
Título original: Juno
País y año de producción:
Canadá / Estados Unidos / Hungría,
2007
Dirección: Jason
Reitman
Guión: Diablo
Cody
Con: Ellen Page, Michael
Cera, Jennifer Garner, Jason Bateman,
Allison Janney
Duración: 96 minutos
Calificación:
No determinada a la fecha de preestreno
(en USA: No apta para menores de 13)
Género: Comedia
/ Drama / Romance
Sitio Web: http://www.foxsearchlight.com/juno
Reseña argumental:
Juno es una adolescente de Minnesota,
aguda como un puñal y que vive
de acuerdo con sus propias reglas. Una
tarde típicamente aburrida se transforma
en algo exactamente opuesto cuando Juno
decide mantener relaciones sexuales con
el encantadoramente sencillo Bleeker (Michael
Cera). Enfrentándose a un embarazo
imprevisto, ella y su mejor amiga Leah
(Olivia Thirlby) urden un plan para encontrarle
al bebé la perfecta pareja de padres.
Fijan su mirada en Mark y Vanessa Loring
(Jason Bateman y Jennifer Garner), una
acomodada pareja de las afueras que desean
adoptar a su primer hijo. Por suerte,
Juno goza del apoyo de su padre y su madrastra
(J.K. Simmons y Allison Janney). A medida
que Juno se acerca más y más
a la salida de cuentas, la idílica
vida de Mark y Vanessa comienza a dar
señales de estar agrietándose.
Mientras va pasando el tiempo, los cambios
físicos de Juno reflejan su crecimiento
personal. Con un intrépido intelecto
muy alejado de la habitual angustia adolescente,
Juno resuelve sus problemas de frente,
exhibiendo una juvenil exhuberancia tan
aguda como inesperada.
El joven director canadiense Jason Reitman
(hijo del conocido realizador de comedias
Ivan Reitman) había dirigido Gracias
por fumar (2005).
UNA
TRAVESTI EMBARAZADA
La magia de Hollywood nunca es
tan mágica como cuando llega la
temporada de los premios Oscars. Se desenfundan
las películas importantes para
los adultos, con tópicos importantes.
La gente que gana los premios por esos
films tiene que tener una historia que
contar. Si es importante, mejor. La historia
de Juno (la película)
es la de una chica embarazada que decide
no abortar y dar el bebé en adopción
a una pareja que no puede concebir. Tópico
moralmente importante. La historia de
Juno es también
la de Ellen Page, la actriz canadiense
que la interpreta, parloteando durante
todo el film y maldiciendo en varios idiomas
con enorme precisión pero con mucho
encanto. O magia. Pero la historia más
mágica de todas es la de Diablo
Cody, la guionista de Juno.
Ella es la que insufla todo este asunto
con enormes cantidades de moralidades,
dobles o de cualquier otro tipo, y con
una historia (la personal, no la de la
película) tan mágica, que
es casi imposible no darle el Oscar el
domingo próximo.
A estas alturas cualquier cibernauta
cinéfilo, fanático de E!
o consumista de revistas de espectáculo,
sabe quien es Diablo Cody. La maquinaria
de promoción se ha encargado de
que así sea. Es un seudónimo,
desde luego. Pero para el resto de los
mortales, ahí está: la historia
más increíble es la de esta
ex stripper, ex telefonista de
una hot line, ex (o casi) escritora
de bloggs sobre strippers
(de ahí el seudónimo...
por no haber ido a Harvard), y que ahora
parece despacharse con una de las mejores
películas del año. ¿Suficiente
o continuamos perpetuando la "magia"?
De hecho, la magia ya está hecha:
Spielberg la reclutó como guionista
de una nueva miniserie televisiva protagonizada
por Toni Collette.
Resulta que sí encontré
cierto encanto (o encantamiento) en funcionamiento,
aquel publicitado o no, aquel que nos
habla de esa liberalidad que Hollywood
se endosa (pro embarazo, no al aborto)
y que de vez en cuando, como aquí,
funciona. Pero la magia no se encuentra
en las intenciones de los personajes,
ni en las decisiones del director (Jason
Reitman) sobre los actores, ni en cómo
los actores personifican estas intenciones.
Todo está en lo que se dice: en
las viejas y confiables palabras, aquellas
con que el guionista Joe Gillis (William
Holden) en El ocaso de una vida
(Sunset Blvd., 1950) afirmaba: "El
público no sabe que alguien se
sienta y escribe las películas;
piensan que a los actores se les va ocurriendo
todo".
