
                                        Título original: Lord 
                                        of War
                                        País y año de producción: 
                                        Estados Unidos / Francia, 2005
                                        Dirección: Andrew 
                                        Niccol
                                        Guión: Andrew 
                                        Niccol
                                        Con: Nicolas Cage, Ethan 
                                        Hawke, Bridget Moynahan, Jared Leto, Shake 
                                        Tukhmanyan
                                        Duración: 122 
                                        minutos
                                        Calificación: 
                                        No apta para menores de 9 años
                                        Género: Acción 
                                        / Thriller
                                        Sitio Web: http://www.lordofwarthemovie.com/
                                        
                                        
                                        Reseña argumental: 
                                        El Señor de la Guerra 
                                        sigue los pasos del traficante de armas 
                                        Yuri Orlov (Nicolas Cage) quien, inmerso 
                                        en los escenarios bélicos más 
                                        calientes, trata por todos los medios 
                                        de eludir los embates de un infatigable 
                                        agente de INTERPOL (Ethan Hawke), de sus 
                                        competidores en el negocio, e incluso 
                                        de algunos de sus clientes, entre los 
                                        cuales se cuentan varios de los dictadores 
                                        más sangrientos. Aunque, más 
                                        que con ellos, Yuri debe enfrentarse con 
                                        el adversario más poderoso de todos: 
                                        su propia conciencia.
                                      El director neocelandés Andrew 
                                        Niccol había dirigido Gattaca: 
                                        Experimento genético (1997) 
                                        y S1m0ne (2002). También 
                                        estuvo en los libretos de The 
                                        Truman Show (Peter Weir, 1998) 
                                        y La terminal (Steven 
                                        Spielberg, 2004).
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        DE LOS MALES QUE PREVALECEN
                                        
                                        
                                        Un ucraniano (Nicolas Cage) llega a Brooklyn 
                                        junto a su familia y de a poco va convirtiéndose 
                                        en un poderoso traficante de armas. La 
                                        película va recorriendo en etapas 
                                        toda su actividad, a lo largo de casi 
                                        30 años, y con el propio protagonista 
                                        contándole al espectador todas 
                                        sus peripecias. Entre sus enemigos más 
                                        peligrosos figuran un agente de la INTERPOL 
                                        (Ethan Hawke) y un dictador africano con 
                                        el cual no solo hace negocios sino que 
                                        también va a ser factor desencadenante 
                                        en aspectos relacionados con su familia 
                                        y especialmente con su propio destino.
                                      Si bien El señor de la 
                                        guerra (2005) sigue al protagonista 
                                        por varios países, mostrando las 
                                        idas y venidas de su trabajo, encuentra 
                                        en sus constantes reflexiones uno de los 
                                        puntos más álgidos. Su labor 
                                        es ilegal pero a la vez se cuestiona si 
                                        lo que está haciendo está 
                                        bien o no. Más allá de lo 
                                        que pueda pasar posteriormente a la venta 
                                        de armas, él se encarga de hacer 
                                        su negocio y listo. Y no debería 
                                        sorprenderse si le vende a dos bandos 
                                        enemigos o a uno que luego termina asesinando 
                                        a los de su propio grupo. No puede responsabilizarse 
                                        por eso, aunque tampoco quiere enfrentarlo. 
                                        Sin embargo algunas experiencias lo harán 
                                        replantearse ciertas cosas en las que 
                                        antes no reparaba; de una familia judía 
                                        fiel a sus costumbres pasa a un contexto 
                                        donde el dinero no conoce patriotismos 
                                        ni moral alguna.
                                      Aquí el director neocelandés 
                                        Andrew Niccol nos muestra a un personaje 
                                        que en realidad está más 
                                        cerca de ser un buen señor que 
                                        un absoluto villano, a alguien que mira 
                                        los conflictos bélicos más 
                                        bien desde la tribuna y que no se considera 
                                        una personificación del mal. Este 
                                        traficante se va haciendo solo y peleándola 
                                        desde abajo, sin venir de poderosas familias 
                                        que le abran el camino. Ese origen humilde 
                                        es el que a veces lo confunde en medio 
                                        de tanta riqueza y poder, y también 
                                        el que lo lleva a ser tildado de ingenuo 
                                        por sujetos que son realmente de temer. 
