
                                        Título original: The Illusionist
                                        País y año de producción: 
                                        Estados Unidos / República Checa, 
                                        2006 
                                        Dirección: Neil 
                                        Burger
                                        Guión: NB, basado 
                                        en el cuento corto de Steven Millhauser
                                        Con: Edward Norton, Paul 
                                        Giamatti, Jessica Biel, Rufus Sewell, 
                                        Eddie Marsan
                                        Duración: 110 
                                        minutos
                                        Calificación: 
                                        No apta para menores de 9 años
                                        Género: Drama 
                                        / Misterio / Romance / Thriller
                                        Sitio Web: http://www.theillusionist.com/
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        Reseña argumental: La 
                                        película narra la historia de un 
                                        mago (Edward Norton) que utiliza sus habilidades 
                                        para conquistar a Sophie von Teschen (Jessica 
                                        Biel) que es la prometida de un príncipe, 
                                        desestabilizando, de esa manera, la corona 
                                        de Viena.
                                      
                                       ACTOR... Y MAGO
                                        
                                        
                                        Esta película se estrenó 
                                        después de El gran truco 
                                        (2006), aquí en Uruguay, pero en 
                                        Estados Unidos se proyectó semanas 
                                        antes del film de Christopher Nolan. También 
                                        toma lugar en Europa (Viena, en lugar 
                                        de Londres) a fines del siglo XIX y se 
                                        basa en una obra literaria, esta vez en 
                                        un cuento corto de Steven Millhauser. 
                                        Pero son dos películas absolutamente 
                                        distintas. Mientras la de Nolan desmenuzaba 
                                        la magia, bajaba los cables a tierra para 
                                        mostrarnos la íntima confrontación 
                                        entre dos ilusionistas (delante y detrás 
                                        del telón), y la propia narración 
                                        en sí nos revelaba un truco tras 
                                        otro (entre los personajes y el propio 
                                        realizador dirigiendo) aquí se 
                                        opta por mantener una gran cuota de intriga, 
                                        sin revelar secretos, y donde el espectador 
                                        en cierta forma también es parte 
                                        de un gran acto en el que no se sabe realmente 
                                        si los impresionantes trucos de ese ilusionista 
                                        (Edward Norton, que fue preparado por 
                                        un mago para hacer él mismo los 
                                        actos durante la película) son 
                                        secretos muy bien guardados o directamente 
                                        producto de ciertos poderes sobrenaturales 
                                        que él tiene y que quizás 
                                        había adquirido durante sus viajes 
                                        por países orientales.
                                        
                                        
                                        El figura del mago se basa vagamente en 
                                        uno que existió en la vida real 
                                        y que fue asesinado por los nazis en la 
                                        década del ´30 (Erik Jan 
                                        Hanussen), mientras que la del hijo del 
                                        Emperador austríaco Franz Josef 
                                        (interpretado por Rufus Sewell) simplemente 
                                        opera como referencia a un misterioso 
                                        hecho histórico, donde tanto él 
                                        como su prometida (aquí Jessica 
                                        Biel) habían sido encontrado muertos. 
                                        Pero el cuento y la película tan 
                                        solo se valen de sus figuras para crear 
                                        una ficción, esa misma que ejecutara 
                                        el otra vez indirectamente evocado Robert-Houdin 
                                        (realmente asombrosa) y que se llamó 
                                        "El árbol de naranjas". 
                                        
                                        
                                        
                                        Pero hay algo más valioso aún 
                                        en la película y es que no se usaron 
                                        imágenes generadas por computadora 
                                        para los actos; el propio Norton se preparó 
                                        y practicó intensamente para hacer 
                                        él mismo todo. Quizás este 
                                        papel ha sido uno de los mejores que ha 
                                        hecho en su carrera, debido a que no tuvo 
                                        que gestualizar tanto (en realidad no 
                                        tiene mucha expresividad en su rostro) 
                                        ante un contexto donde las malas noticias, 
                                        la constante persecusión de parte 
                                        de las autoridades, la desconfianza de 
                                        los residentes de la época y, hasta 
                                        la propia monarquía (en alianza 
                                        con la policía) estaban en su contra 
                                        (por celos y por otros intereses). Esa 
                                        seriedad a veces se neutralizaba con el 
                                        verdadero objetivo que perseguía 
                                        (El ilusionista es también 
                                        la historia de un romance) y especialmente 
                                        por la comprensión del Inspector, 
                                        interpretado notablemente por Paul Giamatti, 
                                        que con su propia actuación también 
                                        se roba por momentos el film, quedando 
                                        en medio de un dilema: servir al hijo 
                                        del Emperador para obtener un prestigioso 
                                        cargo a corto plazo, o mantenerse en su 
                                        ética y decir todo lo que estaba 
                                        pasando. 
                                        
                                        
                                        El director Neil Burger también 
                                        intenta sorprender al espectador con una 
                                        vuelta de tuerca en el final, aunque lo 
                                        hace con detalles que él mismo 
                                        revela y que no los muestra durante la 
                                        película (cosa que sí hacía 
                                        Shyamalan en El sexto sentido, 
                                        por ejemplo y sin ir más lejos), 
                                        lo que resta bastante impacto al asunto. 
                                        De todas maneras El ilusionista 
                                        (2006) cumple con su objetivo de fascinar 
                                        y deslumbrar con su espectacularidad (como 
                                        El gran truco) y sobre 
                                        todo con ese misterio que siempre ha inquietado 
                                        a todo aquel seguidor y amante de la magia, 
                                        sin faltarle el respeto, y que por momentos 
                                        hace algún guiño hacia lo 
                                        sobrenatural (una anécdota al principio 
                                        y en realidad durante casi toda la película). 
                                        Esto tampoco es Harry Potter.