"LA RECOMPENSA ES EL CAMINO"
Oscar W. Tabárez
"3 Millones"
En el continente africano, en la región
más meridional, está ubicada
la república de Sudáfrica,
país que fuese el anfitrión
del Mundial de Fútbol de 2010.
La figura patriarcal, nonagenaria de
Nelson Mandela, aún hoy es un dios
viviente. Es elegido como primer presidente
negro (debido a cierta apertura que paulatinamente
se va dando), y sube al podio por el ejercicio
del sufragio universal, como líder
del partido del Congreso Nacional Africano
(1994), tras haber padecido 27 años
de encarcelamiento, en su lucha denodada
contra la segregación racial, el
infame régimen del "apartheid",
respecto de la población negra,
discriminada en todos los órdenes
de la vida, y a la que se relegaba en
los "bantustanes" o reservas
raciales. En el año 1995, aprovecha
como gobernante, la coyuntura del Campeonato
Mundial de Rugby, que tiene como sede
Sudáfrica, para así lograr
por medio del lenguaje universal del deporte,
la reconciliación entre negros
y blancos, en una apuesta humana y política,
para forjar la llamada "nación
del arco iris".
Esta historia magnífica, está
narrada por el maestro Clint Eastwood
en su film Invictus.
Me permito hacer referencia a la misma,
porque en el documental uruguayo 3
Millones de los Roos - padre
e hijo -, Mandela es una suerte de constante
referencia; su omnipresencia paternal,
casi deificada está explicitada
en los diálogos mantenidos con
la población negra sudafricana,
en el partido de fútbol que Ghana
y Uruguay disputarán en ocasión
del Mundial. Antes del partido, ambos
contendientes leen una proclama contra
el régimen del "apartheid",
imágenes conmovedoras para el espectador,
que se resignifican. La estatura moral
de Mandela, con su vida ejemplar, de luchador
incansable, es una inflexión relevante
en el documental uruguayo.
En este pequeño "introito",
haré una breve referencia a la
personalidad del maestro Oscar W. Tabárez,
el entrenador de la selección uruguaya.
Hombre de perfil bajo, inspiró
a su equipo, un sentido de unidad, de
solidaridad, de educación, de espíritu
de sacrificio, de honestidad inusuales,
ya que a su entender, el deporte es una
"buena excusa para tener una incidencia
social" respecto de generaciones
desesperanzadas que deberían intentar
superarse. Tabárez da libertad
a los integrantes de su equipo, pero a
veces es "duro sin perder la ternura".
Predica el esfuerzo colectivo, y la mística
de la selección celeste está
de la mano con su magisterio, de forma
dialéctica.
Explicitará que "la recompensa
es el camino", y así en la
"comedia dramática" o
"ficción verídica"
que es el documental de los Roos, apreciamos
su actitud paternalista pero severa, que
lo lleva a elegir para concentrarse, la
solitaria ciudad de Kimberley, lejos del
ruido, cerca de las cosas verdaderas,
lugar donde en el siglo XIX, manos esclavas
cavaran un pozo de más de 300 metros
de profundidad, imagen aérea de
la mina de diamantes, toma muy reiterada
una y otra vez por los realizadores, como
símbolo de la deshumanización
blanca.
No es un dato menor, decir que Uruguay
tuvo un pasado de gloria futbolística,
que se fue desarticulando; en la innegable
década del ´20, en el 30
en el que salió Campeón
Mundial con un Estadio Centenario recién
inaugurado, y en 1950 ocurrió la
gesta de Maracaná, en el que otra
vez salió Campeón Mundial.
También logró en 1981, la
Copa de Oro en el Mundialito.
Imágenes de archivo muy bien seleccionadas,
evocan en 3 Millones el épico ayer.
Y es más que emocionante visionar
en el documental, al ya octogenario Alcides
Edgardo Ghiggia, que hiciera el gol que
permitió desempatar y ganar en
Brasil, la final del 50, el gran maracanazo.
