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ACNÉ


Título original
: Acné
País y año de producción: Argentina / España / México / Uruguay, 2008
Dirección: Federico Veiroj
Guión: Federico Veiroj
Con: Alejandro Tocar, Yoel Bercovici, Igal Label, Gustavo Melnik, Julia Catalá
Duración: 90 minutos
Calificación: No apta para menores de 9 años
Género: Comedia / Drama
Sitio Web: http://www.controlzfilms.com/





Reseña argumental
: Rafael Bregman es un adolescente en los años noventa. Su acné lo vuelve inseguro, tímido, y se siente poco atractivo a la hora de encarar a las chicas. Como todo adolescente que atraviesa el más o menos difícil trance de ver cómo cambia su cuerpo y cómo despiertan sus hormonas, Rafa está concentrado en su iniciación sexual. Y eso ocupa buena parte de sus pensamientos. No tanto por una urgencia personal, como porque "todo el mundo quiere", como le manifiesta su hermano mayor que lo incita a tener su primera experiencia sexual. Pero el sexo -siempre más fácil de conseguir- no es lo mismo que el amor.

NADAR SOLO


Que la película gire en el entorno de un colegio judío no tendría que hacer sentir como un extraterrestre a aquel espectador que no pertenezca a dicha colectividad, porque las situaciones que presenta Acné (2008) son comunes a otras colectividades y liceos. Por ende, la etapa adolescente que vivió el director Federico Veiroj en los ´90 tampoco tendría que hacernos sentir extraños ante una edad por donde todos pasamos varias cosas parecidas aunque fuera en épocas distintas. Y por tanto en esas viejas barras de amigos podemos encontrar cosas en común con lo que aquí vive este grupo de adolescentes. Obviamente, las situaciones, el entorno y sobre todo el poder adquisitivo y las comodidades a mano no eran las mismas en todos lados aunque siempre se hacía lo que estuviera al alcance como para llegar a alguna meta determinada.


La del protagonista de Acné coincide con la curiosidad, con la intriga de saber qué hay más allá del sexo por dinero, y más cuando se enamora de una compañera de clase a la que le cuesta acercarse, básicamente por su timidez y el acné, claro, que lo hace sentir menos atractivo para con el sexo opuesto. Ahí es cuando el director Veiroj comienza a moldear, más que un contexto, un personaje en función de los demás, en su relacionamiento, en la economía de diálogos que se apoya en imágenes que hablan por sí solas y ni qué hablar en la actuación de Alejandro Tocar, en cuyo papel se reflejan problemas típicos que si bien son escondidos por una inexpresividad intencional que solo se reserva para momentos a solas (el joven rebobinando una y otra vez el videocassette del Bar Mitzvah, donde baila con su amor casi imposible por escasos segundos), el realizador a la vez los deja traslucir muy implícitamente desde dentro de su personaje principal.


En un momento el tono de comedia y hasta de humor negro, que incluso se adueña de temas tan importantes como el del Holocausto Judío, cae abruptamente en un fragmento donde una profesora le pregunta al joven Rafael a qué se dedican sus padres. "No tengo", le contesta. Ahí, y siendo conscientes de que no hay que ser todo un profesional para darse cuenta, la falta de atención y sobre todo de comunicación entre la familia (con padres separados) también se hace sentir, con la madre más concentrada en las relaciones sociales y el padre en sus negocios, sin mostrar tanta preocupación por ese hijo que si bien tiene su mundo aparte también está atravesando por una etapa típica muy difícil, donde una simple conversación o acercamiento pueden hacer la diferencia y por ende que las cosas sean un poco menos complicadas y más seguras.


Pero ese dolor escondido se ve neutralizado por otras preocupaciones quizás más importantes para él. Como en otros largos de la productora uruguaya Control Z, el humor en sí se anota unos cuantos puntos a favor, del mismo modo que esos "uruguayismos" típicos, esos códigos que declaran abiertamente un gusto, y muy acertado en su conformación, por lo popular, por ciertas costumbres tradicionales, como en 25 Watts (Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll, 2001). ¿Cómo no sentir nostalgia por el Porongos de Flores cuando jugaba torneos de la AUF o al escuchar "Carrie" de Europe bailando música lenta? La escena de la espera en el prostíbulo está entre lo mejor de la película; de ese plano fijo, sin diálogos y que dura unos cuantos segundos se podría hacer hasta un cortometraje.


Lo único que le hace bajar algún escalón a la película es la insistencia, por momentos obsesiva, que el protagonista tiene con el tema del sexo y que de paso hacen presa al propio director de no haber restado algunos minutos a ese tipo de situaciones (por momentos sobreentendidas) y volcarlas a otras cosas que también podían haber interesado y que aquí se tocan como a la pasada. Pero para ser una ópera prima el resultado es por demás interesante, porque como en La perrera (Manuel Nieto, 2005), otra producción de Control Z, se apuesta por un cine auténtico, honesto y personal, que tendrá sus defectos y virtudes pero que no prefabrica nada.


Alejandro Yamgotchian


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