
                                        Título original: Piranha
                                        País y año de producción: 
                                        Estados Unidos, 2010
                                        Dirección: Alexandre 
                                        Aja
                                        Guión: Pete Goldfinger, 
                                        Josh Stolberg, Chuck Russell (no acreditado), 
                                        basado en los caracteres creados por John 
                                        Sayles para Piraña (Joe Dante, 
                                        1978)
                                        Con: Richard Dreyfuss, 
                                        Ving Rhames, Elisabeth Shue, Christopher 
                                        Lloyd, Eli Roth 
                                        Duración: 88 minutos
                                        Calificación: 
                                        No apta para menores de 15 años
                                        Género: Comedia 
                                        / Gore / Mayhem / Terror
                                        Sitio Web: http://piranha-3d.com/
                                        
                                        
                                        
                                        
                                        Reseña argumental: Tras 
                                        una serie de temblores submarinos, se 
                                        han liberado unos peces prehistóricos 
                                        devora-hombres en el Lago Victoria, conocidos 
                                        como Pirañas. Allí, un grupo 
                                        de personas deberá unir sus fuerzas 
                                        para sobrevivir a estas criaturas.
                                      El director francés Alexandre 
                                        Aja había hecho Furia 
                                        (1999, ciencia ficción sobre cuento 
                                        de Cortázar, con Marion Cotillard) 
                                        y Alta tensión 
                                        (2003) - ninguna llegó a estrenarse 
                                        en cines uruguayos -, además de 
                                        la remake de La pandilla abominable 
                                        (El despertar del diablo, 
                                        2006).
                                        
                                        
                                        
 
                                     
                                      
                                      PESCADO RABIOSO
                                        
                                        
                                        Después de ver esta remake de la 
                                        película homónima de Joe 
                                        Dante (hecha en 1978), era lógico 
                                        que grandes directores como James Cameron 
                                        no aceptaran siquiera un cameo; vaya uno 
                                        a saber si ya sabía cómo 
                                        venía la mano (como Chuck Russell, 
                                        que al final no aceptó dirigirla) 
                                        o directamente la excusa de que tenía 
                                        compromisos laborales era cierta. Ese 
                                        mismo Cameron, claro está, había 
                                        debutado en la dirección con Piraña 
                                        2: Asesinos voladores (1981), 
                                        junto al egipcio Ovidio Assonitis, si 
                                        es que podría decirse así, 
                                        lo de debut, ya que en el cuarto de montaje 
                                        no primó lo hecho por Cameron y 
                                        por ende el resultado final no fue lo 
                                        que se esperaba; de hecho Cameron la odia 
                                        y no la pone como su primera película; 
                                        para él la primera sigue siendo 
                                        Terminator (1984).
                                        
                                        
                                        Luego de remakes para televisión 
                                        (1995) y monstruos groseros computarizados, 
                                        también hechos para la televisión 
                                        (Megapiraña, 2010), 
                                        llega esta otra nueva versión pero 
                                        para cine de Piraña, 
                                        dirigida por el francés Alexandre 
                                        Aja, que ya venía de hacer versiones 
                                        para buenos films del género, como 
                                        La pandilla abominable 
                                        (Wes Craven, 1977) y El otro lado 
                                        del espejo (Kim Seong- ho, 2003), 
                                        sin olvidar sus dos primeras e interesantes 
                                        películas (Furia 
                                        y Alta tensión).
                                        
                                        
                                        A diferencia de la original, producida 
                                        por Roger Corman y hecha con poco más 
                                        de medio millón de dólares, 
                                        esta remake de Aja requirió 24 
                                        millones aunque recaudó lo suficiente 
                                        como para que se produzca una secuela. 
                                        Y se podría definir de dos maneras: 
                                        una nueva versión que sube a la 
                                        enésima potencia los principales 
                                        ingredientes de su predecesora, o una 
                                        película que tiene todos los ingredientes 
                                        de las producciones Troma pero cuyo humor 
                                        bizarro brilla por su ausencia. 
                                        
                                        
                                        Para empezar, no hay libreto alguno; el 
                                        montaje lleva al espectador de ruidosas 
                                        celebraciones a ataques cada vez más 
                                        salvajes, para luego volver a personajes 
                                        apáticos y que no aportan absolutamente 
                                        nada, por más caricaturescos y 
                                        simpáticos que se los quiera hacer 
                                        (como el de Christopher Lloyd), a diferencia 
                                        de la original donde el guionista John 
                                        Sayles demostraba que Piraña 
                                        era algo más que una simple emulación 
                                        de Tiburón (Steven 
                                        Spielberg, 1975), con una historia bastante 
                                        solvente para el género y situaciones 
                                        un poco más inteligentes, jugando 
                                        con un humor de comedia, irónico 
                                        y auténtico, haciendo graciosas 
                                        alusiones (Moby Dick, 
                                        dibujos animados y hasta la maquinita 
                                        de Tiburón) y 
                                        con cierto aroma nostálgico hacia 
                                        las películas clase B de los ´50. 
                                        Con eso y todo, la Universal igual le 
                                        había querido hacer juicio a la 
                                        producción por plagio, aunque Spielberg, 
                                        luego de verla, opinó todo lo contrario. 
                                        
                                        
                                        
                                        Del río de Texas de la original 
                                        la acción ahora se traslada a un 
                                        lago de Arizona. Y en lugar de peces objeto 
                                        de experimentos científicos para 
                                        hacerlos más agresivos, se nos 
                                        presenta un temblor submarino que abre 
                                        un canal desde las profundidades para 
                                        la llegada de una especie prehistórica 
                                        de pirañas que viene dispuesta 
                                        a arrasar con todo. Se trata de peces 
                                        más grandes, rápidos, ágiles, 
                                        atentos y agresivos a los que les dejan 
                                        un banquete servido en puerta para lucimiento 
                                        del (y esto sí es lo mejor de la 
                                        película) trabajo de los maquilladores 
                                        y creadores de efectos visuales, que en 
                                        ocasiones no recurren a la computadora 
                                        y logran tareas asombrosas e impresionantes; 
                                        el trabajo de Greg Nicotero, Howard Berger 
                                        y del estudio de Phil Tippett es todo 
                                        en la película, además las 
                                        escenas de ataque, que comienzan con cierta 
                                        mesura y luego se vuelven brutales y hasta 
                                        sádicas en la obsesión por 
                                        mostrar los detalles de cómo la 
                                        gente es devorada viva una y otra vez, 
                                        con un sector intermedio que recuerda 
                                        a los monstruos marinos de Enzo Castellari 
                                        (El último tiburón, 
                                        1983) y Sergio Martino (El devorador, 
                                        1984).
                                        
                                        
                                        Por cierto que los que la calificaron 
                                        aquí se quedaron cortos, y los 
                                        que hicieron la película también. 
                                        En realidad le han dado al público 
                                        al que se dirigen lo que quieren ver, 
                                        un festival de atrocidades y situaciones 
                                        de comedia paupérrimas donde hasta 
                                        las propias pirañas se lucen. La 
                                        receta podrá gustar a algunos, 
                                        aunque el camino para una buena película 
                                        de género no pasa por ahí. 
                                        
                                        
                                        
                                        AY