Un invitado de honor, que con su proverbial
humildad expresa que fue a Sudáfrica,
a apoyar a los muchachos de Tabárez
- Muslera, Lugano, Forlán, Arévalo
Ríos, Fucile, Cavani, Abreu, el
"Ruso" Pérez, Maximiliano
Pereira, Suárez, Godín,
Lodeiro, Silva - para dar algunos nombres
de los 23 jugadores que el Maestro llevara
como agonistas.
Ahora comienzo por el principio. Padre
e hijo, el famoso músico y cantautor
uruguayo, Jaime Roos y su hijo Yamandú,
que vive en Holanda, de profesión
fotógrafo, habían decidido
hacer juntos un viaje a Rusia, cuando
se reencontrasen. Pero cuando se enteran
que la selección uruguaya, iba
a disputar el Mundial de Fútbol
de 2010 en Sudáfrica, deciden cambiar
de destino.
Jaime se había propuesto hacer
un diario de viaje, que es ampliamente
trascendido, y termina con su voz en off,
comentando los partidos en los cuales
la selección estaba en la cancha.
Yamandú acomodó sus cámaras,
con la finalidad de filmar los momentos
más significativos de los partidos
en los cuales jugara la selección
celeste. También aparecen en el
documental, filmaciones realizadas por
Tenfield, y las de muy alta definición
de FIFA.
Se asientan junto al seleccionado, y
a los periodistas acreditados en Kimberley.
Desde allí se trasladarían
a los diversos estadios, configurando
una verdadera road movie por
Johannesburgo, Ciudad del Cabo, Pretoria,
Rustenburgo, Port Elizabeth, Bahía
Nelson Mandela, para citar algunos nombres,
de su quehacer como infatigables viajeros.
Son fantásticas las tomas aéreas
de los imponentes estadios, ya sea vacíos
o llenos de gente, o iluminados en la
noche.
Yamandú tiene una forma de narrar
en imágenes muy peculiar: sigue
con sus cámaras a un solo jugador,
o pone el acento en el espíritu
de sacrificio de integrantes del equipo,
que muy maltrechos, continúan un
partido hasta el final, o enfoca la mano
de otro, o la paciencia y el tesón
de intentar una vez más, el mítico
gol, o advierte la presencia de un jugador
que se ha desmayado, o registra la técnica
de "picar" la pelota en un decisivo
penal. Del estrato de las palabras, se
hace cargo Jaime, hasta quedar sin voz.
Jaime utilizó composiciones musicales
suyas pre-existentes, para subrayar la
heroica gesta uruguaya. La cuerda de tambores
que va "in crescendo", cuando
se pasan al comienzo, los primeros créditos
del film, prefigura la aventura épica
del ascenso de la selección celeste
que conquistó el cuarto puesto,
y que dio al pueblo uruguayo una lección
ejemplarizante, contando siempre con la
infinita empatía celeste de todos
los orientales, "sedientos de triunfos".
En el partido contra Ghana, a pesar de
lo dramático y tensional que fuera
para Uruguay, Yamandú no es ajeno
al dolor de los africanos, que llaman
a silencio a sus vuvuzelas, y abandonan
vestidos con sus trajes de fiesta, el
estadio con desazón, luego del
penal de Abreu. En el partido con Holanda
es diferente; Yamandú y Jaime registran
para el espectador, trece infracciones
que el árbitro no le cobró
a los primeros colonizadores de Sudáfrica.
En manos de Jaime estuvo la edición,
el montaje de este film documental, que
contó con la ayuda de Mauro Sarser
y de la productora Marcela Matta. "Pude
comprobar una vez más - dice Jaime
- lo que dije hace veinte años,
de que cuando juega Uruguay corren tres
millones" frente a un planeta de
siete mil millones.
Termino esta primera aproximación
al film, con las palabras del tradicional
y "aggiornado" maestro del arte
del fútbol y de la vida: "la
recompensa es el camino", y la estamos
viendo con creces.
P. M.