                                        Su visión de hombre común 
                                        deriva en esporádicos cuestionamientos 
                                        hacia los contextos en los que se mueve, 
                                        respecto a su propia persona, y a partir 
                                        de críticas de seres queridos, 
                                        quienes a pesar de haber mejorado materialmente 
                                        siguen sin ser del todo felices y hasta 
                                        tratan de que el protagonista recapacite. 
                                        Y a veces obtienen respuestas bastantes 
                                        sensatas: habría que preocuparse 
                                        por actividades que son consideradas legales 
                                        y que matan mucha más gente que 
                                        la guerra, como las de las compañías 
                                        tabacaleras (por ahí pudo haber 
                                        dicho que la industria que más 
                                        dinero hace no es la de las armas sino 
                                        la de los medicamentos).
                                      Conviene aclarar que esta película 
                                        fue escrita, dirigida y coproducida por 
                                        Niccol, lo que garantiza bastante independencia 
                                        respecto a lo que pudo haber sido una 
                                        visión bajo la lupa de una trasnacional 
                                        hollywoodense (de hecho ninguna aportó 
                                        dinero para la filmación, por el 
                                        tema que trata la película), donde 
                                        el realizador muchas veces dirige guiones 
                                        intervenidos y sin derecho a un corte 
                                        final propio. Claro que el precio a pagar 
                                        por los "beneficios" citados 
                                        puede ser una distribución limitada 
                                        o incluso un estreno marginal que termina 
                                        teniendo más repercusión 
                                        cuando se edita en DVD o se exhibe en 
                                        la televisión para abonados.
                                      El señor de la guerra 
                                        al menos es mucho más honesta que 
                                        recientes trabajos como Syriana 
                                        (Stephen Gaghan, 2005), más libre 
                                        de caricaturas y no tan jugada al típico 
                                        thriller que se concentra más en 
                                        las acciones de la trama que en trabajar 
                                        conceptos vinculados a temas tan importantes 
                                        como delicados, esto es cuando no se intenta 
                                        pasar gato por liebre llamando la atención 
                                        con hechos y no con reflexiones capaces 
                                        de abrir un poco más la cabeza, 
                                        más allá del modelo de comunicación, 
                                        del criterio de selección y manejo 
                                        de noticias empleado, a modo de ejemplo, 
                                        por algunas de las grandes (y famosas) 
                                        cadenas periodísticas.
                                      Niccol apostó por un ejercicio 
                                        de ficción basado en hechos reales 
                                        y, tal cual puede apreciarse en los créditos 
                                        finales, con algunas investigaciones (y 
                                        asesoramientos a cargo de verdaderos traficantes, 
                                        no acreditados...) de por medio que lo 
                                        llevaron incluso a agradecer a algunas 
                                        autoridades africanas que, sin embargo, 
                                        pidieron que se aclare que no tienen nada 
                                        que ver con los conceptos vertidos en 
                                        la película. Por otro lado tuvo 
                                        que advertirle a la OTAN que las filmaciones 
                                        de unos tanques que se ven alineados eran 
                                        para una (su) película, ya que 
                                        las imágenes satelitales que se 
                                        captaron podrían dar a entender 
                                        otra cosa...
                                      El señor de la guerra 
                                        es una obra que trata de acercarse lo 
                                        más posible a la realidad, con 
                                        un tono bastante trágico desde 
                                        el vamos (alcanza con ver el destino que 
                                        lleva la bala fabricada que abre la película) 
                                        y que hasta culmina acertadamente su metraje 
                                        con un irónico mensaje: los cinco 
                                        países líderes en tráfico 
                                        de armas son los que actualmente integran 
                                        el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.