
Título original: Crash
País y año de producción:
Alemania / Estados Unidos, 2004
Dirección: Paul
Haggis
Guión: Robert
Moresco, Paul Haggis, sobre historia del
último
Con: Don Cheadle, Matt
Dillon, Thandie Newton, Ryan Phillippe,
Larenz Tate
Duración: 113
minutos
Calificación:
No determinada, a la fecha de estreno
(en Argentina: No apta para menores de
16 años)
Género: Drama
Sitio Web: http://www.crashfilm.com/
Reseña argumental: En
el mismo estilo de otros estupendos films
corales, como Reencuentro
(1983) y Grand Canyon: El corazón
de la ciudad (ambas dirigidas
por Lawrence Kasdan), Ciudad de
Ángeles (1993) de Robert
Altman, y Magnolia (1999)
de Paul Thomas Anderson, este drama intenta
reflejar la vida contemporánea
de la ciudad de Los Ángeles, a
través de sucesos que se dan durante
48 horas y que vinculan a personajes de
distintos orígenes, y temas como
la moral, las relaciones familiares y
muy especialmente el prejuicio racial.
En el elenco de esta elogiada película
del canadiense Paul Haggis (guionista
de la oscarizada Million Dollar
Baby) figuran actores desconocidos,
con otros mucho más famosos.
Haggis también escribió
y dirigió para la recordada serie
televisiva Treinta y pico.
Curiosidades:
Durante el rodaje de esta Vidas
privadas, su ópera prima,
Paul Haggis tuvo un serio ataque al corazón
aunque no dejó que nadie tomara
las riendas detrás de cámaras,
volviendo a trabajar quince días
después en su obra, a la que considera
como "muy personal".
VIENTOS DE CAMBIO
Las historias entrecruzadas
siempre han sido atractivas aunque no
siempre frecuentes en el cine. Son apuestas
riesgosas, donde hay que saber manejar
numerosos personajes y tener a la vez
un buen pulso como para que no decaiga
la narración y por ende el interés
del espectador. Llevan su tiempo, por
otro lado. A veces el centro del asunto
se vueca lisa y llanamente hacia los distintos
comportamientos de los individuos, los
temas que a través de ellos se
abordan o, como en este caso, la preocupación
de un artista por dejar en claro un solo
tema.
Los Ángeles, el lugar donde transcurre
la acción de esta Vidas
cruzadas, es un claro representante
de la actual sociedad occidental, globalizada,
acelerada y bastante liberal, que siempre
se da el lujo de criticar y hasta ironizar
con total derecho sobre costumbres orientales,
pero que prácticamente permite,
de este lado del globo y sin poner en
tela de juicio, determinadas cosas tildadas
de fashion, cool o audaces;
está todo bien y al parecer todos
tienen derecho a todo, en otras palabras.
Los personajes de esta película
respiran ese aire enfermizo, mientras
Paul Haggis sale al cruce con un asunto
delicado y que hoy día parece cosa
del pasado, por un lado, y algo muy delicado
por otro: el prejuicio racial. Y se encarga
de matizarlo de diversas maneras, motivando
e inquietando al espectador para que luego
saque sus propias conclusiones, sin olvidar
esas vueltas de la vida que para alguien
más escéptico pueden resultar
aquí demasiado casuales.
Vidas
cruzadas no inventa nada nuevo;
tan solo recicla un esquema que va mucho
más allá de lo que se ve
en pantalla, aquel de seres humanos comunes,
"normales", que ante determinados
eventos reaccionan, exhibiendo un perfil
escondido que ni ellos mismos pensaron
que tenían.
Al final de cuentas, no hay buenos ni
malos, sino grandes cambios, que se dan
a través de concientizaciones,
de golpes necesarios, de actos reflexivos,
de diálogos y acercamientos en
lugar de estallidos de ira que nada aportan
(no más que un momentáneo
desahogo), de autocríticas en un
momento impensadas, de desafíos
a la integridad y honestidad, a un costado
humano imprescindible que derribe apariencias
y cuidados de imagen en una gran ciudad
que parece alienarlo todo.
Aquí hay muchos dilemas, temores
e inseguridades, que no se esconden sino
que más bien son activados desde
detrás de las fachadas. Un detective
(Don Cheadle) al que le esperan varias
(más bien desagradables) sorpresas
en lo que parece ser un caso más
de asesinato; dos ladrones de autos que
discuten (no nos cansamos de decir que
Larenz Tate es un brillante actor; merece
mucho más reconocimiento), más
bien explícitamente, sobre el tema
del racismo (es inevitable pensar en la
calidad con la que Spike Lee había
tratado el tema en Haz lo correcto);
una coqueta esposa (Sandra Bullock, sorprendente)
que admitirá cosas inimaginables;
un policía novato (Ryan Phillippe)
que verá pasar mucha cosa ante
sus ojos y que se debate entre sus nervios
y lo que realmente debería hacer...;
Haggis no se mete tanto en discursos sino
que deja que las situaciones hablen por
sí solas, a veces con ausencia
de sonido para reforzar, gestos mediante,
alguno de los momentos más impresionantes
del film, como el
del cerrajero mexicano, su pequeña
hija y el dueño iraní de
un negocio que sale a buscarlo armado
por un supuesto malentendido.
Un caso aparte es el de otro policía
(Matt Dillon, otro de los grandes actores
al que suele verse cada tanto) que cuida
a su padre enfermo pero a la vez esconde
un racismo que saca a relucir cuando detiene
a una pareja de morenos de buena posición
(Terrence Howard y la aquí excelente
Thandie Newton), que tienen una discusión
aparte y que despierta otra veta de la
película: el gran dilema de salvar
el honor de una mujer ante un caso de
alto riesgo y que puede costarle la vida
al propio marido.
En la subjetividad del espectador estará
el concepto de las distintas metamorfosis
en cuanto a si el aquí humor esporádico
es en realidad (o no) un producto de los
nervios, y si se aprendió la lección
por parte de algunos personajes, o bien
si directamente estos últimos pasaron
de ser desgraciados inconscientes a verdaderos
héroes.