuar con rapidez
y eficacia y dotada de una gran belleza;
y además es muy joven. Si bien la
discriminación hacia la mujer en
la época no le permite intervenir
en decisiones de justicia, se las ingenia
para hacerlo y mueve los hilos del destino
de los principales personajes de la historia.
Esta controversial
obra a la que no se puede catalogar de alegoría
teológica o a su autor de dramaturgo
religioso, aunque sí de representar
el antisemitismo de la época (la
Venecia del siglo XVI), ha sido adaptada
en varias ocasiones para el cine mudo pero
muy poco para el sonoro, a diferencia de
otros textos del famoso dramaturgo isabelino.
El director inglés de origen hindú,
Michael Radford, que ya había llevado
al cine El cartero (1994)
en base al libro de Skármeta sobre
Pablo Neruda, y 1984 (1984),
de George Orwell, se atrevió con
ella y la respetó; a pesar de haber
suavizado en algo la crítica al judío,
haciendo hincapié en sus discursos
defensivos y agregando al comienzo, una
escena que en el libro sólo se puede
imaginar a través del diálogo
de Shylock con Antonio. En ese episodio,
el cristiano lo saliva sólo por ser
judío. Y al final, se le agrega una
escena que no aparece en el texto original,
la última con la que culmina un film
un poco tedioso en su desarrollo, en la
que se puede interpretar un arrepentimiento
en Jessica, la hija del judío, que
lo había abandonado para casarse
con un cristiano.
La crítica
al judaísmo a través del sorprendente
Shylock (al que el famoso crítico
literario judío Harold Bloom ha catalogado
como "un problema permanentemente
equívoco para todos nosotros")
no impide los fuertes cuestionamientos que
se pueden hacer al cristianismo. Si Shylock
era capaz de pretender una libra de carne
del cuerpo del cristiano por incumplimiento
de una deuda, y por el rencor generado por
las burlas recibidas y el abandono de su
propia hija para irse con uno de ellos;
estos son capaces de exigir la conversión
al cristianismo de los judíos, desconociendo
su religión y realizando a su vez
un corte profundo en su espíritu.
Antonio
y Bassanio desprecian a Shylock por usurero,
pero recurren a él para que les preste
el dinero que necesitan Y si bien Bassanio
demuestra sus virtudes al escoger el cofre
más pobre, el de plomo, hay que recordar
que él se acerca a Porcia no sólo
por su popular belleza sino por su fortuna.
Realiza una operación comercial digna
de un empresario de nuestros tiempos, por
lo arriesgada y ambiciosa. Tanto que pone
en peligro a un amigo que lo ama demasiado,
de una forma que le produce una sospechosa
melancolía y que tira una línea
hacia el tema de la homosexualidad. En realidad
el texto de Shakespeare comienza, a diferencia
de la película, haciendo referencia
a la inexplicable melancolía de Antonio,
que es el mercader del título, aunque
en el film pase un poco desapercibido.
Al parecer,
todos, más allá de la religión
a la que pertenezcan, tienen un poco de
razón y otro tanto de error, sobre
todo cuando pretendiendo ejercer un derecho
propio violan el del otro.
Querer
que esta obra no exista es como negar el
odio, la discriminación, los prejuicios
raciales y todas las miserias y calamidades
del hombre, que son eternos. |