
Título original: Scream
4
País y año de producción:
Estados Unidos, 2011
Dirección: Wes
Craven
Guión: Kevin Williamson,
basado en sus propios caracteres creados
para Scream (WC, 1996)
Con: Neve Campbell, Courteney
Cox, David Arquette, Emma Roberts, Hayden
Panettiere
Duración: 111
minutos
Calificación:
No apta para menores de 15 años
Género: Terror
Sitio Web: http://www.scream-4.com/
Reseña argumental: Han
pasado 10 años desde los terribles
asesinatos en Woodsboro, y Sidney Prescott
ha vivido los últimos años
de su vida en relativo silencio. Gracias
a sus habilidades como escritora y a sus
amigos, Dewey y su esposa Gale, ha conseguido
reponerse.
Pero con el descubrimiento de unas estudiantes
asesinadas, el mundo de Sidney volverá
a desmoronarse de nuevo con la reaparición
de Ghostface, el cual está dispuesto
a hacer pasar a Sidney y sus personas
más cercanas, entre ellas su prima
Jill (Emma Roberts), una de las peores
pesadillas.
Wes Craven es conocido por labores como
La pandilla abominable
(1977), Pesadilla en lo profundo
de la noche (1984) y La
serpiente y el arco iris (1988).
El guionista Kevin Williamson estuvo en
el libreto de las dos primeras partes
de la saga Scream, y
en los de Sé lo que hicieron
el verano pasado (Jim Gillespie,
1997) y Aulas peligrosas
(Robert Rodríguez, 1998).
EL GÉNERO, DIAGNOSTICADO
Las reglas del slasher siguen
siendo el motor principal de la saga Scream,
la fuente de ideas para historias que
trataban de poner las cosas en su lugar,
cuando el terror norteamericano industrial
estaba en un estado calamitoso, en plena
década del ´90; de ahí
que Craven y el guionista Kevin Williamson
se lucieran a nivel más bien de
taquilla con la primera parte (1996),
que solamente trajo al mencionado subgénero
al tapete, jugando, en términos
futbolísticos, en Primera División,
con un esquema que se lucía mucho
más en la dirección y cuyo
ingenio se deslindaba en especial por
el lado de las referencias a determinadas
películas que a lo que hace a un
sólido relato de terror.
Después de todo, el objetivo del
slasher no pasaba por historias
de personajes ni elaborados guiones; tan
solo por inquietar al espectador ofreciéndole
lo que iba a buscar; suspenso, terror,
violencia y un asesino movido por alguna
causa, a veces lisa y llanamente por la
locura, para el caso de acosadores telefónicos.
La segunda parte (1997) de Scream
tuvo un poco más de elaboración;
dejaba de ahondar en el sensacionalismo
mediático para pasar al morbo popular;
la periodista interpretada por Courteney
Cox había escrito un libro sobre
lo acaecido en Woodsboro que a su vez
se convirtió en una exitosa película
("Stab"), venerada por los propios
habitantes del lugar donde habían
transcurrido los trágicos hechos.
En este caso, los asesinos tenían
una causa muy personal por la cual se
decidieron a continuar con los crímenes.
Luego llegaría Scream
3 (2000), que se metería
de lleno, con bastante inteligencia e
ironía de por medio, en las reescrituras
de guiones y finales alternativos, tanto
en la ficción pero con obvias referencias
a la industria cinematográfica
del mundo real (padecidas por el propio
Craven en esta misma saga), y que terminaría
con Ehren Kruger en un libreto más
trabajado, aunque con su realizador un
tanto saturado de la saga; de hecho Craven
no estaba totalmente convencido de hacer
la primera parte de Scream,
por considerarla extremadamente violenta.
Y de ahí que tampoco estemos hablando
de lo mejor en la filmografía de
su realizador.
La primera jugaba con las reglas del
slasher, la segunda con los pasos a seguir
para evitar la muerte, esta vez en las
secuelas, y la tercera en todo lo relacionado
a las trilogías de terror, siempre
dentro del cine norteamericano, con un
(insuficiente) desliz hacia el italiano.
¿Qué podría hacerse,
entonces, en una cuarta parte? Primero
que nada, mantener la línea (que
ha sido taquillera) y sin perder el gran
mérito que esta saga ha tenido:
el diagnóstico realizado al subgénero.
Mientras en la primera se lo traía
a primer plano, ya casi languidecido,
en el resto de las entregas se iban dejando
entre líneas algunas críticas
que en esta nueva secuela se tornan mucho
más evidentes.
Pasaron once años para que apareciera
esta nueva Scream y la
fórmula aquí se mantiene,
medida y sin perder de vista su objetivo,
sin aggiornarse a los nuevos
cánones que exige el mercado sino
por el contrario, criticándolos,
metiéndose incluso en un tema ya
generacional, que trasciende ese terror
"que antes era más ingenuo
pero daba miedo" o el actual,
"que tiene muertes creativas
pero da asco". La película
nos muestra a un Craven mucho más
personal y a un Kevin Williamson más
maduro, si se quiere.
Salvando un poco (no tanto) las distancias,
el caso de Rick Rosenthal con su buena
secuela de Noche de brujas
(producida en 1981) y luego, 21 años
después, volviendo a dirigir una
nueva entrega de la saga en Halloween:
Resurrection (2002) es algo parecido
al de Scream 4 (2011),
en el sentido que se retoma pero dentro
de una sociedad bastante cambiada. En
esta octava parte de Noche de
brujas el tema de los reality
shows no escapaba a Michael Myers
ni tampoco a los delirantes productores
de un programa televisivo que proponía
a los participantes pasar la noche en
la vieja casa del famoso asesino serial.
Scream 4, por su parte,
ya da por descontado el sensacionalismo
mediático (nacido en el personaje
de la periodista y luego escritora, interpretado
por Courteney Cox) devenido en inescrupuloso,
carroñero y morboso.
Los propios habitantes de Woodsboro,
gracias al avance de la tecnología,
también anhelan su protagonismo,
su fama, casi sin importar el precio a
pagar, o al menos de forma tan inconsciente
que al final la vida pasa a segundo plano.
Tanto los personajes de Neve Campbell
(que también sacó su publicación
sobre las experiencias vividas con los
asesinos) y Cox parecen salidos de otro
contexto, quedando hasta un poco fuera
de lugar. Scream 4 es
en su historia tan simple como cualquier
vieja película slasher,
sólo que el contraste que se quiere
delinear ya no sólo se refleja
en la ficción sino también
dentro de un género y una sociedad
que ha empeorado, en su hambre de fama
y trascendencia. Y nadie mejor que Craven
para subrayarlo y, ojalá, darle
un portazo definitivo a la saga.
AY