No es así. Ciertamente la pluma
de una blogger necesita espesor para rozar
la genialidad del gran Billy Wilder, pero
más interesante es el hecho de
estar ante el resurgimiento de la comedia
de enredos y situaciones, aquella con
destreza en el diálogo. En particular,
yo tuve la sensación de estar inmerso
en una de las comedias del Hollywood de
los treinta. Un ejemplo de esto es la
hilarante secuencia de la cena en Caballero
sin espada (Mr. Smith Goes to
Washington. Frank Capra, 1939) en donde
los hijos del gobernador lo convencen
de postular a Jimmy Stewart para el cargo
vacante. Los hijos son siete u ocho, y
no sobrepasan los diez años de
edad.
Juno también nos convence por
su seguridad a pesar de rozar los dieciséis,
pero hay algo alarmante en esa manía
por dibujar a los niños y adolescentes
como pequeñas personitas (pienso
en toda la carrera de Shirley Temple)
que han adquirido el sarcasmo verbal a
modo de mecanismo de defensa, o sencillamente
para demostrar su inteligencia o su encanto:
un artífice que la industria parece
seguir perpetuando. Sé que en mi
punto hay un bagaje de inconmensurable
sexismo: ¿valdría el cuestionamiento
si estuviésemos hablando de un
varón de dieciséis años
con toda su sagacidad cerebral y su rapidez
verbal?
Con Woody Allen relegado al olvido (forzoso)
de los años ochenta, Hollywood
se enamora al instante de cualquier destreza
con la pluma. Y es que al comparar este
film con, por ejemplo, Funny Ha
Ha (Andrew Bujalski, 2002), otra
película reciente abarrotada de
adolescentes estadounidenses confusos
con un lenguaje de letrina, el léxico
en Juno parece Dostoievsky.
Mientras que el director y guionista Bujalski
inserta cada tres palabras un "Yeah"
o un "Thank You" o un "Ahaa..."
como forma de aproximarse a una realidad
filmada más (valga la redundancia)
real, Cody escribe construcciones gramaticales
tan complejas y extensas, que el efecto
final es el distanciamiento: unos actores
recitando un diálogo. Desde luego
hay una profusión de palabras (algunas
en castellano), obscenidades varias y
referencias culturales que actualizan
el asunto, pero si obviamos una anécdota
por demás previsible, el efecto
final es el mismo que en una comedia de
otrora: como una travesti, actualizada
para no quedar muy acartonada.
El punto es que la idea de tener en pantalla
a una adolescente casi completamente decidida
y con un lenguaje irritante, nos posiciona
en una bifurcación: o se compra
toda la película de primera, o
se rechaza en el mismo instante. Si es
la primera opción, entonces la
magia funciona y el encantamiento no se
rompe. Un sortilegio en un mundo de encanto:
el de la independencia tan cara a los
adolescentes, la explosión hormonal,
la comida basura, el rock como forma de
catarsis (no exclusivo de los adolescentes),
las responsabilidades o las opciones al
revolcarse con quien se quiera. En realidad,
la instancia del debate sobre el aborto
es abortada en la secuencia de la clínica
con tono de burla, y de ahí en
más no debería asombrarnos
que en esta fantasía los adultos
sean los despistados, aún cuando
vuelvan a la realidad demasiado pronto
(el único aborto argumental es
el romance con el padre adoptivo).
Reitman, quien hiciera la moderada Gracias
por fumar (2006), es suficientemente
inteligente para dejar que todo el material
fluya, agregando algún toque naíf
por aquí (cada vez que se nos pide
que lloremos) y algo de garra dramática
por allá (la secuencia de la ecografía,
el baile en el sótano, casi todo
el final). Hay ideas cinemáticas
mínimas, específicamente
las que nos hablan de un ciclo circular
(las estaciones, los movimientos de los
atletas, las canciones), aquel que ubica
a los personajes una y otra vez en los
puntos de partida y llegada. Pero en realidad,
ese es un truco con doble filo: nos habla
de lo cíclico en la vida de los
personajes y de lo encausado en el discurrir
del film. Pensándolo bien, hay
un tercer truco: el movimiento circular
de Hollywood, aquel que recicla y perpetúa
los valores morales y éticos sin
cuestionamiento, a través de travestidos
como esta comedia. Un encanto de travesti,
pero al menos uno con la boca muy grande.